jueves, 16 de abril de 2015

MIÉRCOLES SANTO 2015: LA CRUZ, EL RELOJ Y UNA PROMESA CUMPLIDA

Otro día de dictadura del reloj y programas de mano que se quedan obsoletos ante los retrasos. El Miércoles Santo ha sido una de esas jornadas de tímidos retoques horarios a raíz del conteo secreto del año pasado. Secreto porque, frente a la transparencia del resto de jornadas, las cofradías del Miércoles Santo decidieron no revelar los resultados del conteo de cada cortejo llevado a cabo en 2014.
Lo que sí se ha hecho público ha sido el reajuste horario en el tiempo de paso de cada hermandad por la carrera oficial. Un reajuste que no ha sido sino un leve retoque que, a la vista de los retrasos, una vez más, ha servido más bien de poco. Al menos, se agradece el intento que brilla por su ausencia en la jornada anterior.
Así pues, el Miércoles Santo de 2015 ha vuelto a estar pendiente del reloj y, por supuesto, de la cruz. Es un día donde la cruz está presente en un gran número de pasos por la cantidad de crucificados que salen a la calle, a lo que habría que añadir la cruz vacía del Baratillo, la que porta sobre sus hombros del Nazareno de la Divina Misericordia y la doble cruz de San Andrés que conforman las primeras tandas de la candelería del palio de los Panaderos.
La primera de esas grandes cruces salía a mediodía del barrio de Nervión, donde no se notó, porque realmente no se puede decir que se produjera, la bajada de temperaturas anunciada en días previos. Tampoco importaba demasiado. A estas alturas de la semana, el 'moreno procesiones' estaba ya plenamente marcado en la piel.
La Hermandad de la Sed comenzaba su estación de penitencia por la calle que lleva el nombre de su Cristo, la antigua calle Padre Coloma, cedida por el creador del Ratoncito Pérez al crucificado que un jovencísimo Luis Álvarez Duarte talló para una cofradía sobria en sus inicios y de puro sabor a barrio en la actualidad.
El paso de Cristo repitió exorno floral, con ese pronunciado monte de claveles rojos que llaman tanto la atención bajo el sol del mediodía. Lo que ha sido diferente es el aspecto del crucificado, que este año ha salido sin corona de espinas ni potencias, a diferencia del año pasado, en que se le pudo ver con ambos elementos.
Por la calle Cardenal Lluch, donde el Cristo de la Sed recibió una saeta desde un balcón, el cortejo salió a Eduardo Dato, en la que se produjo la tradicional visita al Hospital de San Juan de Dios, cuatro días después de que hiciera lo propio la Agrupación Parroquial de la Milagrosa. La Banda de Cornetas y Tambores San Juan Evangelista acompañó un año más al crucificado de Nervión durante todo su recorrido.































Un buen número de nazarenos de túnica y antifaz negro con capa blanca detrás, venía la Virgen de Consolación, bajo su palio de Charo Bernardino estrenado en 2012. Llevaba la Virgen de los ojos azules en la mano derecha un barquito, símbolo de la Iglesia y de la hermandad, de Fernando Marmolejo, que fue estrenado en el besamanos extraordinario celebrado a finales de noviembre por el 50 aniversario de la proclamación de María como Madre de la Iglesia, título que tiene la dolorosa de Nervión.
Hasta dos saetas desde el mismo balcón se interpretaron en la calle Cardenal Lluch para la Virgen de Consolación, que recibió también varias petaladas y a la que la Banda de la Oliva de Salteras, cuyos miembros habían dejado muy tarde en San Lorenzo a la Virgen del Dulce Nombre la noche antes, tocó dos veces seguidas "Consuelo de María", a la que siguieron después "Aniversario en Nervión" y "Macarena", de Cebrián, entrando en San Juan de Dios.
El palio, que estaba adornado con claveles blancos, salió de la Parroquia de la Concepción con la candelería encendida, pero poco a poco un auxiliar la fue apagando porque quedaba mucho camino por delante y aún faltaban horas para la noche.





















