sábado, 10 de enero de 2015

LA ANUNCIACIÓN ACOGIÓ DE NUEVO EL GRAN BELÉN DE LA HERMANDAD DEL VALLE


Como es ya tradicional, entre los belenes imprescindibles para ser visitados durante la Navidad sin duda se encuentra el que la Hermandad del Valle instala en la Iglesia de la Anunciación, utilizando para ello las imágenes secundarias de sus dos pasos de misterio, entre otras tallas del templo, lo que lo convierte en un nacimiento a tamaño natural.
El belén ocupó toda la zona del presbiterio, con un portal elaborado a base de diversas telas sujetas con varios varales del paso de palio de la Virgen del Valle. San Juan Evangelista volvió a desempeñar el papel de San José, mientras que una de las mujeres del paso del Nazareno con la Cruz al Hombro hacía las veces de la Virgen María, vestida con manto azul y con un aro de estrellas. A los pies de ambos se encontraba la pequeña cuna con el Niño Jesús y a su lado un cordero, uno de los animales que formaban parte de este belén, junto a otros corderos, patos y hasta una vaca.
La aureola de la Magdalena colgaba del fondo del portal, mientras que dos ángeles se colocaron a cada lado del mismo. Junto a la Sagrada Familia, estaban los tres Reyes Magos. Uno de ellos, el que estaba agachado, forma parte del conjunto escultórico que talló Joaquín Bilbao para acompañar al Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas. Otro era la imagen de San Fernando que recibe culto en la Anunciación, mientras que Baltasar, como estos años atrás, era un simple maniquí.
En el suelo se extendían los regalos traídos por los Magos de Oriente para el Niño Jesús, además de diferentes alimentos repartidos por todo el montaje.
Junto a una pastora arrodillada, completaban la escena la Magdalena y otra de las mujeres del segundo paso de misterio de la cofradía del Jueves Santo, ambas caracterizadas también como pastoras, así como las otras tres figuras secundarias del paso de la Coronación, dos de ellas en los extremos, en actitud de sostener con sogas la estructura del portal, mientras que el tercero parecía ofrecer un presente al Niño con la mano derecha, mientras que con la izquierda sujetaba un rastrillo, uno de sus enseres como labrador.
Multitud de flores de pascua, hojas de palma y ramas de olivo completaban el exorno de tan completo belén, que por su tamaño permite cada año a los visitantes introducirse literalmente en la escena como pastores que llegan para conocer al Salvador del mundo.





















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