domingo, 18 de enero de 2015
EL MODERNÍSIMO CARTEL DE LA HINIESTA
Hay en la Hermandad de la Hiniesta una cierta división de opiniones en torno al cartel del 450 aniversario del carácter penitencial de la corporación. Se trata de una obra clasificada, al parecer, en el llamado 'pop art' o sencillamente en el modernismo, y realizada por Manuel Cuervo, artista nacido en Isla Cristina con una amplia trayectoria en el mundo del arte.
Pues bien, como decía, alrededor de este cartel, en el que se conjugan la pintura y la informática, han surgido disparidad de voces en el seno de la hermandad y fuera de ella, desde quienes lo ven como un acertado atrevimiento que supone un soplo de aire fresco en el mundo de la cartelería cofradiera, hasta quienes lo consideran una aberración en la que la Virgen de la Hiniesta parece bombardeada con pintura de colores (dice el artista que ha querido representar el colorido del Domingo de Ramos), por no hablar de los siete cuchillos de cocina que, al modo "Top chef", se clavan sobre un corazón, muy colorido también, en la parte inferior izquierda.
El arte es, junto con la política o el fútbol, la materia en la que más difícil es poner de acuerdo a todo el mundo. Por no haber acuerdo, no lo hay siquiera en la definición de lo que es el arte. ¿Es sólo una manifestación estética? ¿Debe ser además una herramienta para remover conciencias, para obligar al espectador a reaccionar de alguna manera o eso es una consecuencia irrelevante no necesariamente buscada por el autor?
Dicho esto, es inútil preguntarse si el cartel de la Hiniesta es bueno o malo, bonito o feo. Todo depende del observador. Y los hay que, en la feria ARCO de Madrid, miran una serie de fotocopiadoras a medio derretir por el fuego representando, según la autora, la angustia del ser humano, con la misma cara de circunspección con la que otros observan en el Prado cada detalle de Las Meninas.
En el arte, a priori, no existen las respuestas correctas o incorrectas, aunque en algunos casos parezca más que evidente decantarse por una u otra opción.
Quizá lo positivo del cartel, al margen de gustos subjetivos de cada cual, sea lo que tiene de exploración de novedosas técnicas nunca vistas, o no vistas demasiado, entre nuestras cofradías. Si nunca se hubiesen buscado cosas nuevas, puede que hoy ni siquiera existieran los palios de malla y terciopelo de Rodríguez Ojeda.
Ahora bien, ¿sólo porque es nuevo es bueno? O dicho de otro modo: bienvenidas todas las técnicas artísticas al mundo de las cofradías; también las más novedosas y revolucionarias. Pero, ojo, no por abrir las puertas a esas técnicas el resultado final tiene necesariamente que gustar.
El cartel de la Hiniesta es novedoso y revolucionario. ¿Es bueno? Pues, volvemos al principio: eso sólo depende del observador.
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