Ya en el centro de la ciudad, a las tres menos cuarto salía a la calle Feria desde la Parroquia de Omnium Sanctorum la cruz de guía de la Hermandad del Carmen Doloroso, que celebraba los 25 años de la talla de Nuestro Padre Jesús de la Paz. Por este motivo, las hermandades de la Resurrección y el Gran Poder de Camas, que amadrinaron la bendición, han participado en el cortejo.
Además, el Señor ha salido a las calles con una túnica cedida por la Hermandad del Beso de Judas perteneciente al Señor de la Redención. Es la misma túnica que esta Cuaresma ha llevado también el Señor de la Paz en su besapié, bordada en oro sobre terciopelo morado por Josefa Maya en 2004, que le ha dado una bellísima apariencia al Cristo de la hermandad más joven del Miércoles Santo.
Por otro lado, el paso de misterio, exornado con claveles rojos y las habituales tres rosas rojas junto a San Pedro, en alusión a las tres veces que el apóstol negó a Jesús, estrenaba la culminación de la talla de los respiraderos, obra de Sergio Acal.
La Agrupación Musical Virgen de los Reyes acompañó por tercer año a este misterio con la interpretación de "Señor de la Paz" nada más salir. Posteriormente, con el llamativo andar que ha ido definiendo año tras año la cuadrilla de costaleros, sonaron "Alma de Dios" y dos marchas adaptadas de cánticos de las Hermanas de la Cruz, "Azucena de Sevilla" y "Eres del pueblo", con la que el paso salió a la Alameda por la calle Belén.




























No tardó en salir el paso de palio de Nuestra Señora del Carmen en sus Misterios Dolorosos, que ha vuelto a llevar, por tercer año consecutivo, rosas de color rosa, aunque en este caso salpicadas de otras flores blancas.
La Banda Municipal de Música de Aznalcóllar acompañaba a la Virgen del Carmen bajo su palio azul, del que sólo está bordada aún la caída frontal, con marchas como la omnipresente "Como tú ninguna", "Hermanos costaleros" por la calle Peris Mencheta y "Triana de Esperanza" al alcanzar la calle Belén.























La Hermandad de San Bernardo, que tiene uno de los itinerarios más bonitos de toda la Semana Santa, ocupaba poco a poco el centro desde la Puerta de la Carne. El Cristo de la Salud estaba ya, a eso de las cuatro y media de la tarde, metido en la calle San José, donde, como cada Miércoles Santo, desde una casa se reparten innumerables vasos de agua al amplísimo cortejo de nazarenos de túnica morada y capa y antifaz negro. Este año, más que nunca, el agua de vecinos atentos y la que Emasesa ha repartido por millares de vasos en diferentes puntos del recorrido de muchas cofradías ha sido algo muy cotizado por quienes, bajo el antifaz, han demostrado que ellos son el elemento humano más importante de las hermandades.
El crucificado que llegó a San Bernardo desde la Escuela de Cristo pisaba los adoquines por los que horas antes discurría el Nazareno de la misma advocación y su Madre, la Candelaria. A esa misma hermandad se dirigía por la recta calle que alberga en pocos metros la Iglesia de San José, el Convento de Madre de Dios y, al final, la Parroquia de San Nicolás.
Hasta la misma puerta se acercó el paso del Cristo de la Salud, con su habitual monte de claveles rojos salpicados de lirios morados. Tras detenerse ante la representación de la Hermandad de la Candelaria, el paso continuó hacia Muñoz y Pabón mientras la Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas interpretaba "El Cachorro. Eterno aliento de Sevilla", que generó aplausos de los presentes cuando el Cristo siguió en busca de la Plaza de la Alfalfa.



































Con el Cristo de la Salud ya cerca de la Alfalfa, el paso de palio de la Virgen del Refugio aún se encontraba en el Puente de San Bernardo. Lo bajó para cruzar Menéndez Pelayo a los sones de "Virgen de los Estudiantes", a cargo de la Banda de Música de la Cruz Roja.
El paso de palio venía también con un clásico exorno floral, en este caso a base de claveles blancos, mientras que la dolorosa del Refugio, la primera que Sebastián Santos realizó para Sevilla, ha vuelto a salir sin toca de sobremanto, en lo que empieza a ser también una costumbre inalterable.
Por Santa María la Blanca el palio discurrió con rapidez, hasta el punto de saltarse incluso un punto donde había previsto un relevo de costaleros que hubo de llevarse a cabo más adelante. Junto a la fachada de la iglesia de Santa María la Blanca, que se encuentra inmersa en la tercera y última fase de su restauración integral, ahora centrada en las características yeserías, una anciana en silla de ruedas que decía ser hermana de San Bernardo "desde niña" tuvo suerte, ya que la Virgen del Refugio se detuvo ante ella.
Después, antes de internarse por la estrechez de San José, el paso se detuvo de nuevo para continuar sin pausa su itinerario siguiendo los pasos de su Hijo crucificado.





























