De nuevo, la hermandad tuvo que salir desde la Parroquia de San Román por el cierre de Santa Catalina, aunque por primera vez Santa Lucía pasó junto a los andamios que dan esperanza de cara a la reapertura del templo, Monumento Nacional desde 1912.
El cortejo se iniciaba con la cruz alzada y ciriales, seguidos por varios hermanos con cirios, el guión fundacional de la hermandad y los estandartes de diversas hermandades, como la Resurrección de La Rinconada, la Virgen de la Sierra, San José Obrero, el Pilar y el Carmen de Santa Catalina, tras los que figuraban el libro de reglas y el propio estandarte de la Hermandad de Santa Lucía.
Desde la Plaza de San Román, Santa Lucía tomó las calles Peñuelas y Doña María Coronel para salir a la Plaza de San Pedro y la del Cristo de Burgos. La Banda de Música de Nuestra Señora del Sol fue la encargada de acompañar musicalmente al paso, interpretando por esta zona la marcha "Pasa la Virgen Macarena", a la que posteriormente, por la calle Dormitorio, siguió "Glorias de Sevilla", la bella composición que Manuel Marvizón dedicó a todas las hermandades de gloria de la ciudad.
"Virgen de la Paz" y "Gracia y Esperanza" fueron las marchas que sonaron por esta zona, donde un grupo de turistas italianos recogían en sus cámaras cada detalle del paso de la santa cuyos restos se encuentran en Venecia. Una representación de la Hermandad de San Roque esperaba en la puerta del Convento de San Leandro, al que llegó Santa Lucía con "Coronación de la Macarena".
Desde el interior del convento, las monjas agustinas que lo habitan dedicaron un canto a la santa y posteriormente el paso, que se había girado ante la puerta, se levantó a pulso y se alejó a los sones de "La Estrella Sublime" en dirección a la calle Cardenal Cervantes.
A continuación, sin embargo, se pudo escuchar en el giro a Santiago y durante buena parte de esta calle la marcha "La Madrugá", seguida más tarde por "Macarena", de Cebrián.
Acto seguido, con más tranquilidad Santa Lucía, en su discurrir junto a su templo de Santa Catalina y sus andamios, reviró de Ponce de León a la pequeña calle Santa Catalina con la marcha "Virgen de las Aguas". Depués sonaría "Aires de gloria" mientras el paso continuaba hacia la Plaza de los Terceros y tomaba la calle Sol. Allí se detuvo ante la representación de la Hermandad de la Cena en la puerta de la Iglesia de los Terceros, a la que la santa llegó con la marcha "María Santísima del Subterráneo".
La Cena regaló a Santa Lucía un ramo de flores y, tras la donación, el paso siguió su camino a San Román con la marcha "La Virgen en sus lágrimas", marcha no muy conocida pese a que su autor es nada menos que Manuel López Farfán.
Por fin, cerca de las dos y media de la tarde alcanzó el paso la Plaza de San Román, donde la Banda del Sol interpretó "Sevilla cofradiera". Posteriormente, antes de emprender la entrada en el templo, el capataz pidió una levantá por Pura, la madre, recientemente fallecida, de la secretaria de la hermandad, quien asistió muy emocionada a esta dedicatoria.
A continuación, el paso realizó un giro completo ante la puerta hasta quedar mirando a la gente mientras sonaba el "Himno a Santa Lucía". Resultó muy curioso comprobar cómo los costaleros se giraban, trabajadera por trabajadera, con el paso sobre sus hombros, todo un alarde que permitió que, tras el giro, Santa Lucía entrara definitivamente en el templo sin detenerse, con la interpretación del Himno Nacional por parte de la Banda del Sol.
Así concluía la salida procesional de Santa Lucía dos años después de la última ocasión en que recorrió las calles; dos años que no parecen nada al lado de los diez que ya se han cumplido de la primera salida desde San Román.
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