miércoles, 19 de abril de 2017

DOMINGO DE RAMOS 2017: ENTRADA EN LA JERUSALÉN SEVILLANA

Cuando abrimos el ojo el Domingo de Ramos de 2016, la lluvia golpeaba las ventanas y hacía presagiar una jornada en blanco, aunque finalmente la cosa no fue así. Se arregló tras la incertidumbre mañanera. Este año no hubo lugar a la duda, ni en esta jornada ni en ninguna otra. Al contrario. No ha habido necesidad de mirar aplicaciones meteorológicas en el móvil, ni ha habido que hablar de porcentajes, ni del movimiento de las nubes (inexistentes), ni de cómo venía la cosa por el Aljarafe.
En su lugar, en la Plaza del Salvador había que utilizar los programas de mano a modo de abanico para soportar los rigores del sol a la espera de la salida de la Borriquita, la primera parte de la Hermandad del Amor, cuyos tres pasos salieron en el mismo cortejo en 2016 por el riesgo de lluvia, que no terminaba de desaparecer del todo.
Pero en este 2017 iba a seguirse el guión preestablecido, aunque con un cierto adelanto, dado que la cruz de guía, antecedida por la Banda de Cornetas y Tambores Columna y Azotes, salió de la Iglesia del Salvador a las tres en punto de la tarde, en lugar de a las tres y diez, como anunciaban los abanicos improvisados. Es un cortejo largo, demasiado, por momentos aparentemente inexistente dado que los primeros niños nazarenos son muy pequeños y sólo se ve a los padres que los acompañan.
Unos tres cuartos de hora tardó en salir todo el cortejo de pequeños nazarenos blancos con la cruz de Santiago en el antifaz, dando paso al misterio de la Sagrada Entrada en Jerusalén, que este año ha lucido como exorno floral rosas de color rosa, en lugar de los acostumbrados claveles del mismo color. José María Rojas-Marcos guió a los costaleros para bajar la famosa 'rampla' hasta la plaza, muy poco a poco y a los sones de la clásica marcha "Cristo del Amor", a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol.
Seguidamente, giró a su derecha, con la formación musical encadenando marchas y terminó por romper de frente en dirección a la calle Cuna. Antes de entrar en ella se detuvo por primera vez desde que se levantó en el interior de la antigua colegial.























De la salida de la Borriquita, un clásico del Domingo de Ramos, a otro de singular belleza, como es el giro de la Hermandad de la Cena desde la calle Gerona a Doña María Coronel. En el paso de misterio destacó el exorno floral, con diversas especies todas de color rojo, y las tradicionales espigas de trigo junto a rosas rojas en las jarras de los costeros estrenadas el año pasado, y con los candelabros laterales del paso de la Virgen de la Encarnación entre dichas jarras.
Rafael Díaz Talaverón comandaba el paso, que realizó la revirá a los sones de la marcha “Madre Cigarrera”, de la Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras. Fue un giro lento, muy bien ejecutado, y a su término comenzó a avanzar ganando metros hasta quedar detenido a la altura del número nueve de la calle, donde se cantó una saeta.
El misterio de la Cena combina la belleza del Señor, obra de Sebastián Santos, con la fuerza, la expresividad y el desgarro de Luis Ortega Bru, que supo plasmar en los rostros de los apóstoles la tensión tras el anuncio de la traición.
















Detrás venía el paso de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, que estrenaba en la calle la nueva clámide de terciopelo granate con motivos eucarísticos donada por una familia de la hermandad, y que se encontraba junto al Señor que espera, paciente, el momento de su crucifixión.
Una variedad de flores silvestres en el monte, así como lirios morados salpicados de cardos en el friso del canasto y en las jarras de plata de los costeros, conformaban el exorno floral de este paso que preside un Cristo que invita a la reflexión y a la introspección personal, a lo que contribuye la Escolanía Salesiana de María Auxiliadora interpretando diversos cánticos a lo largo de todo el recorrido.






