Entre los estrenos musicales de la Semana Santa de 2015 hay que señalar que por primera vez la Agrupación Musical Veterana de Sevilla ha ido delante de la cruz de guía de la Hermandad de la Lanzada.


En la calle Alberto Lista resultó impresionante ver, desde la distancia, cómo el enorme paso de misterio de la Lanzada salía desde Saavedras. Casi dio la sensación de que no podría girar sabiendo de la estrechez de la que venía. Pero pudo salir a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, que se escuchaba con fuerza incluso cuando aún no había asomado ni un solo músico por la esquina.
Es el de la Lanzada un paso de misterio muy colorido, gracias al dorado, recientemente restaurado, las plumas y la capa rojas de Longinos, el manto también rojo y la saya azul de la Virgen de Guía, la túnica verde de San Juan y las vestimentas azules y verdes de las Marías. A esta gama contribuyó también el exorno floral, compuesto este año por rosas rojas. Desde 2012, en que sorprendió con lirios morados, no vemos este misterio con sus clásicos claveles rojos. Es de agradecer que las hermandades busquen otras opciones y apuesten año tras año por la variedad.
El Cristo de la Lanzada, otra cruz de este Miércoles Santo, avanzó con su pesado andar por Alberto Lista para salir al sol de Conde de Torrejón con la tranquilidad propia de una hermandad del centro que acaba de ponerse en la calle.























Detrás de los nazarenos del palio, con esos colores de sus túnicas que evocan la sangre y el agua del costado de Cristo, venía María Santísima del Buen Fin en su paso de palio neogótico, que este año se ha visto culminado en sus bordados, más de 40 años después de su estreno, con la finalización de las caídas laterales interiores, a cargo de Genoveva Rodríguez, que ha reproducido el diseño de la parte interior de las caídas frontal y trasera.
Además, se estrenaba la restauración, por parte de Juan Luis Aguado, de la gloria del techo de palio, que representa a la Esperanza Divina Enfermera, y de las cartelas pintadas de los respiraderos de talla dorada, únicos en un paso de palio de Sevilla.
Rosas color champán adornaban por completo este paso de palio de la dolorosa de Juan de Astorga, tras la que por estas primeras calles de su itinerario sonaron marchas como “Madrugá macarena”, “Virgen de la Paz”, “Rosario de Monte-Sión” (al paso de la Virgen del Buen Fin por la fachada de la casa hermandad de la corporación del Jueves Santo) y “La Estrella Sublime”, interpretadas por la Banda de Música Nuestra Señora de la Victoria, de las Cigarreras.




















Tras el paréntesis del Martes Santo, las calles Reyes Católicos y San Pablo volvían a llenarse de nazarenos, en este caso de color azul mecánico, o dicho de otro modo, azul baratillo. Caminaba muy despacio la hermandad, lo que nos lleva a pensar hasta qué punto era necesario dejar de pasar por Almansa y Santas Patronas, por ahorrarse dos giros, recorriendo en su lugar Pastor y Landero entera para salir a Reyes Católicos.
El enternecedor conjunto escultórico formado por la Virgen de la Piedad y el Cristo de la Misericordia, del que sigue llamando la atención la limpieza de la policromía tras su reciente restauración, venía sobre un monte de claveles de un rojo muy intenso. La Madre casi ni se atreve a rozar el cuerpo del Hijo muerto, quizá por no dañar más a quien ya no sufre dolor alguno.
La Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol se asentó muy bien tras este paso, dotando a la escena de la melancolía que el propio paso pide. La marcha “A ti” sonó ya en la calle San Pablo, ante la Parroquia de la Magdalena.





















