La Virgen del Rosario, vestida con manto de camarín negro y la saya blanca de salida de Sobrinos de Caro, salió muy temprano, a las seis y cuarto de la madrugada, desde su capilla de la Feria. El largo recorrido que tenía por delante hasta San Jacinto lo hacía necesario. Abría el cortejo la cruz alzada, seguida de parejas de hermanos con cirios y el estandarte corporativo.
Las oraciones de cada una de las estaciones del rosario, dirigidas por el capuchino Fray Ricardo de Córdoba, se combinaron con los cánticos del Coro de Campanilleros Amigos de la Navidad, que cantaba con diferentes letras la melodía de diferentes marchas procesionales, entre las que no podía faltar "Rosario de Monte-Sión".
Una vez en la calle, el paso siguió por la parte más estrecha de la calle Feria, para tomar a continuación Castellar, Alberto Lista, Saavedras, Plaza de San Martín, Cervantes, Plaza de San Andrés, García Tassara, Amor de Dios, San Miguel y Trajano, aún de noche.
A continuación, el 'pasito' de Monte-Sión hacía su primera entrada en Campana, aunque no buscaba Sierpes, sino O'Donnell, por la que accedió a la Plaza de la Magdalena, Murillo y San Pablo. Al pasar junto a la Capilla de Montserrat, muchos hermanos recordaron que ésta fue la meta del Rosario de la Aurora del año 2008. Pero en esta ocasión había que continuar para salir de la antigua ciudad intramuros, lo que hizo la Virgen del Rosario por la Puerta de Triana, donde estuvo el vano de la muralla cuyo hueco hoy simbolizan cuatro palmeras.
Ya en Reyes Católicos, la Virgen del Rosario siguió buscando el puente en línea recta. Antes de alcanzarlo, el paso, exornado con flores blancas en las jarras laterales y hermosas flores de talco plateadas y doradas en la delantera, se detuvo.
Acto seguido, comenzó ese histórico momento en que la Virgen del Rosario de Monte-Sión navegaba sobre las aguas del Guadalquivir camino de la otra orilla. Justo en mitad del puente, el Coro de Campanilleros Amigos de la Navidad interpretó, junto a todos los presentes, la Salve a la Virgen del Rosario de Monte-Sión: "Dios te salve, Reina y Madre, / vida, dulzura y amor, / Madre de misericordia, / Rosario de Monte-Sión. / Dios de salve, Reina y Madre, / rosa blanca de pasión, / Madre de Dios sevillana, / ensueño del Creador. / Luz del barrio de la Feria / donde brilla más que el sol, / dándonos vida en la vida / y en la muerte, salvación. / Y después de este destierro, / y por su resurrección, / con tus manos de azucena / y lágrimas de candor, / a la Gloria de tu Hijo, / Nuestro Cristo en la Oración, / al Huerto de luz divina / de los Cielos llévanos".
La capillita del Carmen, faro de Triana, recibió a la Virgen del Rosario en su llegada al antiguo arrabal y a esa encrucijada de devociones que es el Altozano: al frente, la Estrella y San Gonzalo; a la izquierda, la Esperanza; y a la derecha, la O y el Cachorro.
La Hermandad de la Estrella salió, con su estandarte corporativo, a la esquina de la calle San Jacinto con el Altozano para, desde ahí, acompañar a la dolorosa de Monte-Sión hasta la capilla. Una escolanía de la propia Hermandad de la Estrella tomó entonces el testigo a los campanilleros.
El paso de la Virgen del Rosario, venida desde la calle Feria, por Triana causó bastante expectación y fue mucha la gente que la seguía por San Jacinto, y mucha más la que se apostó frente a la Capilla de la Estrella para verla entrar.
En ese momento, en torno las nueve y cuarto de la mañana, se produjo el histórico encuentro entre dos de las dolorosas más antiguas y bellas de la Semana Santa sevillana. La Virgen del Rosario de Monte-Sión, en su pequeño palio de cajón comandado por Manuel Vizcaya, capataz de ambas hermandades, se encontraba frente a frente con la Estrella, que, bajo la caída frontal de su antiguo palio de Rodríguez Ojeda, presidía la capilla junto a Nuestro Padre Jesús de las Penas, en un altar especial montado con motivo de la función del XV aniversario de la Coronación Canónica que ofició la tarde antes el Cardenal Carlos Amigo Vallejo.
Tras quedar detenida unos instantes frente a la Estrella, la Virgen del Rosario fue ubicada en la capilla del Señor de las Penas, el mismo lugar donde, en los días previos al Domingo de Ramos, se ubica cada año el palio de la dolorosa trianera.
Costó bastante despejar la capilla para poder comenzar la misa que, con retraso, iba a celebrarse a continuación. Fuera del pequeño templo, la multitud esperaba el triunfal regreso de la Virgen del Rosario desde San Jacinto hasta la calle Feria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario