domingo, 11 de enero de 2015

UNA MADRE EN SAN ANTONIO


El altar de la Divina Pastora de San Antonio nos ha dejado esta Navidad una imagen de una gran dulzura maternal, al abandonar la Virgen su particular iconografía pastoreña para ser sustituida por la de una madre que sostiene en su regazo al hijo recién nacido.
Pongo madre e hijo con minúsculas porque, aunque en este caso estamos hablando de la Madre de Dios y del Niño Jesús, es una estampa que toda mujer que haya dado a luz protagoniza en cualquier rincón del mundo cuando el bebé que durante nueve meses ha llevado en sus entrañas puede por fin ser abrazado, acurrucado y acunado.
La Pastora de San Antonio ha sido durante las pasadas fiestas la mejor representación del amor materno-filial. Por eso, permitidme dedicar la entrada de hoy a todas las madres que en el mundo han sido, son y serán. Así como a los bebés que no llegan nunca a ser acurrucados en el regazo de sus madres, pero que a buen seguro tienen su hueco en el Cielo, junto a la que es Madre de toda la humanidad.


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