Posteriormente, llegó uno de los grandes momentos de cada Domingo de Ramos, como es el giro del paso de palio de la Virgen del Subterráneo a los sones siempre melancólicos de "La Madrugá". Muy lentamente, sin prisa alguna, el palio fue moviéndose para dejar atrás Gerona y adentrarse en una expectante calle Doña María Coronel, llena de personas asistiendo a este momento.
Este año la dolorosa de la Cena no ha llevado su habitual corona de salida, sino otra que hacía décadas que no podía verse en las calles en la estación de penitencia. Lo que sí permaneció invariable fue la decoración del paso con claveles rosas de gran tamaño.
El palio que, dicen, es de los mejor proporcionados de toda la Semana Santa, recibió poco después una saeta a la misma altura que el Señor de la Cena, antes de continuar hacia San Pedro a los sones de la marcha "La esclava del Señor" por parte de la siempre acertada Banda de Música del Maestro Tejera.




















La calle Feria se estrena en Semana Santa con la Hermandad de la Hiniesta, llenándose de capirotes azules que dan color y luz a la tarde del día más esperado. Por esta vía principal y de clásico sabor cofradiero venía el paso del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, con la Magdalena llorando su muerte a sus pies.
Y no menos clásico es el sonido que trae este primer paso que viene desde la Parroquia de San Julián. La Agrupación Musical Santa María Magdalena de Arahal, la histórica formación que por alguna incomprensible razón dejó atrás el gran protagonismo que llegó a tener en la Semana Santa de Sevilla, sigue gozando de la confianza de la Hiniesta para poner sus sones tras el crucificado de Castillo Lastrucci.
La Hiniesta con esta banda es otra historia, es un retazo de la mejor Semana Santa y un lujo que, al menos en esta primera jornada, se siga manteniendo. Por Feria y el giro a Correduría, se pudo escuchar “Sabed que vendrá”, mientras el sol inundaba de luminosidad la madera de tonos claros del paso, la plata de la orfebrería, los claveles rojos en el monte y en las jarras, y el friso de lirios morados.
El diálogo imposible entre la Magdalena implorante y el Cristo muerto que supo entenderla mejor que nadie se marchaba hacia la Alameda con los costaleros mandados por, ahí va otro clásico, la familia Ariza.


























Y mientras el Cristo de la Buena Muerte casi llegaba a la Alameda, la dolorosa de la Hiniesta aún estaba en la calle Relator, tras dejar atrás Fray Diego de Cádiz y la Plaza del Pumarejo. Muchos cofrades trataban de seguirla alrededor de su paso de palio azul y plata, antecedido hasta la Catedral por el alcalde, Juan Espadas, y otros representantes municipales.
Se mueve con cierta alegría este palio que creara Juan Manuel Rodríguez Ojeda, y que cobija a una bellísima Virgen de la Hiniesta, vestida este año con la saya de tisú bordada en oro por el taller de Santa Bárbara y estrenada en el besamanos de 2009.
Por Relator venía la Hiniesta con la marcha "El Corpus", interpretada por la Banda del Carmen de Salteras y su característico redoble de tambor. A continuación, sonaron "Procesión de Semana Santa en Sevilla" y su marcha "La Estrella Sublime" en la revirá a la calle Feria, por la que continuó después con "Pasa la Virgen Macarena". El exorno floral, muy sencillo: claveles blancos.

























La tarde avanzaba y la Hermandad de Jesús Despojado ya había emprendido su camino de regreso tras realizar la estación de penitencia en la Catedral. Una semana después de haber presidido el vía crucis de la hermandad por las calles cercanas a la Capilla del Mayor Dolor, el Señor al que despojan de su túnica para la crucifixión estaba ya de vuelta por el Arco del Postigo y la calle Dos de Mayo, en la que la Agrupación Musical Virgen de los Reyes, felizmente recuperada por la hermandad en el ya lejano 2004, tocaba "Alma de Dios". Vestía este año una túnica morada y en la cabeza no llevaba corona de espinas, aunque sí potencias. 
La Hermandad de las Aguas esperaba con el estandarte corporativo en el atrio y las puertas de la capilla abiertas de par en par con el paso del crucificado asomando y perfectamente preparado para el Lunes Santo. Hasta la Capilla del Rosario se acercó el paso de Jesús Despojado, que se detuvo frente a ella antes de alejarse con la marcha "Jesús de la Caridad". Posteriormente, giró a la calle Rodo con "Himno de San Antonio", dejando para la contemplación final la del sayón que prepara la cruz en la trasera del paso.




















