lunes, 20 de junio de 2022

CORPUS 2022: PROCESIÓN EUCARÍSTICA CON NUEVAS CARAS Y UNA ALFOMBRA GALLEGA


Amaneció en Sevilla el jueves de Corpus con el traslado del paso de misterio de la Cena al Palacio Arzobispal (ver). Los altares montados durante la tarde anterior eran iluminados por la luz del sol tras una larga noche perfectamente preparados en sus ubicaciones, y las calles por las que iba a pasar el Santísimo aparecían alfombradas de romero y con una hilera de sillas de tijera dispuestas para acoger a quienes prefieren ver la procesión sentados de principio a fin.
Los dos años de ausencia de normalidad daban paso de nuevo a uno de los días más bonitos de todo el calendario sevillano, y se vio a más gente que otros años desde los primeros momentos de la larga procesión eucarística. Por supuesto, no faltaron los debates habituales sobre cómo mejorar la procesión, sobre la cantidad de gente que forma el cortejo, sobre todo en hermandades como la Macarena o la Esperanza de Triana, sobre si habría que ponerle música a algún paso más o directamente poner más pasos... Bendita normalidad.
En la plaza de San Francisco sorprendió la presencia de una alfombra de flores elaborada por la Asociación de Alfombristas del Corpus Christi de Ponteareas, localidad de la provincia de Pontevedra. En su alfombra, que reproducía la bóveda de crucería de la Catedral, se utilizaron nada menos que dos mil claveles, así como tuya, brezo y cáscara de pino y de arroz.
Los miembros de la asociación, venidos especialmente para la ocasión desde la localidad pontevedresa, contaron con la colaboración de algunos paisanos residentes en Sevilla para montar esta espectacular alfombra que engrandeció la procesión eucarística, al tiempo que sirvió para promocionar el Corpus de dicha población.


Sobre las ocho y cuarto de la mañana comenzó la procesión, encabezada como siempre por los niños carráncanos y por el guión de la Hermandad Sacramental del Sagrario. Y detrás empezaron a desfilar las hermandades de gloria de la ciudad, siendo la primera la Divina Pastora de Capuchinos y tras ella se estrenó la Divina Pastora de Padre Pío, corporación que fue aprobada como hermandad en octubre de 2019, por lo que la de este año ha sido la primera procesión del Corpus en la que ha podido participar.





La Hermandad de los Sastres, la más antigua de las cofradías letíficas, es la que antecedía al primer paso de la procesión, el de Santa Ángela de la Cruz, imagen tallada en 2010 por José Antonio Navarro Arteaga. La Hermandad de la Amargura volvió a ocuparse del exorno de este paso y de portarlo a las órdenes del capataz de la Virgen de la Amargura, Alejandro Ollero.
Claveles, lisiantum y lilium, todo ello de color blanco, fueron las flores que adornaron este paso en el friso y en varias jarras del paso de palio de la Amargura. Además, la santa iba sobre la habitual peana de besamanos de la cofradía de San Juan de la Palma.
Santa Ángela de la Cruz fue la primera en pasar por la plaza de San Francisco ante la Virgen de la Hiniesta y por las portadas, que este año se dedicaban al LXXV aniversario de la Hermandad Sacramental de Santa Genoveva y al XXV aniversario de la Hermandad del Carmen Doloroso, efemérides ambas que se cumplieron en 2020.


































Detrás de Santa Ángela iban ya las hermandades de penitencia que no tienen carácter sacramental ordenadas según su día de salida. Comenzaba la Hermandad de Pasión y Muerte, y terminaba este primer tramo con la del Silencio.
Después nos encontramos con el segundo paso, el de Santa Justa y Rufina, que ha sido restaurado, lo que es una gran noticia, ya que en los últimos años se le había visto en un estado de conservación manifiestamente mejorable.
Cada año es una hermandad de penitencia de Triana, dado que las santas eran trianeras, la que se ocupa de conducir y exornar este paso. Siguiendo el orden de salida, en esta ocasión le ha tocado a la Hermandad del Cachorro, que ha utilizado cuatro candeleros y cuatro jarras del paso de palio de la Virgen del Patrocinio para adornarlo. Las flores han sido claveles rosas, que son las que adornan cada Viernes Santo dicho palio. El capataz era Juan Antonio Guillén.

































