lunes, 21 de abril de 2014

VIERNES DE DOLORES 2014: LA PASIÓN VA POR BARRIOS

Sevilla amanece distinta. Esto es un tópico absolutamente manido, una frase hecha repetida hasta la extenuación. Cierto. Pero, ¿no es acaso una realidad que se percibe al comenzar un día en el que, tras una larga espera, se van a poner las primeras cofradías en la calle? La Pasión comienza en los barrios la tarde del Viernes de Dolores, desde extremos opuestos de la ciudad hasta el mismo centro, desde una orilla y otra del río.
Pero no son los pasos y los nazarenos alfombrando de cera las calles las únicas citas de esta jornada. Antes, en el centro de la ciudad, aún se pueden ver algunos de los últimos besamanos y besapiés de la Cuaresma que termina. Así ocurre, por ejemplo, en San Vicente, en cuyo presbiterio recibía los besos de los fieles la Virgen de los Dolores, de la Hermandad de las Penas, entre jarras con claveles blancos, candelabros y blandones, y ante la cruz arbórea que el Señor de las Penas cambia por la de carey y plata el Lunes Santo.







Muy cerca de allí, en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, se encontraba en besapié el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, a los pies de la nave central del pequeño templo, flanqueado por jarras con lirios morados, blandones de cera verde y los ángeles que le acompañan en su paso portando faroles de plata.







Y en San Lorenzo, la Virgen de la Soledad en su segundo besamanos anual, celebrado, como ocurre desde hace algunos años, en la Capilla Sacramental de la parroquia. La dolorosa, vestida de hebrea, recogió los besos de los devotos ante una cruz con el sudario, entre blandones y candeleros con cera blanca, y jarras con lirios morados y gladiolos blancos.







Completaban la relación de besamanos y besapiés del Viernes de Dolores, los del Señor Descendido de la Cruz de la Hermandad de la Mortaja, y la Virgen de la Quinta Angustia y el Cristo del Descendimiento, en una jornada en la que también se celebraron los vía crucis del Cristo de la Vera+Cruz y del Cristo de la Sed.
Pero desde primeras horas de la tarde ya había cofrades vistiéndose en casa con sus túnicas de nazareno para acompañar a sus imágenes titulares por las calles de sus respectivos barrios. La primera en salir, según los horarios oficiales, sería la Hermandad de Padre Pío, que presentaba varias novedades, como el barnizado el paso del Señor de la Salud y Clemencia, que estrenaba además túnica de terciopelo burdeos, y la utilización de los antiguos respiraderos del paso de palio de la Virgen de Gracia y Esperanza para el de la Virgen de la Divina Gracia, cedidos por la Hermandad de San Roque.
Poco después, en otro punto distante de la ciudad, se abrían las puertas de la Parroquia de San Isidro Labrador para que se pusiera en la calle la Hermandad de Pino Montano, recibida con una gran expectación por los numerosísimos vecinos que llenaban la plaza que se abre entre la fachada principal del templo y el mercado del barrio.
Abría el cortejo, delante de la sencilla cruz de guía de madera con apliques de plata, la Centuria Juvenil Macarena, cuyos miembros seguían las instrucciones de Pepe Hidalgo para colocarse ante la puerta de San Isidro y caminar cuando la cruz de guía comenzó a avanzar, llenando el espacio de nazarenos de capirote morado y túnica y capa blancas.



Pino Montano es una de las hermandades de vísperas con más nazarenos, aunque no tardó en aparecer el paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de Nazaret, que vestía una túnica lisa de color morado muy claro. El paso, en madera con imágenes y apliques de plata, e iluminado con codales de color tiniebla, contaba con un variado exorno floral a base de diferentes especies y tonalidades, algo que se iba a repetir a lo largo de la Semana Santa incluso en pasos que no acostumbran a llevar este tipo de composiciones florales que ya tienen, como todo, defensores y detractores.

















Fue una salida rápida, sin demasiadas concesiones hasta que no se produjo la primera revirá en el modificado itinerario de este año, que ha llevado a la cofradía a salir a la Plaza Diputado Ramón Rueda por Alfareros y Tapiceros. La Agrupación Musical Nuestra Señora de la Encarnación, de San Benito, estrenó con Pino Montano su nuevo banderín con bordados de Jesús Rosado y talla de Juan Antonio Blanco.


Tras el reciente hermanamiento entre ambas corporaciones, una representación de la Hermandad de la Macarena con su estandarte corporativo formó parte del cortejo de Pino Montano, como también ocurriría a la inversa durante la Madrugá. Curiosamente, el encargado de llevar el estandarte en la salida fue un nazareno de capirote morado.


Una media hora más tarde de la salida del misterio, asomó por el umbral de San Isidro, saliendo de las sombras del interior, el paso de palio de María Santísima del Amor, obra, como el Señor, de Fernando Castejón. Una gran petalada recibió al paso de palio en la calle, arrojada por hermanos subidos a la cornisa de la nueva portada construida hace dos años.
Llamó la atención el exorno floral de este paso, compuesto de diferentes especies florales de tonos rosas dispuestos en espiral en las jarras. La primera marcha que sonó en la calle a cargo de la Banda de Música de la Cruz Roja fue "Coronación de la Macarena", un guiño a la cofradía hermana por el 50 aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Esperanza. Posteriormente, se estrenaría "Madre del Amor", de Andrés Vega.
