Cuando el misterio se perdía por Rodo de camino a visitar a otra hermandad del Arenal, la de la Carretería, el paso de palio de la Virgen de los Dolores y Misericordia se encontraba bajo el Arco del Postigo, desde el que tomó la calle Dos de Mayo para alcanzar también la Capilla del Rosario, a la que llegó a los sones de la marcha “Nuestra Señora de Guadalupe”, en homenaje a la dolorosa del Lunes Santo que ha cumplido 50 años y a cuya bendición corresponde la gran fotografía que la Hermandad de las Aguas tiene colocada en la torre de su capilla.
La Banda del Liceo de Moguer ha sido un gran descubrimiento por parte de la Hermandad de Jesús Despojado, dada la calidad de sus interpretaciones; por ejemplo, la marcha "Cristo de la Sangre", con la que la Virgen de los Dolores y Misericordia se alejó de la capilla para seguir hacia Rodo.




















También, con la Agrupación Musical Santa María de la Esperanza, del Proyecto Fraternitas, delante de la cruz de guía, buscaba la vuelta a casa la Hermandad de la Paz, la primera que se puso en la calle a eso de la una de la tarde, desde su barrio del Porvenir. Aunque ya se estrenó en la Coronación Canónica, Ernesto Sanguino condujo por primera vez los pasos de la corporación en su estación de penitencia este Domingo de Ramos.
El Señor de la Victoria, que recibe la cruz para que comience el camino hacia el Calvario, discurría por la calle Palos de la Frontera en dirección a la Plaza de España. Este año ha salido con túnica burdeos lisa y sin el mantolín azul que hemos visto en años anteriores. En lo que se refiere al exorno floral, se componía de claveles rojos de una tonalidad muy oscura.
Por esta zona tuvo lugar una dedicatoria de levantá a María Jesús, “una señora muy devota del Moreno del Porvenir que lo está pasando mal en el hospital”, según indicó el capataz. Después siguió adelante con la marcha “Jesús de la Victoria”, a cargo de la Agrupación Musical de la Encarnación.
El paso, sin embargo, apenas tenía espacio para avanzar, lo que extrañaba a los capataces, dado que desde esta zona la hermandad depende de sí misma. Cuando ya pudo andar, el Señor de la Victoria siguió con “Sabed que vendrá” bajo la atenta mirada del soldado romano al que Antonio Illanes imaginó con cara de pena por el injusto destino de Jesús.



























En el cortejo de la Hermandad de la Paz se ha estrenado, aunque ya salió en la procesión extraordinaria de la Coronación Canónica, el lábaro conmemorativo de este acto, diseñado por Fernando Aguado, bordado por Manuel Solano y con asta de orfebrería de los Hermanos Delgado.
Esta insignia va poco antes del paso de palio de la Virgen de la Paz, a la que podemos referirnos ya como Paz Coronada tras ese histórico 1 de octubre de 2016, que quedará para siempre en los anales de la hermandad.
Anochecía cuando la Paz alcanzaba con la marcha "Triana, tu Esperanza" la calle Palos de la Frontera siguiendo al Señor de la Victoria. En este caso, además de su corona procesional, restaurada y enriquecida el año pasado por los Hermanos Delgado para la Coronación, la dolorosa de Illanes vestía la saya de tisú bordada en 2014 con motivo del LXXV aniversario de la hermandad por Manuel Solano, en consonancia precisamente con el estilo de la corona.
Por Palos de la Frontera, la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas comenzó a interpretar la marcha "Al cielo con Ella", aunque fue interrumpida cuando el paso se detuvo, siguiendo poco después buscando de nuevo el Parque.























