viernes, 31 de enero de 2020

LA UNIDAD DEL MARTES SANTO


La unidad de la que tanto presumieron las hermandades cuando plantearon aquel experimento del Martes Santo con la carrera oficial al revés, y cuando, tras su puesta en práctica, analizaron todas como un rotundo éxito la experiencia, y cuando protestaron al unísono en 2019 al imponerles el Consejo un orden y unos horarios e itinerarios por decreto, por supuesto con la carrera oficial al derecho... ha desaparecido.
Ya no hay unidad alguna, dado que el hermano mayor de San Esteban ha escrito una carta a sus hermanos (y por mención expresa al Consejo y a sus compañeras de jornada), en la que explica los diferentes movimientos que ha realizado en los últimos meses para evitar que su hermandad vuelva a ser la que abra la jornada en la carrera oficial, saliendo para ello demasiado temprano para una cofradía del centro histórico y entrando prácticamente de día.
Todo para nada. Al parecer, habría propuesto ser segunda o quinta. Pero sus compañeras le han dado un portazo, lo que el propio hermano mayor interpreta como "incomprensión e insolidaridad". Ninguna quiere ocupar su lugar como primera del día (como tampoco los Panaderos quería ser última y lleva ya 30 años). La cuestión es que, pese a las razonadas quejas de San Esteban, que es cierto que quizá no ha hecho las mejores propuestas, el resto de hermandades tampoco se han esforzado demasiado en darle otra opción. Todas (o casi) parecen estar de acuerdo en que la imposición del Consejo no les gusta (a algunas menos que a otras), pero en lo que las siete que no son San Esteban también coinciden es en que si una hermandad tiene que ocupar el primer lugar, mejor que sea San Esteban a que sea "yo".
El "yoísmo" ha llegado también al Martes Santo, como está igualmente presente en cualquier otra jornada. ¿Se creyó alguien realmente lo de la unidad? Es fácil estar unidos cuando todos están de acuerdo. Lo realmente difícil y cuando realmente hay que presumir de unidad, solidaridad, bien común y todas esas palabras bonitas, es cuando, aunque no haya acuerdo, todos se implican en intentar paliar en la medida de lo posible los problemas de todos. Y ahí, justo ahí, es donde San Esteban se ha visto sola. Se nos rompió la unidad... de tanto pregonarla.
Y, ¿qué dice el Consejo? Pues que como no hay acuerdo en probar otro orden, que se repita lo de 2019. Eso y... ¿dónde está la palangana que me lave las manos? Ya sabemos que este Consejo, como todos los anteriores en realidad, no es muy de meterse en fregados difíciles, como hemos visto recientemente en el Miércoles Santo y en el Domingo de Ramos. La orden es de Campana a Catedral. Sí. A partir de ahí, vosotras os apañáis. Más tarde o más temprano llegará el Cecop a hacer el trabajo que evitan hacer el Consejo y las hermandades. Y si no, al tiempo.
Puede que realmente no exista ninguna opción que satisfaga a las ocho hermandades. Pero quizá precisamente en la inexistencia esté la solución. Si no hay un orden perfecto, si la prohibición del Consejo de la carrera oficial al revés persiste y si de momento sigue siendo un tabú de los gordos la posibilidad de cambiar de jornada procesional a alguna que otra cofradía, quizá la solución sea modificar el orden cada año, haciendo rotar así los "sacrificios" entre las distintas hermandades, en lugar de mirar para otro lado cuando San Esteban, como los Panaderos el Miércoles Santo, reclama esa comprensión y esa solidaridad que su hermano mayor echa en falta en la jornada de la presunta unidad.

