El Nazareno de la cofradía que cierra el Jueves Santo, sin corona de espinas ni potencias, se encontraba elevado en su peana de besapié, regalada por las hermanas de la cofradía en su 450 aniversario fundacional, y vestido con túnica morada lisa, con un cordón morado anudando su cuello y sus manos, entrelazadas por delante al no llevar la cruz sobre sus hombros.
Flanqueaban al Señor dos pequeñas columnas sobre las que se situaron dos jarras del paso de palio de la Virgen de la Merced con una variada composición floral a base de lirios, rosas y tulipanes, todos ellos de tonos morados. También del palio de la dolorosa de Sebastián Santos se emplearon sus cuatro faroles de plata, dos situados más altos junto a las jarras, y los otros dos a menor altura, ante la peana de besapié.
Detrás de Jesús de Pasión, el altar contaba con varios candeleros con cera roja, como corresponde a una hermandad sacramental, dos faroles plateados sobre columnas doradas de tipo salomónico y un friso sobre la mesa de altar con las mismas especies florales de las jarras, flores que también estaban en un centro en el suelo, a los pies del Señor.
El camarín del Nazareno estaba ocupado durante este culto por la talla de un crucificado de pequeño tamaño.
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