Eso no quita, desde luego, que estemos ante un gran paso de misterio, que ya estaba en la calle en este Lunes Santo cuando aún no eran las doce del mediodía. Gran diferencia con el año pasado, cuando la Hermandad de San Pablo fue la primera en tener que suspender su estación de penitencia por la lluvia. Este año ha sido distinto en lo meteorológico, pero no ha sido la única diferencia. Desgraciadamente, la cofradía perdía en diciembre a su hermano mayor, víctima de una grave enfermedad. Miguel Ángel Campos ha estado presente en la mente y en el recuerdo de todos los hermanos a lo largo de la estación de penitencia.
La Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, la misma que, precisamente, acompañó el día anterior al misterio de la Amargura, volvía tras otro Herodes poniendo sus sones, aunque con un repertorio no tan limitado como el que imponen los cofrades de San Juan de la Palma.
Venía el paso de misterio adornado con una exquisita variedad floral de tonalidades morada, malva y roja, dando muestras por la Avenida de Pedro Romero de su buen andar costalero a las órdenes de José Zambrano y sus auxiliares. Eso sí, el andar era más bien rápido, dada la enorme distancia que la hermandad tiene que recorrer hasta conquistar el centro de la ciudad.
La devoción del barrio con su hermandad permite la contemplación de escenas curiosas, pero también emotivas. Así se puede describir la imagen de una señora cantando una saeta en voz muy baja al Cautivo y Rescatado y a bastante distancia; saeta que sólo quienes estaban a su alrededor podían escuchar, incluyendo a una chica joven a la que la escena parecía hacerle gracia. ¿Qué le vamos a hacer? Los hay que jamás entenderán la grandeza de la Semana Santa, que es tanto como decir la grandeza de la fe y la devoción más sincera. Una saeta es una oración, y el saetero, en este caso saetera, no siempre necesita que todo el mundo escuche su cante para hacer llegar al Señor su plegaria. El que la tenía que escuchar, la escuchó perfectamente. Y lo demás, poco importa. Más adelante, el paso de misterio se detuvo a la altura de una mujer en silla de ruedas que agradeció el gesto. Es en los pequeños detalles donde todo esto tiene sentido.
En el cortejo del paso de palio de la Virgen del Rosario,
iba una representación de la Hermandad del Cautivo de Brenes, una corporación
trinitaria como la de San Pablo. Iba justo delante del estandarte corporativo
de la propia cofradía sevillana.
Detrás, recorriendo ya las calles del Polígono de San Pablo,
barrio que acaba de cumplir cincuenta años, venía la dolorosa del Rosario, de
nuevo bajo su palio azul oscuro liso, al no haber dado tiempo a estrenar el
nuevo palio que está realizando Charo Bernardino, y que tendremos que esperar
al Lunes Santo de 2018 para verlo en la calle.
Rosas blancas en la delantera y claveles del mismo color en
las laterales componían el exorno floral de este paso de palio que tenía un
cirio de la candelería dedicado a los cristianos perseguidos en numerosas
partes del mundo. Bajo la cruz trinitaria, podíamos leer en este cirio: “Con
los perseguidos por su fe en Cristo”. Además, tenía la vara dorada de hermano
mayor atada con lazos negros al respiradero frontal.
Por la Avenida de Pedro Romero, la Banda de Música María
Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, venía interpretando “Como tú
ninguna”. Después, la siguiente levantá se dedicó a Gutiérrez, un compañero de
la cuadrilla que se alejó del paso emocionado tras la dedicatoria. “Virgen de
la Palma” fue la siguiente marcha que sonó tras el paso de palio, que se detuvo
nuevamente junto a la mujer en silla de ruedas. “Por una mujer que estaba
enferma el año pasado y aquí está con su hija”, dijo el capataz. Después, la
Virgen del Rosario, que celebró los diez años desde su hechura vistiendo una saya de la Macarena y un puñal de la Esperanza de Triana, continuó su camino hacia el centro, ahora a los sones de “La
Asunción de Cantillana”.
La sombra que proporciona la calle Santiago era un respiro
para la gente en un Lunes Santo que, como el Domingo de Ramos, estaba marcado
por el calor, aunque menos intenso del que íbamos a tener en los días
siguientes.