EL CARTEL DE CARMEN LAFFÓN PARA EL IV CENTENARIO DEL GRAN PODER


La célebre pintora Carmen Laffón ha realizado el cartel del IV centenario de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, que fue presentado el pasado martes en las dependencias de la hermandad junto a la Basílica. En la web de la corporación se explica la obra de Laffón de la siguiente forma:

"En el óleo el Señor aparece representado de tres cuartos, con las manos atadas, en una visión en la que la sagrada imagen alcanza una dimensión devocional única, la de su anual besamanos. Despojado de toda opulencia, vestido con la túnica lisa y sin potencias, Laffón ha plasmado al Señor recreando su universo de atmósferas íntimas, emotivas, en la que la soledad de la imagen lo refuerza en su mirada de ternura, de misericordia. Dentro de su abstracción contenida, los rasgos del Señor se muestran incitando al espectador a adentrarse en la emoción que transmiten, una emoción interior sugerida, no explícita ni declarada, que va creciendo a medida que nuestra propia mirada se adentra en la del rostro retratado. Con su habitual minuciosidad plasma las manos del Señor, alcanzando su paleta de color a trascender todos los misterios de esas veneradas manos, desde la fuerza que le dio Mesa, a la que le da el pueblo beso a beso.
El cartel del IV Centenario debe encuadrarse en la categoría de retratos de la artista sevillana. Se trata del retrato de un Rey, el Rey de Reyes, plasmado sobre un fondo neutro, del que emerge el elemento sobre el que no cabe mayor distracción, un Rey Cautivo. Los colores del Señor sirven para marcar los planos y plasmar esa soledad no de la imagen, sino la que siente el devoto ante ella, adentrándose con discreción en la amplia paleta de morados, del malva al negro en su túnica. O en los vaporizados tonos púrpura con los que se da textura al plano inferior. Ambos son los colores con los que se viste al Señor".

El cartel se completa con la rotulación en la parte inferior de la obra, donde aparece en el centro el escudo de la hermandad y donde podemos leer "Jesús del Gran Poder. IV Centenario. 1620-2020".

425 AÑOS DE HISTORIA Y DEVOCIÓN


La sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla acogió entre los pasados días 16 y 26 de enero la primera de las exposiciones de este año enmarcadas en la programación del llamado "Círculo de Pasión". Se trató de la muestra titulada "425 años de historia y devoción. Archivo de la Hermandad de la Macarena", organizada con motivo de la efeméride fundacional que la cofradía de la Madrugá va a celebrar durante el año 2020.
No fue una exposición como las que habitualmente pueden verse en el Mercantil, ya que no hubo grandes enseres artísticos, sino que el grueso de la muestra se basó en documentos sacados del enorme archivo de la hermandad, lo que permitió leer datos muy curiosos sobre el pasado de esta corporación surgida en 1595 en el Colegio de San Basilio y titulada "Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza".
Al primer objetivo fundacional, dedicado en exclusiva a la caridad con pobres y enfermos, y al enriquecimiento espiritual, se sumó en 1624 su conversión en cofradía de penitencia. Pronto, en 1653, se trasladaría a la Parroquia de San Gil, donde en 1793 se fusionó con la Hermandad de la Virgen del Rosario, fundada a finales del siglo XVII. Posteriormente, en 1949 se traslada a su actual templo, declarado Basílica Menor en 1966.
En el patio del Mercantil encontrábamos en primer lugar la reproducción fotográfica del azulejo del Arco de la Macarena que sustituyó en 2014 al azulejo original durante su restauración. El azulejo se inauguró el 27 de mayo de 1923, en presencia de María Esperanza de Borbón. Fue obra del ceramista Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela, y fue sufragado por suscripción popular.
Junto a la reproducción del azulejo veíamos una foto del día de su inauguración y los recibos de su ejecución y de su colocación en el Arco.









Entrando en la primera sala, veíamos una vara que acompaña a la bandera pontificia, obra de Manuel Seco de 1952, junto a su boceto.



A continuación, se mostraba la carta de agregación de la Hermandad de la Macarena a la Basílica de San Juan de Letrán, de Roma, fechada el 9 de septiembre de 1830 y refrendada por el Papa Pío VIII.


A su lado, la carta de renovación de dicha agregación, fechada el 4 de octubre de 1964 y sancionada por el Papa Pablo VI.


Seguimos con la relación impresa con el sumario de los breves apostólicos otorgados a la hermandad por la Santa Sede, concediendo determinados privilegios espirituales.


Luego estaban los breves apostólicos del Papa Pío VIII concediendo indulgencias y gracias espirituales en 1830.


Veíamos también un cirial de plata cincelada de Fernando Marmolejo Camargo, de 1959, y su boceto.



De finales del siglo XIX es el diseño del escudo de la Hermandad de la Virgen del Rosario, pintado en tinta china sobre papel vegetal.


A su lado se mostraban distintos libros y documentos en los que se certificaba la cesión a la hermandad de varias propiedades: una casa en la calle Linos (Feria), varias casas en la calle Larga de Triana (Pureza) y tres inmuebles en la zona de la Cruz del Rodeo (Calatrava).




Del 11 de junio de 1790 es el proyecto de Reglas de la Hermandad de la Virgen del Rosario, presentado al Consejo de Castilla. Fueron aprobadas el 31 de enero de 1793, pero decretando su fusión con la de la Esperanza.


Vemos ahora el Libro de Acuerdos y Cabildos del periodo 1728-1828 y el Libro de Registro de Hermanos de 1732-1794.



Continuamos con la licencia del arzobispo de Sevilla, Francisco de Solís Folch y Cardona, a la Hermandad del Rosario para celebrar misa votiva en su altar de San Gil los días 28, 29 y 30 de octubre de cada año. Está fechada el 21 de marzo de 1764.


Del 1 de abril de 1799 es el inventario de bienes, alhajas y propiedades de la Hermandad del Rosario, presentada ante la Real Audiencia.


Seguimos con la lista de 1788 de hermanos fallecidos que se enterraron como limosna de la Hermandad del Rosario.


A continuación, se mostraba el expediente de solicitud para labrar una capilla en la Parroquia de San Gil, abriendo la pared bajo el arco donde estaba instalado el órgano de la iglesia (1670).


Y del 13 de julio del mismo año es la escritura de adjudicación de la propiedad de la capilla de la hermandad labrada en San Gil.


El siguiente documento era la certificación de los bienes y propiedades de la Hermandad de la Macarena, del 8 de abril de 1799.


De 1908-1909 es la cuenta general de gastos e ingresos de la hermandad.


Veíamos a continuación el acta de la concordia entre las hermandades de la Macarena y el Gran Poder para intercambiarse el orden de paso por carrera oficial, firmada el 24 de marzo de 1903.


Seguimos con la escritura pública de protocolización del acto de concordia, firmada ante notario el 13 de agosto de 1903.


El 1 de abril de 1904 la Hermandad del Gran Poder solicitó la primera venia tras la concordia, como se puede ver en el acta redactada para atestiguar el hecho.


Vemos ahora el primer Libro de Reglas de la Hermandad de la Macarena, válidas en el periodo de 1595 a 1654, con una renovación previa en 1624.


A su lado, el Libro de Reglas fechado en 1720, aunque nunca fueron ratificadas por la autoridad eclesiástica.


Veíamos juntos el Libro de Acuerdos y Cabildos de 1799-1811 y el Libro de Claverías de 1824-1830.



Al igual que contemplábamos antes con la Hermandad del Rosario, también veíamos la solicitud de aprobación de Reglas presentada al Consejo de Castilla por la Hermandad de la Esperanza el 11 de junio de 1790.


De 1625-1626 es la documentación relativa al pleito que mantuvo con la Hermandad de la Esperanza la de la Cena cuando ambas compartían sede en San Basilio. La Cena protestaba por el hecho de que la Esperanza dejase de acompañarla en su estación de penitencia a partir del momento en que ésta fue aprobada también como cofradía penitencial.


