La Sevilla cofradiera, a la que Gámez Laserna puso música en una de sus grandes marchas, tuvo este sábado una cita con la historia en la procesión extraordinaria del Santísimo Cristo de los Desamparados del Convento del Santo Ángel, con motivo de los cuatro siglos transcurridos desde que fuera tallado por Juan Martínez Montañés, el 'dios de la madera', al que el propio crucificado fue a visitar en su monumento de la Plaza del Salvador durante el recorrido de esta salida tan especial.
Sevilla lo sabía y los turistas quizá no, pero no tardaron en enterarse y en participar asistiendo a esta salida extraordinaria fijándose en cada detalle y atendiendo a cada explicación. "Es que cumple 400 años"; "no salía desde 1915" (en un paso, porque sí ha presidido vía crucis externos); "era de la Lanzada pero ya no"; "el paso es de San Bernardo"... A lo largo del itinerario se podían escuchar todo tipo de explicaciones de unos a otros para que pudieran comprender mejor lo que estaban contemplando: un Cristo en la calle a treinta y muchos grados de temperatura.
Con rigurosa puntualidad, las puertas del Santo Ángel se abrieron a las siete y media de la tarde, dejando salir a tres acólitos con cruz alzada y ciriales que se detuvieron en el atrio del templo de la calle Rioja hasta que se abrió la cancela exterior. La Hermandad del Carmen del Santo Ángel se ha encargado en gran medida de esta salida, colaborando así con los frailes carmelitas que regentan el templo. Y que ellos, los religiosos, eran los promotores de esta salida con la que han culminado los actos que han recordado que en 1617 Martínez Montañés nos regaló una genialidad más salida de su prodigiosa gubia.
Detrás de la cruz alzada iban algunos devotos con cirios morados, que habían sacado la papeleta de sitio que los carmelitas pusieron a disposición de los feligreses con un coste libre, el que quisieran aportar para poder acompañar al crucificado en el cortejo. Después iban un buen número de estandartes de hermandades, comenzando por la del Carmen de San Juan de Aznalfarache y siguiendo por la Hermandad de las Nieves, la O, la Macarena, la Esperanza de Triana, Montserrat, la de la Virgen del Amparo, la Sacramental de la Magdalena, los Gitanos, el Carmen Doloroso, la Estrella, la Lanzada, San Bernardo y el Carmen del Santo Ángel, tras cuyo estandarte iba la bandera de la Orden Tercera del Carmen y Santa Teresa.
Hay que subrayar la presencia de la Hermandad de la Lanzada, ya que, como se indicaba antes, tuvo como titular al Cristo de los Desamparados durante su estancia en el Santo Ángel, entre 1851 y 1915; así como la de San Bernardo, que ha cedido para esta salida extraordinaria el paso del Cristo de la Salud.
Como cada Miércoles Santo, los Villanueva comandaban el paso de Cristo de San Bernardo, aunque llevando sobre él a un crucificado más antiguo, y con un acompañamiento musical distinto, ya que era la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de la Oliva, de Salteras, la encargada de poner música al andar de este paso, con un repertorio muy solemne, de corte serio, quizá demasiado para una salida extraordinaria, y con marchas no del todo conocidas por la inmensa mayoría de los cofrades.
Y otra importante diferencia con la forma en que habitualmente vemos el paso de San Bernardo era el exorno floral. Estamos acostumbrados a sus eternos claveles rojos salpicados de lirios. Pero en esta salida pudimos disfrutar con una combinación floral muy curiosa a base de rosas, claveles, lisiantum, calas y orquídeas, entre otras especies, todas ellas de tonos morados y malvas que combinaban con el color morado de los codales de los candelabros. Hasta en los más pequeños detalles, ésta era una salida extraordinaria.
Con el Himno de España salía a la calle Rioja, completamente repleta de personas, como iba a ser la tónica general durante todo el recorrido, el Cristo de los Desamparados, tras el que después sonó como primera composición la marcha "Ione". Con ella, el paso giró a su derecha y comenzó poco a poco a recorrer las calles, teniendo que esquivar una moto de gran tamaño que sobresalía del aparcamiento para este tipo de vehículos existente en la misma calle Rioja.
Antes de alcanzar la esquina con Velázquez, el paso se detuvo para seguir después con la marcha "Mektub". Sin que hubiera concluido la interpretación de esta larga composición, el paso volvió a pararse, para continuar luego por la confluencia con O'Donnell a los sones de "El refugio de María".
Una entrada en Campana desde O’Donnell, como las que
antiguamente realizaba la Hermandad de San Bernardo y que actualmente hace la
de San Pablo, cruzando desde Francisco Bruna a Granada por la Plaza de San
Francisco en su camino a la carrera oficial, fue lo siguiente que los cofrades
pudieron contemplar en esta calurosa tarde de junio.
“Jesús de las Penas, una oración”, fue la marcha que la
Banda de la Oliva tocó para el discurrir del Cristo de los Desamparados por la
Plaza de la Campana, aunque pasando no por la calzada, sino por la zona de
acerado liberada recientemente de veladores por la ya famosa ordenanza
municipal. Con esta composición, el paso avanzó hasta quedar detenido, tras
sortear el quiosco de prensa, en la misma entrada de la calle Sierpes, junto a
la confitería recientemente liberada, por cierto, de la restrictiva ordenanza
de veladores.