La lluvia de 2016, que hizo que la Hermandad del Beso de
Judas tampoco pudiera salir a las calles, ha hecho que en este Lunes Santo se
hayan concentrado dos grandes estrenos textiles de esta corporación. En el paso
de misterio, donde Judas entrega a Jesús con un beso en el Huerto de los
Olivos, ha sido novedad la vestimenta de los apóstoles, todos ellos con túnicas bordadas por el Taller de Santa Bárbara, cada una de un color y con motivos alusivos a cada uno de ellos. Un detalle, eso sí, es que las túnicas de San Juan, San Pedro, Santiago, San Andrés y Santo Tomás están bordadas en oro, mientras que la de Judas, con menos bordados y con su característica capucha, lo está en plata. Por supuesto, también el Señor de la Redención ha lucido una túnica bordada, en lugar de su habitual lisa. En concreto, llevaba la túnica de tisú bordada en oro por Francisco Carrera Iglesias en 2008 con motivo de los cincuenta años de la bendición de la imagen.
A lo largo de la calle Santiago, la Agrupación Musical de la Redención encadenó diferentes marchas procesionales, como "Rocío del Cielo" o "En tu caminar", tras este paso que lució un llamativo exorno floral.
A lo largo de la calle Santiago, la Agrupación Musical de la Redención encadenó diferentes marchas procesionales, como "Rocío del Cielo" o "En tu caminar", tras este paso que lució un llamativo exorno floral.
Y detrás, cerrando el cortejo, el paso de palio de María
Santísima del Rocío, que pudo estrenar en la calle, tras la salida frustrada
del año pasado, su nuevo manto bordado en oro y sedas sobre terciopelo verde
por el Taller de Santa Bárbara.
A lo largo de la calle Santiago fueron numerosas las
petaladas que cayeron sobre el techo de malla y terciopelo en cuya gloria vemos
una paloma que simboliza al Espíritu Santo y que recuerda a la Blanca Paloma
almonteña con la que la Hermandad del Beso de Judas comparte no sólo advocación
mariana, sino una estrecha relación a lo largo del año.
La Banda de las Nieves de Olivares interpretó “Esperanza de
Triana Coronada” para el giro de la Plaza Jesús de la Redención a la calle Santiago,
a la que seguiría después “Rosario de Monte-Sión”. Hay que subrayar el exorno
floral de este palio, con flores incluso enroscadas en la parte baja de los
varales, compuesto por rosas, hortensias y hasta flores secas con los colores
de la hermandad, morado y verde.
Entre más y más petaladas, la Virgen del Rocío avanzó hacia
Santa Catalina, dejando tras de sí la contemplación de su nuevo manto, que ha
venido a completar las reformas que en los últimos años se han acometido en
este paso de palio.
La Hermandad de Santa Genoveva, por su parte, ya estaba en
el centro a esa hora de la tarde, discurriendo por el barrio del Arenal, del
que se quedó muy lejos en 2016, cuando llegó a salir, aunque la amenaza de
lluvia la obligó a regresar al templo cuando la cruz de guía estaba llegando a
la Plaza de España y el paso de palio apenas había salido del Tiro de Línea.
Por Arfe venía el Cautivo, que este año ha sacado a la calle
una túnica de terciopelo y un exorno floral compuesto de rosas rojas en el
monte y lirios morados en el friso. La banda de cornetas y tambores propia de
la hermandad, que el día anterior iba delante de la cruz de guía de Jesús
Despojado, ponía sus sones tras el paso, que salió de la sombra de Arfe al sol
de la Puerta del Arenal antes de internarse por la calle Castelar buscando la
Plaza Nueva.
Detrás, un buen número de vecinos que, como cada Lunes Santo, no se separan de su Cautivo a lo largo de todo su recorrido, a excepción de la carrera oficial, donde se retiran para recibir de nuevo al Señor a la salida de la Catedral.
Y otro estreno frustrado por la lluvia del año pasado: el
palio restaurado de la Virgen de las Mercedes pudo por fin lucir bajo el
intenso sol de este Lunes Santo. Jesús Rosado ha devuelto todo su esplendor a
este maravilloso palio de Sobrinos de Caro que combina el terciopelo rojo y la
malla, todo ello bordado en oro.
La Banda de Música del Carmen de Salteras acumula años y
años tras el palio de la Virgen de las Mercedes, que pasó por Arfe a los sones
de “Madrugá Macarena”. Después, tras un relevo de costaleros, el palio giró
lentamente, comandado por los Villanueva, en la Puerta del Arenal para
dirigirse a Castelar con el acompañamiento de la marcha “Jerusalén”.
También muy bello el exorno floral de este paso de palio,
que combinaba las rosas blancas de gran tamaño con otras flores de tonalidades
moradas, rosas y verdes.
Una larga hilera de nazarenos blancos cruzaba el Puente de
Triana. La Hermandad de San Gonzalo seguía la senda de la Estrella del día
anterior y se encaminaba hacia el centro por Reyes Católicos. Y como la
Estrella, también San Gonzalo sale a la calle antes de lo que podría salir,
dado que habitualmente su cruz de guía está en Rioja cuando el palio de Santa
Genoveva aún va por Velázquez, y en carrera oficial la Hermandad de Santa Marta
tiene que pasar entre una y otra.
El paso de misterio de Nuestro Padre Jesús en Su Soberano
Poder ante Caifás terminaba su habitual recital de coreografías y marchas de la
Banda de las Cigarreras ante la Capilla de la Estrella y seguía por San
Jacinto, realizándose un relevo de costaleros. Después, hubo una chicotá
bastante corta a tambor y, a continuación, el paso siguió con una marcha hasta el final
de la calle San Jacinto. Más adelante esperaba otra parada antes de cruzar el
puente; en este caso, ante la Capilla del Carmen.
Tras la ausencia por la lluvia del año pasado, el Señor
volvía ahora a reconocer su filiación divina ante un irritado Caifás que se
rasga las vestiduras y da por concluido el falso juicio. Reo es de muerte.
Lo que comentábamos sobre la Hermandad de la Milagrosa en la
crónica del Sábado de Pasión sirve también para hablar en este caso de San
Gonzalo. El público que busca exclusivamente movimientos coreográficos de los
pasos, aunque hayan sido mil veces repetidos, permite la contemplación de los
pasos de palio con mucha más tranquilidad.
Es lo que pasó con el de la Virgen de la Salud, que se podía
seguir fácilmente por San Jacinto antes de llegar a la Estrella. La dolorosa de
San Gonzalo salía por primera vez vestida por Antonio Bejarano, que el pasado
otoño asumía esta dedicación en la hermandad del Barrio León.
Jacintos blancos adornaban este paso de palio que alcanzó el
azulejo de la Virgen del Rocío de la fachada de la Iglesia de San Jacinto a los
sones de “Virgen de las Aguas”, a cargo de la Banda de Música Santa Ana de Dos
Hermanas. Allí es costumbre que se presente ante la hermandad una
representación de la del Rocío de Triana con su estandarte, pese a que San
Jacinto no sea ya su sede ni la de ninguna otra corporación. El palio de la Salud se detuvo ante el azulejo y una mujer le cantó una saeta. Tras ella, la Virgen
se alejó con la interpretación de la marcha “Salve, Rocío de Triana”.
El próximo 7 de octubre, la Virgen de la Salud volverá a
salir en dirección a la Catedral para su Coronación Canónica, que se celebrará
una semana más tarde antes de su regreso en triunfo a Triana.
La Hermandad de las Aguas es una de esas corporaciones que,
como el Rocío de Triana, tuvo que abandonar San Jacinto. Sin embargo, su
destino estaba fuera de Triana, en el barrio del Arenal, donde conoció el
momento de esplendor del que ahora disfruta en su capilla propia del Rosario,
en la calle Dos de Mayo.
Tras pasar por ella y Arfe, la cofradía era la primera en
recorrer entera la calle Castelar y en visitar a la Hermandad de Jesús
Despojado en la Plaza de Molviedro. Tras la cruz de guía y la primera parte del
cortejo de nazarenos de túnica blanca y capirote morado, asomó a lo lejos,
desde la Puerta del Arenal, el paso de misterio del Santísimo Cristo de las
Aguas, acompañado por la Virgen del Mayor Dolor, San Juan Evangelista, María
Magdalena y el ángel que, de manera alegórica, recoge en un cáliz la sangre y
el agua que brotan del costado de Cristo por la lanzada.
La Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, que
había dejado al Cautivo y Rescatado de San Pablo en la Catedral para ser
sustituida por la Banda San Juan Evangelista, venía un año más tras el Cristo
de las Aguas, cuyo paso estaba adornado con rosas rojas de gran tamaño y lirios
morados.
Para el giro de Castelar a Molviedro, la Banda de las Tres
Caídas tocó uno de sus éxitos recientes, como es la marcha “La Pasión”, con la que
el paso llegó hasta la Capilla del Mayor Dolor, abierta de par en par, donde
fue recibido por la Hermandad de Jesús Despojado. Fue la devolución de la
visita que el día anterior ésta había hecho a las Aguas.
La Virgen de Guadalupe ha cumplido cincuenta años desde su
bendición en la Parroquia de San Bartolomé, donde entonces tenía su sede la
Hermandad de las Aguas. Es un año muy especial, por tanto, para la cofradía,
que ya en febrero celebró un besamanos extraordinario en la Parroquia del
Sagrario, con la dolorosa vestida tal cual lo estaba en 1967.
Este Lunes Santo no podía pasar sin un guiño especial a esta
misma efeméride, razón por la que la Virgen de Guadalupe ha procesionado en su
paso de palio vestida de hebrea. Hay que tener en cuenta que en las primeras
fotografías que se le hicieron a la dolorosa antes de su bendición, siendo ya
propiedad de la hermandad, aparecía vestida así. En cualquier caso, en lugar de
un aro de estrellas, la pudimos ver en su estación de penitencia con la diadema
de plata sobredorada de la Virgen del Mayor Dolor.
La Banda Municipal de Música de Mairena del Alcor venía
tocando la marcha “Candelaria” por la calle Arfe, hasta que el paso de palio se
detuvo para que una chica joven le cantara una saeta, como antes había ocurrido
con el Cristo de las Aguas.
Más adelante, la Virgen giró de Castelar a Molviedro con la
marcha “Virgen de los Dolores y Misericordia”. También el día anterior, la
dolorosa de Jesús Despojado llegó hasta la Capilla del Rosario con “Nuestra
Señora de Guadalupe”. Lazos de unión entre las corporaciones del Arenal
sevillano.
Nos vamos ahora a la calle Orfila, por la que regresaba a su
templo la Hermandad de Santa Marta, que siempre avanza a un ritmo bastante
rápido. La Hermandad de los Panaderos la recibió a las puertas de su capilla, a
la que llegó el paso del Traslado al Sepulcro tras la saeta que Manuel Cuevas
le cantó al Santísimo Cristo de la Caridad y a Nuestra Señora de las Penas.
En silencio, con su paso adornado con lirios morados y una
sola rosa roja bajo la mano derecha del Señor, el impresionante conjunto
escultórico de Luis Ortega Bru, modificado para añadir las imágenes de la
dolorosa y Santa Marta, de Sebastián Santos, volvía a la Parroquia de San
Andrés tras cumplir con su estación de penitencia en la Catedral.
En 2016, cuando se cumplió el centenario del nacimiento de
Ortega Bru, la Hermandad de Santa Marta encabezó una serie de actividades de
homenaje a su figura en las que tuvieron una participación activa sus propios
hijos. Durante ese tiempo, las tallas de María Salomé y María Cleofás, que no
reciben culto en la capilla de la hermandad, pudieron verse de manera excepcional junto al resto del
misterio.
Una característica, tanto en la salida como en la entrada de
esta hermandad, es que las campanas de la Parroquia de San Andrés tañen a
duelo, siendo ése el único acompañamiento musical de la fúnebre escena en la
que José de Arimatea y Nicodemo conducen el cuerpo inerte de Jesús al sepulcro,
con el acompañamiento de las tres Marías, Santa Marta y San Juan, que consuela
en la trasera del paso a la Virgen de las Penas.
