Hacía unas pocas horas que la Virgen de la Hiniesta presidía su altar de la Plaza de San Francisco. Aún no había amanecido, pero la actividad cofradiera del día del Corpus Christi vivía un nuevo capítulo en la calle Sol, en la Iglesia de los Terceros, desde la que iba a ponerse en la calle el Señor de la Sagrada Cena en dirección al Palacio Arzobispal.
Este año, de nuevo, el Señor iba solo sobre el paso del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia después de que en 2013, como también ocurrió en 2011, saliera el misterio al completo de la Cena. No sólo "prestó" el Cristo sentado sobre una peña su paso al de la Sagrada Cena, sino también el mantolín que cada Domingo de Ramos vemos colocado sobre el monte de flores silvestres del segundo paso de la hermandad. Lo llevaba el Señor de la Cena en el hombro izquierdo, sobre la túnica de tisú de plata estrenada este mismo año.
A las seis y media de la mañana se abrían las puertas de los Terceros, dando paso a la cruz alzada y ciriales que encabezaban el cortejo. Previamente se había esparcido por el suelo juncia y romero, como a esa hora se estaba también colocando a lo largo de todo el recorrido de la procesión principal del Corpus.
Dos tramos de hermanos con cirios rojos formaban el cortejo de este traslado; el segundo estaba precedido por el guión sacramental. Finalmente, delante del paso, venía el estandarte corporativo, la presidencia, la Escolanía Salesiana de María Auxiliadora y algunos músicos de viento de la Banda de las Cigarreras interpretando adaptaciones de cantos litúrgicos e incluso de marchas dedicadas a la hermandad.
Tras los seis ciriales, atravesó el dintel del templo el paso con el Señor de la Cena, exornado con variadas flores blancas con espigas de trigo intercaladas y racimos de uvas. El pan y el vino representados en el paso del Señor que instituye la Eucaristía.
"Cerca de ti" fue la composición que sonó cuando el paso estaba ya en la calle. Pese a la hora, había bastante gente en la calle Sol, cantidad que subió conforme pasaba el tiempo y el paso se acercaba a su destino.
Desde Sol y la Plaza de los Terceros, el Señor de la Cena continuó por Capataz Manuel Santiago y Santa Catalina, rodeando el templo, por fin en obras, para salir a Ponce de León. Caminaba con un paso largo al tener que llegar a la calle Alemanes antes de la salida de la procesión del Corpus, prevista para las ocho y media. Juan León, capataz habitual del paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, fue el encargado de mandar a los costaleros.
A continuación, el Señor tomó la calle Francisco Carrión Mejías, donde los coches aparcados a ambos lados obligaron a ralentizar el paso. De ahí salió a San Leandro, San Ildefonso y Boteros para alcanzar por Odreros la Plaza de la Alfalfa.
Desde la Alfalfa, el Señor de la Cena tomó el mismo camino, pero en sentido inverso, que el que recorre el Domingo de Ramos en su vuelta de la Catedral, dirigiéndose hacia Jesús de las Tres Caídas, Cuesta del Rosario y Francos.
A partir de la calle Francos, el Señor de la Cena pisó el romero preparado para la procesión del Corpus, y también pasó delante de algunos de los altares montados por diversas hermandades, como el de las Mercedes de la Puerta Real, el de San Isidoro o el espectacular altar de la Sed en la Cuesta del Bacalao, dedicado al cincuentenario de la proclamación de la Virgen como Madre de la Iglesia por el Papa Pablo VI, título que tiene la Virgen de Consolación de la hermandad del Miércoles Santo.
Finalmente, desde el pequeño tramo de Álvarez Quintero que sale hacia Alemanes, el paso con el Señor de la Sagrada Cena llegó a los alrededores de la Catedral, engalanados con las banderolas del Corpus que instala el Ayuntamiento. En Placentines, desde donde se pudo contemplar la Giralda adornada no tanto por la festividad como por la proclamación de Felipe VI como nuevo rey de España, el Señor de la Cena terminó colocándose en la puerta del Palacio Arzobispal que da a esta calle, convirtiéndose así en el último altar ante el que en las horas siguientes iba a pasar la procesión del Santísimo.
Fue un traslado rápido, que permitió que, dos meses después, el Señor de la Cena que tallara Sebastián Santos Rojas en 1955 estuviera de nuevo junto a la Catedral de Sevilla.
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