Pongo madre e hijo con minúsculas porque, aunque en este caso estamos hablando de la Madre de Dios y del Niño Jesús, es una estampa que toda mujer que haya dado a luz protagoniza en cualquier rincón del mundo cuando el bebé que durante nueve meses ha llevado en sus entrañas puede por fin ser abrazado, acurrucado y acunado.
La Pastora de San Antonio ha sido durante las pasadas fiestas la mejor representación del amor materno-filial. Por eso, permitidme dedicar la entrada de hoy a todas las madres que en el mundo han sido, son y serán. Así como a los bebés que no llegan nunca a ser acurrucados en el regazo de sus madres, pero que a buen seguro tienen su hueco en el Cielo, junto a la que es Madre de toda la humanidad.
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