"Toma tu cruz y sígueme". Con esta frase, escrita en la cruz de guía, la Hermandad de la Vera-Cruz va llamando la atención de todos cuantos la ven pasar por las calles. La cruz de cada día, los problemas, las preocupaciones... Todo ello es lo que Jesús nos pide cargar sobre nuestros hombros y caminar junto a Él, confiados en que todo tiene un porqué y, principalmente, que todo tendrá solución.
Es el mensaje del Cristo de la Vera-Cruz, la imagen más antigua de la Semana Santa de Sevilla, con un estilo artístico de transición entre las postrimerías del gótico y los inicios del barroco.
Los clásicos lirios morados adornaban el paso de madera en su color del Cristo de la Vera-Cruz, bajo el que los costaleros aprovechan las paradas para rezar. Y tras el paso, la colorida representación de hermandades de la Confraternidad de la Vera-Cruz, que tienen la mayoría de sus estaciones de penitencia entre el Jueves y el Viernes Santo.
Antes del paso de palio de la Virgen de las Tristezas venía
el Lignum Crucis. El nazareno que lo porta lo ofrece a besar a cualquier
persona que esté viendo el cortejo en la calle, aunque hay que recordar que
también en la cruz de guía va otro trozo sagrado de la cruz en la que murió el
Señor.
Otro aniversario importante celebraba la Vera-Cruz, ya que la imagen de María Santísima de las Tristezas ha cumplido setenta y cinco años, motivo por el que la hermandad tiene en proyecto la realización de una nueva corona procesional para la dolorosa de Antonio Illanes.
El paso de palio de cajón de las Tristezas llevaba un año más un exorno floral compuesto en su totalidad por rosas blancas. Lejos queda ya el tradicional adorno que solía llevar con lirios blancos.
Con cierta celeridad, como habitualmente anda este paso, la Virgen de las Tristezas recorrió Javier Lasso de la Vega para cruzar Trajano hacia Aponte, y pasar después por Jesús del Gran Poder y Las Cortes hasta la Plaza de la Gavidia, donde un joven le cantó una saeta desde un balcón antes de que siguiera hacia Baños.
La Vera-Cruz volvía a su capilla, y más atrás hacía lo
propio la Hermandad de las Penas, que por cuarto año regresaba por Tetuán,
Velázquez y la Campana. El Señor de las Penas, con su paso adornado con
claveles rojos, vestía la misma túnica que en su besamanos del Domingo de
Pasión, la bordada en oro sobre terciopelo burdeos por Salvador Aguilar y
Manuel Mendoza en 2012.
Bastante gente seguía al Señor por el Duque y por Alfonso XII, concentrándose la mayoría en el lado derecho, hacia donde mira este Cristo de Pedro Roldán concebido como imagen de retablo; de ahí su posición para ser contemplado expresamente desde dicho lateral.
Tras detenerse el paso a la altura de la Iglesia de San Gregorio, el Señor de las Penas continuó hasta girar en Santa Vicenta María, seguido por diversos hermanos penitentes con cruces al hombro.
Por su parte, el paso de María Santísima de los
Dolores ha estrenado la finalización de la restauración del palio, del que
restaban las caídas laterales. Ha sido un proceso largo llevado a cabo por
Sucesores de Caro, que comenzó por el techo en 2012, y que ha devuelto el
esplendor a un palio que salió precisamente del taller de Caro en los años
cincuenta.
Antonio Santiago mandaba a la cuadrilla de este paso de
palio, que llegó desde la Campana hasta la Plaza del Duque a los sones de “Margot”,
por parte de la Banda de Música del Maestro Tejera. Después, por Alfonso XII
sonó “La Quinta Angustia”.
Más adelante, en el giro de Santa Vicenta María a Virgen de
los Buenos Libros la banda interpretó “La Madrugá”, una marcha que ha sonado
bastante este año. Tras la interpretación de esta marcha, en una parada, tuvo
lugar el canto de una saeta a dos voces, siendo una de ellas la de Manuel
Cuevas. Las dos voces se iban turnando con la letra, llegando en una ocasión a
cantar a dúo la advocación de la Virgen. La verdad es que no sólo suena raro este experimento que se
está poniendo peligrosamente de moda, sino que subraya la falta de
espontaneidad en la que ha caído la Semana Santa de Sevilla desde hace años.