La lentitud con la que avanzaba la cofradía fue aprovechada por la cuadrilla del paso de palio de la Virgen de la Caridad regalando a los presentes una también lenta chicotá por Reyes Católicos, mientras la Banda del Carmen de Salteras interpretaba “Sevilla cofradiera”. Fue un momento para admirar el excelente movimiento del paso y disfrutar de la contemplación del rostro de la Caridad del Baratillo, cuyo palio estaba adornado con jacintos y calas blancas.
Después, en la Puerta de Triana se pudo escuchar “Virgen de la Paz”, a la que siguió, con la Virgen de la Caridad buscando la Magdalena, “Y en Triana, la O”, como anticipo del paso por ese mismo lugar dos días más tarde de la última dolorosa trianera de la Semana Santa.
























A veces, lo extraordinario, cuando se demuestra bueno y un verdadero acierto, se convierte en ordinario. Es lo que ha pasado con el itinerario de ida de la Hermandad de las Siete Palabras, que el año pasado se modificó para pasar por delante del Conservatorio de Música, antiguo Convento del Carmen de donde 150 años antes había salido por primera vez el paso de misterio.
La hermandad, con muy buen criterio, ha decidido que ese itinerario ampliado por San Vicente, Baños, Goles, Puerta Real y Alfonso XII se convierta en definitivo, por lo que de nuevo ha estado más tiempo en la calle con luz solar, recorriendo más calles de un barrio que antes abandonaba rápidamente por el pequeño tramo inicial de San Vicente, tomando Alfonso XII desde la Plaza del Museo.
El primero en repetir fue Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia, con su paso de plata adornado con lirios morados. Estrenaba equipo de capataces, con la familia Ariza, que ese mismo día debutaron también en la Hermandad del Buen Fin.
En este punto ya se empezó a hacer evidente el retraso en el que se iba metiendo la jornada, con paradas muy prolongadas de los pasos.















Las Siete Palabras es una hermandad muy cómoda de ver, con pocos nazarenos y tres pasos. Pronto, por tanto, apareció el misterio del Cristo de las Siete Palabras y la Virgen de los Remedios, dolorosa que cumple precisamente en este 2015 su sesquicentenario. Hay que tener en cuenta que en esa primera salida del misterio en 1864 la Virgen que iba en el paso era la de los Dolores de la Hermandad de las Penas de San Vicente, que por entonces aún no existía.
Una variedad floral de tonos rojos constituyó el exorno floral de este paso de misterio, tras el que está más que consolidada la Banda de Cornetas y Tambores Esencia, con sus sones clásicos para un clásico paso de misterio que permanece prácticamente invariable desde el siglo XIX y del que siempre sorprende la gran altura del crucificado, que tuvo que ser bajado en la calle Goles para sortear algunos cables.

















En el nuevo palio de la Virgen de la Cabeza este año no ha habido ningún avance en materia de bordados, ya que ha salido igual que en 2014, bordada solamente la caída frontal. Además, sorprendió no ver el anunciado estreno de la gloria del techo, realizada por José Ramón Paleteiro, autor del proyecto completo de bordados.
Pero lo más llamativo es que tampoco llevó, como el año pasado, la antigua gloria, la de orfebrería que representa a la Virgen de la Cabeza de Andújar y su santuario. En su lugar, el techo ha salido completamente liso, viéndose cuatro agujeros en el techo.
En cuanto al exorno floral, el paso de palio ha llevado claveles blancos con paniculata. Por la calle Goles, la Banda de Música Nuestra Señora del Águila, de Alcalá de Guadaíra, interpretó marchas como “Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono” y “Esperanza Macarena”.
Hay que recordar, por otra parte, a Antonio Sánchez Padilla, hermano mayor de las Siete Palabras, fallecido el pasado Domingo de Resurrección. Descanse en paz.
















