Con rigurosa puntualidad, las puertas de la Parroquia de San Pedro se abrían el sábado a las seis de la tarde para dejar paso al cortejo de la Hermandad del Pilar, que salía a las calles en el día de su festividad, el día de la Hispanidad, de la que la Virgen del Pilar es su Patrona.
Abrían el cortejo la cruz parroquial y ciriales, seguidos de un tramo de hermanos con cirios, el Simpecado, más hermanos y las representaciones de las hermandades de la Virgen de la Cabeza y el Cristo de Burgos justo delante del estandarte corporativo de la propia cofradía de la Virgen del Pilar.
Pronto asomó desde el interior del templo, procedente de la zona del altar mayor, el paso de estilo gótico, tan parecido a muchos pasos perdidos de la Semana Santa. Estrenaba la restauración de parte del apostolado, trabajo realizado por Antonio Gamero y Agustín Martín de Soto, y estaba adornado con flores de variadas especies y colores. Antonio Santiago comandaba el paso, mientras que su hijo formaba parte de la cuadrilla de costaleros. La Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, que ya por la mañana acompañó a la Virgen del Rosario de los Humeros, esperaba en el lado izquierdo de la fachada de San Pedro.
En cuanto el paso, que de nuevo lució la bandera de España sujeta al respiradero frontal, pisó la calle, la banda interpretó el Himno Nacional, seguido de la marcha “Pilar de Sevilla”, que sonó mientras el paso reviraba a su izquierda buscando Doña María Coronel, en cuya embocadura quedó detenido.
Los primeros metros de esta calle los recorrió a los sones de “Virgen de la Paz”. Al contrario que el año pasado, esta vez la Virgen del Pilar no entró en el patio del Convento de Santa Inés, cuya puerta permaneció cerrada mientras el paso continuaba su camino.
Más adelante, en el trayecto hasta el cruce con Gerona, la Banda de Música de Las Cigarreras tocó “Virgen de Montserrat”.
En la revirá entre Doña María Coronel y Gerona, contemplada por un grupo de turistas de acento alemán, la marcha escogida fue “Al cielo con Ella”. Uno de los auxiliares de Antonio Santiago le preguntó a éste el nombre de la marcha cuando concluyó la chicotá. Santiago le recordó tanto el título como el autor, Pedro Morales, y la dolorosa a la que está dedicada, la Virgen de los Ángeles de la Hermandad de los Negritos, de cuyos pasos se encarga cada Jueves Santo el propio capataz.
En esta parada un miembro de la Hermandad del Pilar tuvo que subir al paso para colocar la estrella situada en la columna sobre la que se alza la Patrona de la Hispanidad, que se había desprendido.
Con “La Asunción de Cantillana”, el paso se fue acercando a la Residencia de Ancianos San Juan Grande. Como suele ocurrir siempre que una cofradía pasa por delante, los residentes la esperaban en la calle. En el mismo lugar de la fachada donde una semana antes se situó un cuadro de la Virgen de la Cabeza, ahora había otro con la Virgen del Pilar.
Antonio Santiago mandó la izquierda ‘alante’ derecha atrás para que la Virgen mirase frente a frente a los ancianos, que aprovecharon la parada para dedicarle algunos rezos.
A continuación, la Virgen del Pilar reanudó su camino mientras la banda interpretaba “Hiniesta Coronada”. La siguiente parada estaba en el cercano Convento del Espíritu Santo, ante el que se detuvo para que las religiosas cantaran la Salve. En este punto la banda tocó “Coronación de la Macarena”.
El paso de la Patrona de la Hispanidad se alejó del Espíritu Santo mientras sonaba “Virgen de la Victoria”. Aún quedaban varias visitas a realizar por la feligresía de San Pedro, como la Iglesia de San Juan de la Palma, la Capilla de la Divina Pastora y los conventos del Pozo Santo y las Hermanas de la Cruz, antes de regresar de nuevo a su templo.
Sevilla festejó así el 12 de octubre, con la salida procesional de la Virgen del Pilar que reside en San Pedro y alrededor de la cual pudieron verse por las calles algunos niños portando pequeñas banderas de España.
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