Tras este dueto, que queda muy bien en los programas de
talento y no tanto en el mundo de la saeta, la Virgen de los Dolores, con su palio adornado con claveles blancos, y otros rojos en la peana, siguió
hacia la Parroquia de San Vicente mientras la Banda de Tejera tocaba la
composición “Tus Dolores son mis Penas”.
La novena y última hermandad del Lunes Santo, la del Museo,
ha confirmado este año el cambio de itinerario ensayado en 2016, regresando por
la zona del Arenal, Molviedro, Zaragoza y Gravina; un recorrido más bello que
el que seguía hasta hace dos años por Plaza Nueva, Tetuán, Velázquez, Campana y
Alfonso XII.
El paso del Santísimo Cristo de la Expiración sorprendió con su exorno floral, que no constaba del habitual monte de claveles rojos, sino que, manteniendo ese color, llevaba especies muy diversas, como rosas, anémonas, calas o hipericum.
El crucificado expirante que tallara Marcos Cabrera, durante mucho tiempo confundido con un tal Capitán Cepeda que da nombre a la calle situada junto a la capilla, es verdaderamente una obra de arte que, con razón, sale a las calles desde un museo. No podría ser de otra manera.
Más atrás, con retraso sobre lo previsto, venía el paso de
palio de María Santísima de las Aguas, que por Zaragoza discurrió a los sones
de “Virgen de Montserrat” por parte de la Banda de Música de la Oliva de
Salteras. Después se le cantó una saeta antes de seguir con “Sevilla cofradiera”
y “Virgen de la Palma” a la calle Gravina.
Por cierto que, en el año en que se anunciaba que los
comercios iban a apagar sus rótulos luminosos al paso de las hermandades, la
candelería del palio del Museo tuvo que competir con la contaminación lumínica
de la famosa hamburguesería de la Puerta de Triana.
Siguiendo su camino de regreso, el Cristo de la Expiración
salió por Pedro del Toro a Bailén y a Miguel de Carvajal, pasando después a la
Plaza del Museo, donde llamaban la atención las paradas tan largas que seguían
a chicotás bastante breves. Incluso un capataz preguntaba al diputado del paso:
“¿Por qué no andamos, con el retraso que llevamos?”.
A continuación, el crucificado alcanzó la capilla y Álex
Ortiz cantó una saeta con el Padre Nuestro desde el balcón de la casa
hermandad. Finalmente, el paso entró en el templo tras haberse girado para
entrar mirando hacia los cofrades que hasta esa hora habían querido
acompañarlo.
El paso de palio alcanzó después la misma esquina de Bailén
a Miguel de Carvajal, donde la banda interpretó “Nuestro Padre Jesús”, marcha que en
su antiguo itinerario era habitual escuchar en el giro de Alemanes a Hernando
Colón.
Posteriormente, tras pararse antes de alcanzar la plaza, el
capataz tocó el llamador y recordó que la que iban a hacer a continuación era “la
vuelta por los que no están, la séptima trabajadera, que es la de los hermanos
que no están, pero por ellos estamos aquí”. Tras la levantá, la Banda de la
Oliva comenzó a tocar “Amarguras” y el palio, adornado con camelias y jazmines,
caminó lentamente acercándose a su capilla.
Más adelante, ya frente al templo, la Virgen de las Aguas
anduvo hacia la puerta a los sones de “El Corpus”, deteniéndose después para
dar paso de nuevo a Álex Ortiz. Finalmente, el palio se levantó y comenzó a realizar
el giro de ciento ochenta grados con la marcha “Virgen de las Aguas”, que
concluyó cuando el paso completó la maniobra.
Cuando el año pasado entraba la Hermandad del Museo a las
tres y media de la madrugada, quince minutos más tarde de la hora prevista, se
dijo que el hecho de que hubieran faltado cinco hermandades en carrera oficial
por la lluvia podría explicar un retraso tan leve. Este año, con las nueve
hermandades realizando con normalidad sus estaciones de penitencia, la Virgen
de las Aguas entró con el Himno Nacional a las cuatro y cinco minutos de la
madrugada, con un retraso de cincuenta minutos.
Fue entonces cuando un espléndido Lunes Santo se cerraba,
dando paso a un Martes Santo que se nos prometía completo y con un calor casi
veraniego.
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