martes, 17 de septiembre de 2013

LA FE JUNTO A LA PASTORA


Como cada tercer domingo de septiembre, la Divina Pastora, la titular de la primitiva hermandad que tuvo su sede en Santa Marina, salió a las calles del barrio de la Feria acompañada en todo momento por una gran cantidad de fieles que no quisieron perderse la que es una de las procesiones de gloria más esperadas.
Con motivo del Año de la Fe, la hermandad presentaba en su cortejo una importante novedad, como era la representación alegórica de la Fe a cargo de una niña que, como ocurre en la Hermandad de Montserrat, formó parte de la procesión ataviada como tradicionalmente se representa a esta virtud teologal.
Cuando pasaban unos diez minutos de las siete de la tarde, hora prevista para la salida, se abrían las puertas de la pequeña capilla del antiguo hospital de San Bernardo para que comenzara a salir el cortejo, encabezado por la cruz de guía y faroles, seguidos por la Bandera Franciscana, la Bandera del Voto Asuncionista y el Simpecado de Gala, que reproduce la visión de Fray Isidoro de Sevilla con la Virgen como Pastora de las Almas, y en cuya salida la Banda de Música de Nuestra del Sol interpretó el Himno Nacional y la marcha "Hosanna in excelsis". Seguía una representación de la Hermandad de Montemayor y el propio estandarte corporativo de la Divina Pastora.






A continuación, tras la presidencia y el cuerpo de acólitos, salió a las calles el paso que tallara Francisco Ruiz en 1959. La estrechez de la puerta siempre hace complicada la maniobra de la salida, en la que el granado que se sitúa tras la Pastora ha de colocarse en posición vertical hasta que por completo el paso está en la calle, momento en que también se aprovecha para colocar el remate del cayado.







"Pastora de Santa Marina" fue la primera marcha interpretada tras el paso en la calle, aunque a lo largo del itinerario también se podría escuchar "Pastora, Madre y Soberana", del venezolano Lucidio Quinteros. Poco a poco, el paso, comandado por Antonio Santiago y su hijo, se encaminó hacia la calle Madre María de la Purísima buscando la Iglesia de San Juan de la Palma, en cuya puerta esperaban sendas representaciones de las hermandades del templo.



















Cumplimentado el saludo a las cofradías vecinas, la Divina Pastora continuó a los sones de "La Estrella Sublime" hacia la Plaza de San Juan de la Palma.
















Una parada muy especial esperaba como cada año a la Divina Pastora de Santa Marina. Eran los ancianos de la residencia San Juan Grande, que se encontraban en el principio de la calle Gerona junto a un efímero altar con un cuadro de la Pastora. Hasta ahí llegó el paso con "Virgen de los Ángeles".








Acto seguido, paso atrás hacia la siguiente parada, la puerta del Convento del Espíritu Santo, breve desplazamiento que se llevó a cabo con la marcha "Madre Hiniesta".












A partir de ahí, el cortejo iniciaría el recorrido por un conjunto de callejuelas por las que año tras año parece físicamente imposible que pueda internarse el paso, empezando por Espíritu Santo, seguida de Castellar o Churruca, camino de la calle que lleva el nombre de la Divina Pastora, para regresar posteriormente por la Plaza de Montesión, Feria y Aposentadores a su capilla. Marchas como "Corpus Christi", "Virgen de Montserrat" o "Macarena" de Emilio Cebrián formaron parte del acompañamiento musical.











La fe rodeó un año más en la calle, y como novedad en el cortejo, a la Divina Pastora, la primitiva imagen con la que Francisco Antonio Gijón interpretó el cuadro que Fray Isidoro de Sevilla mandó pintar, en base a la visión que dio lugar a una devoción universal de origen netamente sevillano.

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