La Inmaculada, que sostenía en su regazo al Niño, estaba ataviada con prendas de la Virgen de la Palma, mientras que San Juan, caracterizado como San José, lucía sus ropajes habituales y sostenía una vara de la hermandad reconvertida en vara de azucenas.
El fondo de la escena era un cortinaje de damasco rojo entre dos columnas que se suelen utilizar habitualmente en el besamanos y besapié de los titulares de la cofradía. Completaban el montaje varios enseres, jarras con flores de pascua y blandones con cera blanca.
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