Y en una jornada larga como el Domingo de Ramos, aún había pasos que no habían alcanzado la carrera oficial. Era el caso de la segunda parte de la Hermandad del Amor, que estaba detenida en Javier Lasso de la Vega a la espera de que la Amargura dejara libre la calle Trajano.
Cuando eso ocurrió, el cortejo de nazarenos de negro, los hermanos a partir de los catorce años de edad, ya que los menores han de ir con la Borriquita, caminó con celeridad, por lo que pronto asomó desde Orfila el paso del Santísimo Cristo del Amor, la primera obra del gran imaginero Juan de Mesa que sale en la Semana Santa de Sevilla.
El paso, con un exorno floral compuesto de claveles de color rojo oscuro, recorrió Lasso de la Vega hasta detenerse antes de alcanzar el cruce con Amor de Dios, momento en que el Sacri cantó una saeta desde un balcón.

















Más atrás cerraba la cofradía el tercer paso de ésta, el palio de Nuestra Señora del Socorro, acompañado musicalmente por la Banda María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, que por Orfila interpretó “Virgen del Valle” a partir de la parada ante la Capilla de San Andrés, sede la Hermandad de los Panaderos.
Antes se había producido un relevo de costaleros bajo las trabajaderas del paso que preside, entre grandes bordados, sobre todo en el manto, que necesita una profunda restauración, la dolorosa del Socorro, imagen atribuida por la propia hermandad también a Juan de Mesa, aunque profundamente retallada a lo largo de los tiempos y especialmente por Francisco Buiza.

















La Hermandad de la Estrella, por su parte, emprendía el camino de regreso a Triana por el barrio del Arenal. Veíamos en primer lugar por la calle Arfe el paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de las Penas, que tras contar el año pasado con un monte de corcho y flores silvestres, este año ha vuelto al más habitual monte de claveles rojos.
La Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas venía tras el misterio haciéndole caminar con los acostumbrados movimientos coreografiados. Tras los previstos en la zona del Postigo, el paso aceleró por Arfe, avanzando con celeridad tanto con marcha como a tambor. Por delante esperaba la Capilla del Baratillo, que recibía la primera visita de esta Semana Santa.
El Señor de las Penas imploraba al Padre esperando su crucifixión teniendo en su lado derecho la túnica de terciopelo morado realizada hace dos años por Luis Miguel Garduño con bordados en oro procedentes del siglo XVIII.












El misterio del Cristo de las Penas se acercaba al Baratillo cuando el paso de palio de María Santísima de la Estrella salía de la Catedral y se encaminaba a la Plaza del Triunfo, donde la Banda de Música de la Oliva de Salteras interpretó la marcha “Como tú ninguna”.
Venía la dolorosa trianera una vez más bajo su palio de Garduño, comandado por el capataz José González Luna. Mucha gente la seguía por esta zona, algo que se ha complicado este año con ésta y otras hermandades que pasan por ahí debido al andamio instalado junto a la fachada de la Catedral para las obras de restauración que se están acometiendo.
Seguidamente, la Estrella tomó la calle Fray Ceferino González con la marcha “Coronación” para cruzar la Avenida de la Constitución en dirección al Postigo del Aceite.























Nos encaminamos ahora hacia la Judería, por donde la Hermandad de San Roque transita en su itinerario de regreso a su templo. El Señor de las Penas, que ha vuelto a salir por segundo año con túnica lisa, como así lo prefiere la actual junta de gobierno de la corporación, dejaba atrás la estrechez de Caballerizas y la Plaza de Pilatos, y visitaba a la Hermandad de San Esteban por la calle Medinaceli.
También ha sido la segunda vez que hemos escuchado tras este paso los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Esencia, que el año pasado sustituyó a la Centuria Macarena. Las marchas clásicas que salían de sus instrumentos (únicamente cornetas y tambores, como correctamente indica su nombre) rebotaban en los muros de esta zona de la ciudad, pasando de Medinaceli al complicado giro hacia la calle Imperial, labor comandada por los Villanueva, capataces generales de la hermandad.
En cuanto al exorno floral que ha llevado este año el paso del Señor de las Penas, se ha compuesto de claveles de un color púrpura claro salpicados con estátice, algo no acostumbrado en este paso, que acostumbra a lucir un estricto monte de claveles rojos.













