domingo, 19 de enero de 2020

BESAMANOS EXTRAORDINARIO A LA VIRGEN DEL AMOR EN SU L ANIVERSARIO


La Hermandad de la Resurrección ha celebrado este domingo un besamanos extraordinario a María Santísima del Amor, la primitiva Virgen titular de la corporación, coincidiendo con el L aniversario de su bendición.
Hay que recordar que el pasado mes de diciembre, mes habitual de la celebración del besamanos anual, éste no se celebró por la cercanía de este culto extraordinario enmarcado en los actos que se vienen desarrollando desde hace algunos meses por los cincuenta años de la propia cofradía de Santa Marina.
Para este besamanos, la Virgen del Amor, obra de Jesús Santos Calero, ha estado ubicada en el presbiterio alto del templo de la calle San Luis, sobre una pequeña peana plateada y vestida con un conjunto de manto y saya de terciopelo burdeos con bordados en oro. Además, lucía la corona procesional de Nuestra Señora de la Aurora y en el pecherín tenía un puñal, un broche con el emblema de las escuelas lasalianas y una medalla de la hermandad.
Por otro lado, a la altura del vientre llevaba un alfiler con la advocación de la Aurora, la imagen que vino a ocupar el lugar de la Virgen del Amor, así como un broche con el escudo de la Hermandad de los Javieres, hermanada con la Resurrección. Asimismo, sujetaba un rosario en cada mano, siendo de cuentas doradas el de la mano izquierda y de grandes cuentas blancas el de la derecha, que es la que ofrecía a los devotos.
Detrás de la dolorosa, a modo de dosel y dejando ver en la parte superior al Señor de la Sagrada Resurrección, se situaban los antiguos respiraderos del paso de palio de la Virgen de la Hiniesta, obra de finales del siglo XIX de Cristóbal Ortega. En la parte superior, sobre la cartela central del frontal había otra superpuesta con el escudo de la Resurrección. Y entre las tres piezas había un fondo de damasco rojo y de terciopelo burdeos, separados ambos tejidos por galones dorados.
Junto al dosel había dos faroles y más hacia los extremos dos estructuras forradas en terciopelo y damasco que sujetaban diversos candeleros plateados con cirios blancos de gas, dos jarras con flores blancas, dos sacras y las partes traseras de los mismos respiraderos antiguos de la Hiniesta. Finalmente, a un lado y a otro del altar se colocaron unos blandones dorados, mientras que en el suelo se dispusieron cuatro centros florales.
































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