A su lado se veía la primera página del inventario más antiguo en la historia de la hermandad, de la segunda mitad del siglo XVIII, así como un inventario posterior de 1842.



A continuación, se mostraba el título de suscripción al fondo de difuntos de la hermandad, junto a un volante de notificación de fallecimiento. Su fecha es el 24 de enero de 1853.


También se exponía el Libro de Reglas de 1875, que contiene una copia de las primeras Reglas tras la fusión de las hermandades de la Esperanza y el Rosario, de 1793.


La muestra continuaba con el Senatus de la Centuria Macarena, de Viuda de Villarreal, y su boceto.



Y otro boceto veíamos después, como es el de las lámparas votivas de la Basílica, de Fernando Marmolejo.


A continuación, en una vitrina había varios documentos relacionados con el paso de misterio de la Sentencia, tales como el informe sobre la construcción del paso de Vicente Hernández Couquet, que se inició en 1857, o la circular de 1859 en la que se pedían donativos para su finalización.


De 1857 y 1858 son el presupuesto y el contrato con Juan Escacena para el dorado del paso y la restauración de las figuras del misterio, obra de Cristóbal Pérez del siglo XVII.


El 1 de enero de 1898 se firmó el contrato con el tallista Hipólito Rossi para la restauración y dorado del paso de la Sentencia.


Y el 14 de febrero del mismo año se concertó con el escultor Emilio Pizarro la realización de las nuevas tallas secundarias del misterio.


Finalmente, el 1 de septiembre de 1928 se firmó con Antonio Castillo Lastrucci el contrato para la realización de las actuales figuras secundarias del misterio de la Sentencia.



Seguimos con un plano de la reconstrucción de la Parroquia de San Gil de 1939 que incluye una serie de intercambios de solares entre la hermandad, el Ayuntamiento y la propia parroquia que darían lugar años después a la construcción de la Basílica.


A su lado, se mostraban varios planos del proyecto de la Basílica realizados por Aurelio Gómez Millán y fechados el 12 de octubre de 1946.



Pasamos al palio de la Macarena y, en concreto, al recordado palio de plata ruolz, del que veíamos dos bocetos diferentes dibujados por Francisco de Paula Ysaura en 1871, la factura del palio una vez concluido del 4 de enero de 1872 y una fotografía de este palio en la calle.




Luego podíamos ver la factura de la corona de oro de la Virgen de la Esperanza, obra realizada por Joyería Reyes, que cobró por ella 12.600 pesetas en 1913. Fue enriquecida en 1964 para la Coronación Canónica.



A modo de interpretación de la corona anterior, y labrada por una sola cara, la Joyería Dalmás hizo en 1942 una corona de plata que sería posteriormente dorada por Manuel Seco Velasco en 1953. Se exponían la propia corona, el presupuesto y la factura, fechada el 11 de abril de 1942.



Seguimos con la diadema de plata dorada y su boceto, de Fernando Marmolejo Camargo. Fue realizada en 1964 y la llevó la Esperanza en su traslado a la Catedral previo a su Coronación.



Después se mostraba el boceto de la cenefa de la pared del camarín de la Esperanza, obra también de Marmolejo.


Del mismo orfebre es el relicario de San José para una de las esquinas del paso de misterio del Señor de la Sentencia. Es de plata y, además del propio relicario, se podía ver el boceto y el presupuesto (13.000 pesetas), fechado el 9 de octubre de 1954.



Y seguimos con Fernando Marmolejo, dado que también fue el autor de las jarras donadas por los macarenos del Mercado de la Encarnación, cuyo boceto es del 22 de febrero de 1975.



En julio de 1938 la hermandad firmó con Antonio Castillo Lastrucci el contrato para la talla de dos cartelas, molduras y crestería para el paso de misterio. Pudimos ver el contrato y una de las cartelas.



Damos un salto hacia atrás en el tiempo para ver el contrato con el lampistero Baldomero López para la realización de 30 trajes para la centuria de la hermandad, siendo de metal el casco, la coraza, la rodela, el machete y la lanza. El contrato, que estaba expuesto, se firmó el 22 de junio de 1897 y también veíamos un casco y una coraza.