A continuación, para recorrer los primeros metros de
Sierpes, la marcha escogida fue “Jesús de las Penas”, ahora la conocida marcha
de Antonio Pantión que nos transporta al Lunes Santo. Más adelante, sonó “El
Cristo de los Desamparados”, la marcha estrenada este mismo año y compuesta por
Francisco Javier Parra Medina para conmemorar los 400 años del crucificado de
Martínez Montañés. Después, la Banda de la Oliva tocaría “Jesus Christus” para
el giro de Sierpes a Cerrajería y “Nuestro Padre Jesús de la Pasión” de
Cerrajería a Cuna.
Desde Cuna, el Cristo de los Desamparados salió a la Plaza del
Salvador, donde tuvo lugar un momento destacado de esta salida extraordinaria,
como fue el encuentro del crucificado con su ‘padre’, con Martínez Montañés. El
imaginero pareció dirigir la mirada a su obra desde el privilegiado lugar en el
que se encuentra su monumento.
Junto a él estuvo el paso parado durante bastantes
minutos, lo que fue algo habitual de esta salida; las paradas duraban
mucho. Por fin, sonó el llamador y el paso, que siempre se levantó a
pulso, siguió su camino por delante de la fachada del Salvador a los sones de “Al
Santísimo Cristo del Amor”, dedicada al crucificado que, siendo del más
destacado discípulo de Montañés, Juan de Mesa, guarda un innegable y quizá
sospechoso parecido con el Cristo de los Desamparados.
Después, el paso bajó hacia la Plaza de San Francisco por
Entrecárceles y Francisco Bruna mientras la Banda de la Oliva tocaba “Amarguras”.
En este trayecto, el Cristo de los Desamparados se encontró con dos señales
inequívocas de la inmediata cercanía del Corpus Christi: las banderolas del
Ayuntamiento y las portadas ante el Consistorio, ya prácticamente culminadas en
su representación de la fachada de San Gonzalo en este año tan especial para la
parroquia del Barrio León y para la hermandad que en ella reside, cuyo escudo
remata cada una de las portadas en el centro, mientras que el emblema de la
Coronación Canónica de la Virgen de la Salud se puede ver en los laterales.
Junto a la portada cercana a la calle Sierpes pasó el Cristo
de los Desamparados en dirección a Granada y Plaza Nueva, a la que llegó a los
sones de la marcha “Todo se ha consumado”.
Las ramas de los plátanos de sombra ubicados en la Plaza
Nueva se convirtieron en pequeños obstáculos para el discurrir del paso por
esta zona, aunque la pericia de capataces y costaleros permitió solventarlos
sin problema.
Dos marchas, “Virgen del Valle” y “Cristo de la Sed”, fueron
las que la Banda de la Oliva tocó por la Plaza Nueva hasta que el paso giró
hacia Méndez Núñez, quedando detenido en la misma esquina. Después, por esta
calle, que presentaba una pronunciada inclinación hacia el costero derecho en
parte de su trazado, sonaron las marchas “Grave”, “Expiración” y “A la memoria
de mi padre”, saliendo el Cristo de los Desamparados con esta última a la Plaza
de la Magdalena, donde tuvo lugar otra parada de bastante duración hasta que
continuó por la calle Rioja con la antigua marcha “Quinta Angustia”.
Ya cerca de la iglesia del Santo Ángel, el paso avanzó y
giró ante la puerta de nuevo con “El Cristo de los Desamparados”, marcha que
quién sabe si volverá a sonar en la calle tras el crucificado al que se ha
dedicado.
Tras bajar el crucificado y hundirlo un poco en el monte del
paso para poder realizar la entrada en el templo, el paso se levantó y,
acompañado únicamente por el tambor, fue acercándose hasta la puerta. Sólo cuando
el Cristo de los Desamparados cruzó el dintel, la Banda de la Oliva, que entró
tras el paso en el Santo Ángel, interpretó una última marcha, “La Sagrada Lanzada”,
como recuerdo a los más de sesenta años durante los que el crucificado de
Montañés fue titular de la cofradía que hoy radica en la Iglesia de San Martín.
Eran las once y veinte de la noche cuando el Cristo de los
Desamparados recorría la nave central del Santo Ángel hasta el presbiterio. La
banda no tocó el Himno Nacional, dando por finalizada su labor con la marcha de
Manuel Font Fernández de la Herranz antes mencionada.
Por cierto que tras pasar los músicos se cerró la cancela
del atrio, impidiendo a los que habían seguido al Cristo de los Desamparados hasta el final poder acompañarlo hasta el interior del templo, cosa que nunca ha ocurrido con las
procesiones que anualmente salen de él: el Niño Jesús de Praga y la
Virgen del Carmen. Esperemos que lo de ayer no sea el inicio de una mala
costumbre.
Terminaba así una jornada verdaderamente histórica. Es
cierto que los cofrades tendemos a utilizar esa palabra casi para cualquier
cosa con un carácter más o menos especial. Pero lo de ayer fue, ciertamente y sin
lugar alguna a cualquier duda, una salida procesional histórica que se
desarrolló con total brillantez de principio a fin. Como merecen los cuatro
siglos de una talla que en los últimos años ha causado admiración incluso en ciudades
tan distantes como Londres y Washington, y que cada día la sigue causando desde
su lugar en la Capilla Sacramental del templo carmelita del Santo Ángel.
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