Y de la zona norte de la ciudad, al sur, al barrio de Bellavista, donde la Hermandad del Dulce Nombre se ponía en la calle en un ambiente de auténtica fiesta para todos sus vecinos. Fernando Cano-Romero, quien fuera el pregonero de la Semana Santa de 2011, no se pierde la estación de penitencia de la cofradía de Bellavista, ya que fue él quien donó a la parroquia la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Remedios, que además celebra este año el medio siglo de su talla por parte de Castillo Lastrucci. 
Por este motivo, y como ocurriera en el besamanos extraordinario del pasado Domingo de Pasión, la imagen realizada para Jerez y que finalmente recaló en Bellavista, vestía la túnica blanca bordada en oro perteneciente al Señor de la Redención. Es la segunda vez que el Señor de la Salud y Remedios luce en su estación de penitencia una túnica perteneciente a otra imagen de Lastrucci, algo que ocurrió también en 2011, cuando vistió una del ajuar de Jesús ante Anás.
El andar de este paso de misterio, cuya talla sigue aplazada para atender necesidades urgentes de los vecinos de este humilde barrio, donde la hermandad mantiene un ejemplar comedor social, es una de las señas de identidad de la hermandad. La Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención se encarga del acompañamiento musical.

























Detrás, bajo palio, la Virgen del Dulce Nombre, acompañada musicalmente por la Banda Santa Ana de Dos Hermanas, que en muy pocos años ha ganado presencia e importancia en la Semana Santa de Sevilla. El exorno floral se componía de flores blancas, principalmente claveles, tanto en las jarritas delanteras como en las jarras laterales, una flor que se ha podido ver en numerosos pasos de palio en esta Semana Santa.





















En Heliópolis, avanzando entre calles llenas de naranjos y una envidiable vegetación, callejeaba la Hermandad de la Misión, cuyo único paso ofrecía una imagen que no se volverá a repetir, ya que ha sido el último año en que ha salido con sus característicos faroles, que en 2015 serán sustituidos por candelabros de guardabrisas que van a realizar los Hermanos Caballero.
El Santo Cristo de la Misión volvió a lucir la túnica burdeos bordada en oro que fue estrenada el año pasado, mientras que las Santas Mujeres que le acompañan en el paso estrenaban ropajes confeccionados en el taller de la hermandad. Otro estreno era un ostensorio de Orfebrería Jesús Domínguez con reliquias de mártires claretianos. Fue colocado junto a otro ostensorio ya existente.
Antonio Santiago y su hijo comandaban el paso, estrenando así una Semana Santa muy intensa, como también hizo la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras.


























Nos desplazamos ahora hasta el centro, a los alrededores de la Catedral, donde el Viernes de Dolores reina la Hermandad de la Corona, la primera cofradía que muchos turistas que no van a los barrios alejados se encuentran en las calles.
El característico ruán morado de sus nazarenos salió por la Puerta de los Palos, al haber un andamio en la calle Alemanes por la obras de restauración de la fachada del Patio de los Naranjos.
Muy lentamente se va tallando el paso que Dubé de Luque diseñara para este antiguo Cristo de la Corona. En este caso, su hijo, Antonio Dubé Herdugo, ha reproducido fielmente en la cartela frontal del paso la majestuosa escena del Descendimiento que se encuentra en el altar de la Parroquia del Sagrario, obra de Pedro Roldán. Asimismo, Francisco Verdugo ha avanzado algo en la talla de los faroles y del canasto.
Lirios morados adornaban levemente el paso, que "anda como no lo hace ninguno otro en Sevilla", tal y como decía a los costaleros uno de sus capataces momentos antes de entrar de nuevo en la Catedral por la misma Puerta de los Palos. Después, tras atravesar por completo el templo metropolitano, accedería a la Parroquia del Sagrario por la puerta que hay a los pies de ésta.















Por último, el Viernes de Dolores nos lleva hasta Triana. Desde hace varios años, el primer contacto de este antiguo arrabal con la Semana Santa viene de la mano de una cofradía de ruán, de silencio. Toda una paradoja en el bullicioso espíritu cofradiero de Triana.
El Santísimo Cristo de Pasión y Muerte, gran obra de Navarro Arteaga, quien tiene en las vísperas varias imágenes titulares, volvía a su Parroquia del Buen Aire tras haber realizado estación de penitencia en Santa Ana. El paso, adornado como siempre por flores silvestres, estrenaba la talla de dos cartelas de Mariano Sánchez del Pino en los laterales. Una representa un corazón traspasado por siete puñales, haciendo así alusión a la Virgen del Desconsuelo y Visitación, y la otra muestra un barco en el mar, en referencia a la Virgen del Buen Aire.
Los coches aparcados a ambos lados de la calle Prosperidad suponen cada año un obstáculo para el normal discurrir de la cofradía por este lugar. Y eso que a lo largo de la calle había carteles colocados por la Policía Local prohibiendo el aparcamiento por el paso de la cofradía.
Ya en la calle Virgen de Fátima, completamente a oscuras, el Cristo de Pasión y Muerte avanzó con más facilidad hasta la llegada a la parroquia. Allí, el crucificado es tumbado completamente, se retiran zancos y hachones, y por fin, empujado por los costaleros, el paso desaparece lentamente en el interior del discreto templo parroquial del que nadie pensaría que sale cada año una hermandad de penitencia, y su correspondiente sección de gloria allá por el mes de septiembre.











Terminaba el Viernes de Dolores y la Pasión no había hecho nada más que empezar; ésa que va por barrios, uniéndolos a todos en el objetivo compartido de manifestar públicamente la fe en Cristo y en la Virgen María. Aún quedaba la segunda parte de las vísperas y también aquí la contaremos.

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