Volvemos a Fernando Marmolejo y a la decoración del camarín de la Virgen. Ahora veíamos el boceto de la decoración de la pared trasera.


Del ajuar de la Virgen del Rosario se exponía una parte de la ráfaga de plata dorada que labró en 1953 Manuel Seco Velasco. También se exponía el boceto de dicha pieza, así como la factura en la que se incluían la propia ráfaga (38.000 pesetas), la corona de la Virgen (22.600) y la corona del Niño Jesús (3.250).




Pasamos ahora a ver las potencias del Señor de la Sentencia realizadas en oro por Emilio García Armenta en 1960, así como su boceto.



A su lado, estaban las potencias de plata que realizó en 2005 Fernando Marmolejo Hernández, según el diseño de José Manuel Bonilla Cornejo, quien reprodujo unas antiguas potencias que aparecen en el inventario de bienes de la hermandad del año 1809.



Observábamos a continuación una de las bocinas realizadas en 1952 por Fernando Marmolejo Camargo, junto al boceto y la factura por el segundo pago de estos enseres procesionales.






El propio Marmolejo Camargo fue el autor del diseño del manto de la Coronación, firmado en 1962. Además, se exponía el contrato con el taller de Sobrinos de Caro para el bordado de esta nueva obra. Este contrato se firmó el 15 de febrero de 1963.



Junto a este contrato se mostraba otro con Manuel Elena Caro, del 18 de junio de 1940, para la confección, por 120.000 pesetas, de unas bambalinas bordadas en oro sobre malla, según diseño de Ignacio Gómez Millán, y que vinieron a sustituir al recordado, y añorado por muchos, palio rojo de Juan Manuel Rodríguez Ojeda.


Veíamos después unas muestras de terciopelo verde remitidas a la hermandad por la fábrica de tejidos Mariano Garín e Hijo, de Valencia, y la carta que las acompañaba, de 1869.


Del 25 de septiembre de 1859 es el contrato de ejecución de doce varas ochavadas, cuatro faroles, cuatro candeleros y una peana para el paso de palio de la Virgen de la Esperanza.


Y el 28 de noviembre de 1896 la hermandad firmó con el lampistero Baldomero López el contrato para la realización de doce varales para el palio.


Continuamos con varios documentos de pagos a cuenta relacionados con la hechura de la orfebrería en plata del paso de la Virgen de la Esperanza, realizado por Francisco Bautista, Emilio Landa y Juan Fernández entre 1936 y 1941.


Veíamos después el contrato y las facturas de las bordadoras y del diseñador de un manto verde y oro para la Esperanza, realizado por Elisa Rivera y con diseño de Rodríguez Ojeda. El contrato se firmó en septiembre de 1879.


El 26 de junio de 1899 se firmó con Rodríguez Ojeda el contrato para la ejecución del manto procesional más antiguo que posee la Esperanza Macarena, el camaronero, bordado en oro sobre terciopelo verde y malla. Se estrenó en la Madrugá de 1900.


Años después, el 15 de mayo de 1908, se firma el contrato de compra del palio rojo de Rodríguez Ojeda, que incluía la entrega como parte del pago del antiguo palio negro del mismo bordador, que posteriormente sería vendido a la Hermandad de la Estrella.


Seguidamente se mostraba una factura relativa a la realización por parte de Rodríguez Ojeda del llamado manto de tisú y a la reforma del techo de palio. La factura es del 22 de noviembre de 1929 y ambas piezas se estrenaron en 1930, siendo la última obra del bordador, que moriría ese mismo año.


El 29 de marzo de 1911 se contrató a la banda de tambores y cornetas de José Tristán para que sus doce miembros, vestidos todos de romanos, acompañasen por 100 pesetas a la cofradía.


