La Virgen de la Alegría salió a las calles el pasado domingo siguiendo su itinerario habitual, después de una reforma exprés de sus reglas para sortear la extraña normativa diocesana que limita, como en los vía crucis cuaresmales, el recorrido de las cofradías de gloria a las calles de sus respectivas feligresías.
Hecha la ley, hecha la trampa; aunque en este caso el propio autor de la ley, el Arzobispado, sea quien da la pista para la comisión de la trampa. Y es que Palacio anima a las hermandades a reformar sus reglas para incluir en ellas el itinerario que quieren seguir en sus procesiones, como ha tenido que hacer ahora la Hermandad de la Alegría. La duda es evidente: si todas las hermandades de gloria modifican sus reglas con la aprobación del Arzobispado (y éste ha dejado claro que aprobará dichas reformas), ¿para qué se hace esta norma? Doctores tiene la Iglesia... y nunca mejor dicho.
Por todo ello, la Virgen de la Alegría pudo salir de su feligresía, la de la Parroquia de San Bartolomé donde tiene su sede, y alcanzar calles habituales en su recorrido, pero que pertenecen a la feligresía de San Nicolás.
Precisamente, desde este templo, donde la Virgen fue recibida por la Hermandad de la Candelaria, afrontó la parte final de su itinerario por las calles San José y Levíes, con un cortejo que abría la cruz de guía entre ciriales, seguida de hermanos con cirios, el característico simpecado de la corporación, las representaciones de las hermandades de Guadalupe y la Virgen de la Luz, el propio estandarte de la Virgen de la Alegría, la presidencia y el cuerpo de acólitos.
La Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, completaba el fin de semana, después de acompañar el día anterior a la Pastora de San Antonio (ver), poniendo también su música a la Virgen de la Alegría, que afrontaba la estrechez de Levíes a los sones de la bellísima composición "Bajo tu amparo".
Un buen número de cangrejeros iban (también los hay en las glorias) delante del paso, que comandaban los Villanueva y que estaba exornado con gladiolos, rosas, claveles y paniculata, todo de color blanco. La Virgen de la Alegría, por su parte, vestía su manto de salida, felizmente restaurado en 2014 tras muchos años sin poderlo sacar, y una saya de tisú con bordados en oro. Asimismo, hay que apuntar la recuperación de un antiguo ramillete de plata que le fue puesto a la Virgen en su mano derecha junto al cetro.
Tras la esquina que tiene la calle Levíes a la altura del edificio de la Consejería de Cultura, la Banda de Las Cigarreras comenzó a interpretar la marcha "Hiniesta", de Peralto, aunque fue interrumpida cuando el paso se paró ante un grupo de ancianas que le cantaron la Salve a la Virgen. La siguiente levantá se dedicó precisamente a ellas y después el paso siguió por la Plaza de las Mercedarias y un tramo más de Levíes hasta girar en Céspedes con la marcha "Señorita de Triana".
Después de un último relevo de costaleros, la Virgen de la Alegría volvió a discurrir por la calle que lleva su nombre, aunque esta vez en sentido inverso con respecto a la salida, y pasó por ella a los sones de "Virgen del Buen Fin".
Ante la puerta del templo, del que hay que recordar que está
inmerso en una campaña de captación de fondos para la restauración de su
emblemática torre, la Virgen de la Alegría giró mientras la Banda de Las
Cigarreras encadenaba las marchas “Rocío” y “Esperanza Macarena”.
Ya con el paso cuadrado ante la puerta, el capataz advirtió
a los costaleros, que ya se daban la vuelta bajo las trabajaderas, de la
dificultad de esta entrada. “Ya sabéis cómo va”, les dijo. A continuación, el
paso se levantó y se acercó hasta el dintel, los costaleros se agacharon para
que la ráfaga no rozara y entró finalmente en San Bartolomé con la banda
interpretando el Himno de España.
El paso fue conducido hasta la nave de la Epístola, mirando
hacia la puerta por la que acababa de entrar. El párroco de San Bartolomé, Juan
José Saúco, acompañado por el rector de San Esteban, José Robles, dirigió las
oraciones finales y se cantó la Salve con el acompañamiento del órgano del
templo, con lo que se puso fin a la salida procesional de la Virgen de la
Alegría, la que en el mismo Domingo de Resurrección ofreció sus manos a los
devotos (ver), enlazando así de la mejor manera la penitencia y la gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario