Delante, estaba la Virgen de las Aguas, vestida con manto azul y saya burdeos, ambos bordados en oro, sobre una fina peana de madera tallada y dorada, y entre dos jarras doradas con rosas blancas, y dos candelabros dorados.
La dolorosa que tallara Cristóbal Ramos llevaba en su pecherín un broche con su advocación y una cruz pectoral. Como curiosidad, hay que destacar que tenía las dos manos con las palmas hacia arriba, en lugar de mostrar la que daba a besar a los devotos con la palma hacia abajo. Asimismo, sostenía un pañuelo de encaje en la mano derecha.
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