Detrás de las Santas Patronas seguía la representación de las hermandades de penitencia con el Calvario y continuaba la de las primeras corporaciones sacramentales, terminando con la Estrella, que llevó a la procesión su antiguo estandarte corporativo.
San Isidoro preside el tercer paso, aunque siempre, escuchando los comentarios de la gente, hay confusión en muchos sobre si es San Isidoro o su hermano San Leandro. El del libro, el de las "Etimologías", es San Isidoro, y es precisamente la Hermandad de las Tres Caídas de la parroquia que lleva su nombre la que se encarga de este paso, que iba íntegramente adornado con claveles blancos salpicados de espigas de trigo, tanto en el friso como en dos jarras del paso de palio de la Virgen de Loreto.
A Duque Cornejo se atribuye la talla de esta imagen, y la de su hermano, en la que llama la atención la vestimenta de orfebrería que tan bien casa con el altar del Jubileo en el que ambas imágenes reciben culto durante todo el año en la Catedral.





























El Buen Fin, la hermandad que se ha alzado este año con el primer premio del concurso de altares (ver), abría el segundo tramo de hermandades sacramentales, que se cerraba con la Hermandad del Santo Entierro.
Y detrás, el paso de San Leandro, del que tradicionalmente se ocupa la Hermandad de la Macarena. Igualmente que en el anterior, hubo flores blancas para adornar este paso, que contaba con margaritas, claveles y astromelias, también con espigas de trigo salpicadas. Al frente del paso, el capataz José María Rojas-Marcos.






















Antes del paso de San Fernando iban las últimas hermandades sacramentales, desde la de San Gil hasta Pasión. Y después, la representación del ejército portando la réplica del pendón de Castilla cuyo original se muestra en el interior de la Catedral, junto al acceso a la Parroquia del Sagrario, y que es la que el Rey Santo desplegó desde la Giralda al entrar en Sevilla.
Con el paso de San Fernando llega la música a la procesión eucarística a cargo de la Banda Sinfónica Municipal Sevilla, dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan. "El Corpus" fue la primera marcha que tocó en el momento de la salida del paso por la Puerta de San Miguel. Después sonaría "Rey de Reyes" y a continuación "Hiniesta Coronada" al llegar a la plaza de San Francisco.
Del paso de San Fernando, imagen de Pedro Roldán, se ocupa la Hermandad del Beso de Judas, que tiene al patrón como titular. Y, como es tradicional, la cofradía del Lunes Santo adornó el paso con diversas especies florales de color rojo. Lo que sí ha faltado este año ha sido el relicario que llevó en 2019 y que es el que va en el frontal del canasto del paso de Nuestro Padre Jesús de la Redención.







































Hasta el paso de San Fernando, que es el quinto de nueve, la distancia entre los diferentes pasos del cortejo es amplísima. Sin embargo, ésta se reduce considerablemente a partir del Rey Santo. De hecho, el siguiente, el de la Inmaculada Concepción de Alonso Martínez, viene después únicamente de la Banda Sinfónica, de algunas representaciones civiles y del Consejo General de Hermandades y Cofradías.
Por tanto, enseguida llega el paso de la Inmaculada, del que se ocupa la Hermandad del Silencio. Un gran variedad de flores blancas exornaba este paso de faldones celestes, tanto en el friso como en las jarras de las esquinas. Además, en dos jarras en los costeros había claveles blancos colocados de forma bicónica rematados en espigas de trigo. Y en las esquinas, junto a las maniguetas, se ubicaron algunos racimos de uvas.






