El retraso del día ya era algo irreparable cuando la Hermandad de los Panaderos discurría por San Miguel y Trajano. Fueron muchos los minutos que la cruz de guía estuvo parada porque aún no había salido de Javier Lasso de la Vega la Hermandad del Cristo de Burgos. Mientras tanto, los nazarenos se comprimían al máximo para que los pasos pudieran avanzar, aunque poco.
El paso de misterio de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento ha concentrado todas las miradas, no ya por el característico andar de la cuadrilla, sino este año además porque el Señor ha sido restaurado por Enrique Gutiérrez Carrasquilla, que fundamentalmente ha aclarado la policromía a través de una limpieza, mientras que el resto del conjunto escultórico ha sido objeto también de una restauración, ésta a cargo de Manuel Martín Nieto, autor del Cristo del Perdón que recibe culto en la Capilla de San Andrés y que preside el vía crucis cuaresmal de la hermandad.
Después de la variedad floral que lució el paso de misterio en 2014, este año se ha colocado otra similar, aunque con el curioso añadido de espigas de color verde entre las rosas, orquídeas y demás flores de tonalidad morada. Unas espigas que denotan la vinculación de la hermandad con el gremio de los panaderos, que le dan nombre a la corporación.
Pese a lo poco que el misterio podía avanzar antes de entrar en carrera oficial, los costaleros se emplearon a fondo para maravillar a los presentes con sus movimientos a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras.











El paso de palio de la Virgen de Regla también sufrió el parón, permaneciendo detenida durante bastantes minutos en el inicio de la calle San Miguel. Jacintos blancos y rosas de color rosa, todo ello salpicado también con espigas, fue el exorno floral del último palio del Miércoles Santo en carrera oficial.
Cuesta creer, viendo este paso año tras año, que nadie en la hermandad se dé cuenta de la cantidad de tela que le sobra al manto de la Virgen de Regla para que le quede bien. Y más cuesta creer que el anterior manto, con una forma mucho más estilizada y medida, lleve cinco años guardado en las dependencias de la corporación año tras año, siendo usado sólo en algún culto interno, incluyendo el besamanos de la Virgen del Buen Fin de la Lanzada, que lo llevó el pasado Domingo de Pasión. Una pena, aunque mucho me temo que ya va siendo hora de acostumbrarse.
La Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas acompañó un año más al paso de palio de los Panaderos, que lentamente fue dejando libre la calle San Miguel, por la que detrás venía este año ya de vuelta la Hermandad del Buen Fin.














Efectivamente, para minimizar en lo posible el parón que sufría año tras año en Javier Lasso de la Vega, este año el Buen Fin ha cambiado dicha calle por un rodeo por Daóiz, García Tassara, Amor de Dios y San Miguel. Pero el retraso que arrastraba el día no ha evitado que, una vez más, sufriera igualmente un parón, aunque hubiera sido más grave en su recorrido tradicional.
La Hermandad del Buen Fin gana año tras año. Es una hermandad que cuida los detalles y en este 2015 ha sorprendido con un exorno floral para el paso de Cristo verdaderamente llamativo, ya que el monte estaba formado por anthurium de color rojo, mezclado con otras flores del mismo color que también se encontraban en las jarras y en el friso. El anthurium es una flor muy particular, por lo que su utilización como monte del paso de un crucificado era una apuesta arriesgada que, sin embargo, ha dado un excelente resultado.
Y otro estreno, como queda dicho anteriormente, era el de la familia Ariza al frente de ambos pasos. En el caso del Santísimo Cristo del Buen Fin, la cuadrilla realizó dos impecables giros, de San Miguel a Jesús del Gran Poder, y de ésta a Las Cortes, con los clásicos sones de la Centuria Macarena.























Por su parte, el paso de palio de Nuestra Señora de la Palma, que estrenaba una nueva palma de oro en el pecherín realizada por la joyería El Toisón, presentaba una variedad floral de color blanco a base de rosas, jacintos y anthurium; una combinación de lo más conseguida. La Virgen de la Palma también llevaba, aunque sin lazo, la Medalla de la Ciudad, concedida por su Coronación Canónica hace ya diez años.
La Banda de Música de las Nieves de Olivares interpretó por Jesús del Gran Poder la marcha “Amarguras”, a la que siguieron después “Triana de Esperanza” y la siempre melancólica “Cristo del Buen Fin”, ya en la Plaza de la Gavidia.






















