La imagen, que preside el retablo situado en la cabecera de la nave del Evangelio de la parroquia, se encontraba en un estado de conservación bastante malo, fundamentalmente por la acumulación de suciedad y la pérdida de algunas zonas de la policromía.
El párroco de San Nicolás se mostró muy interesado en devolver el esplendor perdido a esta talla de autor desconocido, pese a que hay quien apunta a una posible autoría de Cristóbal Ramos, aunque la hermandad de la que fue titular, la del Ecce Homo, del Hospital de los Santos Mártires, en Triana, es anterior, del siglo XVI, y se extinguió en el XVIII, lo que pone muy en duda la atribución al autor de la Virgen de las Aguas del Museo. Otros autores, sin embargo, ven cierto parecido entre la Virgen del Camino y la Amargura.
Todo son conjeturas, aunque lo que es evidente, y más después de esta restauración, es la gran valía artística de esta dolorosa arrodillada que, al parecer, pasó del desaparecido Hospital de los Santos Mártires, en la calle Pagés del Corro, al Convento de los Remedios y a la Parroquia de Santa Ana, antes de cruzar el Guadalquivir y acabar en San Nicolás a finales del siglo XIX.
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