También veíamos el convenio entre el mayordomo de la hermandad y Antonio Gutiérrez Sánchez para la reorganización de la Centuria Romana para la Semana Santa de 1915. El convenio se firmó el 19 de septiembre de 1914.


A su lado se podía leer el acuerdo del 21 de enero de 1922 entre la hermandad y la centuria para la celebración de una rifa en beneficio de la corporación. Se especifica que se rifaba una fotografía de la Esperanza Macarena y una medalla de oro y perlas. Junto a este documento había un impreso de la centuria solicitando donativos.


También se mostraba un presupuesto de Sucesores de Manuel Seco fechado el 28 de noviembre de 1934 en el que se tasaba en 3.600 pesetas la realización de enseres para doce nuevos miembros de la Centuria Romana, que pasaría a tener cincuenta miembros.


Y terminamos el repaso a lo expuesto en esta primera sala con un ostensorio de Manuel de los Ríos y su boceto de Manuel Flores, donado por los miembros del ropero de la hermandad en 1991.


Nos adentramos ahora en la segunda sala de la exposición, que en las paredes tenía colgados diferentes carteles de cultos y actos relacionados con la vida de la hermandad. Así, en primer lugar veíamos un cartel de la solemne función a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia de 1944, y de la Salve Solemne que la hermandad dedicó en 1937 a la Esperanza Macarena en la Iglesia de la Anunciación, donde se encontraba provisionalmente tras el incendio el año anterior de la Parroquia de San Gil.


A continuación, veíamos carteles de diferentes años de la función a la Esperanza en el día de la Expectación.





Y también, carteles de culto anunciadores del septenario.




Bajo estos carteles estaba la comunicación del Ayuntamiento de Sevilla informando de la concesión de la Medalla de la Ciudad a la Virgen de la Esperanza, fechada el 3 de abril de 1971; y junto a ésta se podía ver la propia medalla.



Seguimos con más carteles de cultos, en este caso los anunciadores del triduo a la Virgen del Rosario.



También había varios carteles de distintos años anunciadores del quinario a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia.



A continuación, había tres carteles relacionados con el cuarto centenario de la hermandad, que se celebró en 1995. Así, estaban el propio cartel de la efeméride, pintado por Juan Roldán; el del pontifical y la procesión extraordinaria del 23 de septiembre de aquel año; y el del vía crucis con el Señor de la Sentencia celebrado el 1 de marzo, Miércoles de Ceniza.




También podíamos ver diversos carteles alusivos a la Coronación Canónica, como el que pintó para anunciarla Alfonso Grosso. Asimismo, estaban los carteles del triduo a Jesús Sacramentado, de la función a la Virgen de la Esperanza y del triduo del mismo año; el del XXV aniversario de la Coronación, de Zenaida Pablo Romero; y el del L aniversario, de Guillermo Pérez Villalta.





Igualmente, se vieron varios carteles de corridas de toros benéficas organizadas por la hermandad.


Y completando el rodeo a las paredes de esta sala, se mostraba una fotografía orlada de la Virgen de la Esperanza con letras de saetas escritas por los hermanos Álvarez Quintero. Es una obra de 1931.


Finalmente, en la sala había diferentes vitrinas con documentos variados, como algunos relacionados con la construcción y bendición de la actual Basílica de la Macarena, planos y bocetos o el libro conmemorativo de la construcción del altar de la Hispanidad.










Por último, se podían ver diferentes enseres y recuerdos de la Coronación Canónicas, partituras de composiciones dedicadas a la hermandad, antiguas listas de cofradía y recordatorios, participaciones de lotería y programas de festejos.










"425 años de historia y devoción" ha sido una exposición muy densa en cuanto a contenido y que ha sido posible gracias a que estamos ante una hermandad que ha tenido el acierto, pero también la suerte (otras por distintos avatares no la han tenido) de conservar un amplísimo archivo que documenta con detalle la historia de una de las grandes hermandades de Sevilla.