El Señor vestía la túnica lisa con la que saldría posteriormente en la Madrugá y estaba elevado sobre una artística peana dorada. Lucía las potencias de filigrana de 1861 que fueron restauradas el año pasado.
El montaje de este besamanos es siempre tremendamente sencillo. Poco le hace falta al Gran Poder a su alrededor para destacar. De hecho, se reducía a la presencia de cuatro enormes blandones con cera color tiniebla y seis jarras de plata con claveles rojos.
Además, en los lugares de culto de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, y San Juan Evangelista, que estaban ya en el paso de palio, se ubicaron dos de los ángeles mancebos del paso del Señor.
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