Desde la Gavidia, nos desplazamos ahora hasta la calle Sales y Ferré (que no Ferrer), por donde en silencio y ante una gran cantidad de público, quizá más que otros años en ese mismo punto, regresaba a la Parroquia de San Pedro la Hermandad del Cristo de Burgos, la única cofradía de negro del Miércoles Santo.
El paso del Santísimo Cristo de Burgos, la talla documentada más antigua de la Semana Santa (se sabe que el Cristo de la Vera+Cruz es anterior, pero no existe documentación), lucía este año un monte de lirios morados, a diferencia de 2014, cuando salió con claveles rojos.
Superada la breve estrechez de Boteros tras dejar atrás la calle San Juan, por la que sólo esta hermandad y la Resurrección pasan en toda la Semana Santa, el paso quedó parado en el inicio de Sales y Ferré, donde recibió una saeta de un hombre a pie de calle.
Pese al retraso de la jornada, la hermandad no perdió en ningún momento su andar pausado. Por delante quedaba la plaza que lleva el nombre del crucificado, uno de los lugares más bellos, si no el que más, para disfrutar de la cofradía de San Pedro.











Más dificultades para sortear la estrechez tuvo el paso de palio de Madre de Dios de la Palma, salvada sin embargo sin problema por la pericia de capataces y cuadrilla.
El palio de la dolorosa de Manuel Gutiérrez Reyes, con jarras de compactos claveles blancos, iba acompañado por la Banda de Música del Maestro Tejera, que interpretó la marcha “Valle de Sevilla”, con la que buscó la Plaza del Cristo de Burgos.












Como las promesas están para ser cumplidas, completada la nómina de las nueve cofradías del Miércoles Santo, nuestros pasos se encaminan hacia San Antonio de Padua, como quedó decidido en 2014, cuando el palio del Buen Fin se alejaba de vuelta al barrio de San Lorenzo. Dicho y hecho.
La Virgen de la Palma regresaba a casa, donde ya estaba el Cristo, y en la Plaza de San Antonio de Padua sonaba para ella “Aniversario macareno”, seguida de “Rocío” en el giro a la calle San Vicente.
Detrás del palio, una familia seguía hasta el final a la dolorosa en su regreso al templo. La inocencia de un niño se refleja en la pregunta a su padre: “¿La Virgen qué es lo que hace?”. Y el padre le explica que es la Madre de Jesús y que llora porque lo han matado. A su lado, dos mujeres no pueden reprimir el llanto acordándose de un familiar. “Ya está, Mari Carmen; ¡ahora que yo me he repuesto vas a empezar tú!”. Pero Mari Carmen no puede contener el llanto mientras el paso de palio se mueve a los sones de su marcha, “Virgen de la Palma”, con la que entra en el templo, como es costumbre, sin darse la vuelta previamente.











Y en el inicio de la misma calle, la Parroquia de San Vicente asiste a la vuelta de la Hermandad de las Siete Palabras. El Nazareno de la Divina Misericordia ya está dentro y la Banda de Cornetas y Tambores Esencia anuncia la pronta llegada del paso de misterio, que avanza con cierta rapidez, ya que, no sólo no se detiene cuando acaba una marcha, sino que el propio capataz, Rufino Madrigal, pide a la banda que toque otra porque no va a parar aún el paso.
Con la segunda marcha finalizada, ahora sí, el paso se para, en presencia de uno de los hermanos Gallego, capataces de la Bofetá y del Carmen Doloroso. Rufino Madrigal le dedica la levantá y el paso del Cristo de las Siete Palabras alcanza la Parroquia de San Vicente.
Antes de entrar, mientras el Cristo es bajado para sortear el dintel, una mujer le canta una saeta. Finalmente, poco a poco, desaparece por el interior de San Vicente.




Por su parte, el paso de palio de la Virgen de la Cabeza recorre los últimos metros del itinerario con “Amarguras”, antes de cuya interpretación el capataz dedica la levantá a un valenciano que todos los años está junto a la hermandad en su regreso a San Vicente, y que en ese momento registra con su móvil la dedicatoria.
La partitura de Font de Anta se convierte en la banda sonora de la despedida de la Virgen de la Cabeza, que completa así la vuelta a casa de la Hermandad de las Siete Palabras, aproximadamente una hora más tarde de lo previsto.







El día de las cruces se cerraba cuando ya era Jueves Santo. Las vivencias se acumulaban en el corazón, satisfecho tras otro día de intensidad cofradiera y de una promesa cumplida con la franciscana Virgen de la Palma.

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