Con sus insignias basilicales y sus estandartes corporativos, vemos tras el paso de la Inmaculada a las hermandades cuyos templos tienen el rango de Basílica. Están colocadas por orden de antigüedad de la aprobación de dicho carácter, desde la más reciente a la más antigua. Así, van las hermandades del Cachorro, María Auxiliadora Coronada, el Gran Poder y la Macarena.
Detrás figuran los miembros de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando, y finalmente la Hermandad Sacramental del Sagrario, a la que pertenece el séptimo paso, el del Niño Jesús que en 1606 talló Juan Martínez Montañés, estableciendo con él un modelo escultórico repetido durante los siguientes siglos por multitud de artistas.
El Niño Jesús del Sagrario, vestido con túnica roja bajo su templete, contaba en su paso con un exorno floral compuesto por varias flores de tonalidades blanca y amarilla, así como largas espigas de trigo. Los cirios de los candeleros, por su parte, eran de color rojo, como corresponde a las corporaciones sacramentales.




















Llegamos al penúltimo paso, el de la Custodia Chica, que viene siempre precedida por la Delegación Diócesana de Laicos, Acción Católica, Cáritas, los seminaristas, las órdenes terceras, los diáconos y las distintas comunidades religiosas presentes en Sevilla.
La Custodia Chica es en sí misma un enorme relicario que alberga una de las espinas de la corona de Jesucristo. Por este motivo, la Hermandad del Valle, que conserva otra que sale a las calles cada Jueves Santo antes del paso de la Coronación, es la responsable de este paso, que venía adornado con claveles rojos, espigas de trigo, romero y un racimo de uvas en cada esquina. El capataz del paso de la Coronación de Espinas, Juan León, lo es también de la Custodia Chica.























La procesión llegaba al final, dado que al fondo se veía ya el paso de la Custodia de Arfe y se escuchaban de nuevo los sones musicales. La Real Maestranza, el Tribunal Eclesiástico, el Clero Secular, la Curia Diocesana, la Universidad de Curas Párrocos, la Coral de la Catedral, los Niños Seises y el Cabildo Catedral preceden a la Custodia, obra en plata de Juan de Arfe realizada entre 1580 y 1587.
Claveles blancos salpicados de romero, además de espigas de trigo y racimos de uvas adornaban el paso de Jesús Sacramentado, ante el que muchos ciudadanos se arrodillan al verlo discurrir ante ellos. Justo detrás se estrenaba en esta procesión el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, prácticamente un año después de su llegada a la Archidiócesis.
La Custodia de Arfe sí que pasó por encima de la alfombra de flores de la Asociación de Ponteareas, con cuyos miembros el arzobispo se detuvo unos instantes para felicitarles por su trabajo y para darles la bendición.








































Y otro que se estrenaba en la procesión, al menos en el cargo de alcalde, era Antonio Muñoz, que iba junto al resto de la Corporación Municipal tras la Policía Local de gala. También iba la representación de la Diputación Provincial y cerraba la larga procesión la Compañía de Honores del Ejército, muy aplaudida siempre por el público, acompañada de banda de música que, a su paso por la plaza de San Francisco, interpretó "Santos Lugares".







Con algo de retraso respecto a otros años, la Custodia entró en la Catedral sobre la una menos cuarto de la tarde tras recorrer el tradicional itinerario que desde la plaza de San Francisco siguió por Sierpes, Cerrajería, Cuna, plaza del Salvador, Villegas, Francos, Placentines, Argote de Molina, Álvarez Quintero, Alemanes, Cardenal Carlos Amigo y plaza de la Virgen de los Reyes.
Acababa una brillante procesión y se acababan los debates sobre sus posibles mejoras; pero volverán puntualmente a su cita el año que viene. Al fin y al cabo, esto es también la normalidad del Corpus.

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