Con la marcha "Cristo en la Alcazaba", a cargo de la Banda de Música de la Cruz Roja, terminaba de pasar por Caballerizas el paso de palio de la Virgen de Gracia y Esperanza, adornado con rosas de diversos tamaños tanto en las jarras delanteras como en las de los costeros y sobre los respiraderos.
Después siguió la composición "Virgen de las Aguas", con el paso avanzando rápidamente por la calle San Esteban, donde se detuvo finalmente antes de girar hacia Medinaceli, lo que hizo después con la marcha "La Virgen de los Desamparados", en honor a la dolorosa del Martes Santo que se encontraba en el interior del templo.
Tras una parada ante la puerta de San Esteban que da a la calle Medinaceli, ojival como la otra, pero sin dientes de piedra, la Virgen de Gracia y Esperanza continuó su camino a los sones de una marcha jerezana, "Desamparo", de Germán Álvarez Beigbeder, dedicada a la dolorosa de la Hermandad del Prendimiento. Con ella, el palio de San Roque se internó por la calle Imperial siguiendo los pasos de su hijo.



























Completamos la jornada del Domingo de Ramos con la Hermandad de la Amargura, que regresaba a San Juan de la Palma por las calles Alcázares y Santa Ángela de la Cruz, cortada al paso de personas y aforada, respectivamente, en esta Semana Santa de las medidas de seguridad que nos toca vivir en estos tiempos, y que previsiblemente irán a más en años venideros.
Jesús del Silencio, vestido como en su besamanos del Domingo de Pasión, con la llamada túnica persa, era despreciado por Herodes en su largo paso de misterio, que ha presentado el estreno de la restauración de los tres soldados romanos, labor realizada por Enrique Gutiérrez Carrasquilla. Jesús, como señala su advocación, guardó silencio ante las provocaciones del hijo del rey que mandó acabar con todos los niños inocentes, y que, tan ignorante como su padre, fue incapaz de entender la grandeza de quien tenía delante.
Con la marcha “Silencio blanco” a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas de Triana, el paso de misterio se alejó del Convento de las Hermanas de la Cruz en dirección a otro convento, el del Espíritu Santo. Antes, recibió el canto de una saeta y seguidamente alcanzó el cenobio, ante cuya puerta se detuvo. Las religiosas Comendadoras rezaron el Credo con el Señor del Silencio delante de ellas. Después, el paso se levantó y se marchó hacia su templo.


















Y el último paso de la jornada para este cronista fue el magnífico paso de palio de María Santísima de la Amargura, acompañada por San Juan Evangelista. Si el paso de misterio va siempre con claveles rojos (sólo en ocasiones especiales ha cambiado, como en el Santo Entierro Grande de 2004, en que fue con lirios morados), el paso de palio está adornado cada año con claveles blancos.
A tambor llegó la Amargura hasta el Convento del Espíritu Santo a las órdenes del capataz Alejandro Ollero, quien mandó parar delante de la puerta, donde las religiosas cantaron la breve oración “Bajo tu Amparo”.
Finalizada la plegaria en la que se le pide a la Virgen protección y atención a nuestras súplicas, el paso de palio se alejó mientras la Banda de Música Nuestra Señora del Águila, de Alcalá de Guadaíra, interpretaba "Sevilla cofradiera".
Posteriormente, el palio entró en la plaza de la Iglesia de San Juan de la Palma, a oscuras, con "La Madrugá" hasta detenerse frente a la puerta del templo. Y, como es tradicional, para ese último giro de ciento ochenta grados que iba a permitir a los cofrades ver la cara de la Amargura mientras entraba en su casa, sonó "Amarguras", marcha que finalizó con el palio ya dentro.






















Eran las tres menos cinco de la madrugada ya del Lunes Santo cuando se cerraban las puertas de San Juan de la Palma y, sin Himno Nacional, la Hermandad de la Amargura completaba un brillante Domingo de Ramos. Tocaba descansar, aunque en unas horas y desde otro punto de la ciudad Herodes se mostraba dispuesto a seguir haciéndose notar.

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