En cuanto al besapié, este año el crucificado de Manuel Cerquera se colocó en posición vertical en la nave de la Epístola del templo franciscano, cerca de su altar habitual, aunque mirando hacia el muro de la fachada principal, entre un cortinaje rojo que enmarcaba la zona donde se encontraba.
El Cristo de la Salvación estaba iluminado por cuatro grandes blandones dorados con cera tiniebla, además de un doble foco situado en el lado izquierdo del montaje. Cuatro jarras plateadas con flores de diversas especies y tonalidades componían el exorno floral, además de un centro con esas mismas flores a los pies de la imagen.
El recorrido de este rezo público de las estaciones del vía crucis llevó al crucificado a pasar por la Capilla de Montserrat y la Iglesia de la Magdalena, antes de continuar el camino ya por calles más cercanas a su templo de la calle Carlos Cañal, donde finalmente entraría pasadas las once y cuarto de la noche, quedando situado momentáneamente a los pies del altar mayor, antes de su colocación en el altar de cultos.
En la mañana del domingo concluyeron los cultos al Cristo de la Salvación con la función solemne, presidida por el crucificado desde su altar de cultos, donde en días anteriores había tenido lugar el triduo en su honor.
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