domingo, 8 de abril de 2018

MARTES SANTO 2018 JEREZ: DE LA HUMILDAD TRINITARIA A LA BULLA EN SAN MATEO

La meteorología seguía siendo benévola con las cofradías y el Martes Santo, una jornada sin raros experimentos en Jerez, se presentaba con un cielo azul completamente despejado y ávido de la salida de sus cinco hermandades, dos más de las que recorrían las calles en mi infancia en este día.
En pleno centro de la ciudad, en la Plaza de las Angustias que la noche del Domingo de Ramos dejábamos con las campanas de la capilla del mismo nombre tocando a duelo en la recogida de su hermandad, asistimos a la salida de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, una corporación heredera de la antigua cofradía de San Antón, una de las más antiguas de Jerez, cuyos orígenes se remontan al siglo XV.
Aquella hermandad perdió vida y la imagen titular, talla del siglo XVII atribuida a Francisco de Villegas, quedó en la Iglesia de la Santísima Trinidad, templo del actual convento de las Esclavas del Sagrado Corazón, donde en 1970 unos devotos se propusieron recuperar el culto en su honor. Para entonces, las otras dos imágenes que formaron parte de la hermandad ya habían encontrado otro lugar, otras corporaciones (la Virgen es hoy la Amargura y San Juan Evangelista pertenece a la Hermandad del Amor). Por eso, actualmente la Hermandad de la Humildad y Paciencia sólo sale a las calles con su Cristo, en un paso que poco a poco va tallando David Medina Soto y que este año ha presentado el estreno de los nuevos ángeles pasionarios que van en los costeros, obra de Nuria Guerra.
A las cinco de la tarde se puso en camino la corporación trinitaria, con sus nazarenos, aún pocos, vistiendo la túnica blanca con capirote del mismo color y escapulario con la cruz de la Trinidad. La Capilla Musical Vía Sacra, de El Puerto de Santa María, iba delante de este paso comandado por Ezequiel Simancas. Rosas rojas y malvas, calas y estátice conformaban principalmente el exorno floral de este paso en el que el Señor espera pacientemente el momento de su crucifixión, sentado sobre una peña.
Al salir, el paso tomó la calle Santísima Trinidad, para alcanzar Medina y después buscar por el barrio de San Pedro la carrera oficial, a la que se incorporó por primera vez el Martes Santo de 2014.



























Sólo tres cuartos de hora después de la cofradía trinitaria se ponía en camino desde su capilla propia la Hermandad del Cristo del Amor, precisamente la que da culto actualmente a la talla de San Juan de aquella antigua Hermandad de San Antón.
Son dos los pasos que tiene la cofradía del Amor, fundada en 1940 en la cercana Parroquia de San Juan de los Caballeros, donde tuvo su sede hasta el incendio de parte del templo ocurrido en 1981 debido a un rayo y que hizo que se perdieran los enseres del paso de palio de la Virgen de los Remedios.
Superados los años difíciles que vivió la hermandad, hoy se encuentra en un buen momento con una sede propia de la que salen dos pasos, siendo el primero de ellos el de Nuestro Padre Jesús Cautivo, imagen de gran devoción que tallara Antonio Eslava en 1969. Nada más abrirse las puertas de la capilla vimos los ciriales de dicho paso, ya que el reducido tamaño del templo obliga a que el cortejo de nazarenos se forme en el cercano Convento de Santa María de Gracia. Desde allí, van a la calle San Juan y pasan por delante de la capilla, iniciando así oficialmente su recorrido.
La Agrupación Musical San Juan acompaña al Cautivo, que vestía su habitual túnica de terciopelo morado con bordados en oro. La novedad este año en este paso ha sido el dorado de los respiraderos en su parte frontal y en la trasera. Tras salir de la capilla y girar hacia su izquierda, el paso se marchó en dirección hacia la Plaza de San Juan y la calle Oliva a los sones de la marcha "Oh, bendita estrella".


















Los nazarenos de túnica blanca con la cruz de San Juan en el antifaz cambian el color de los cirios entre el primer paso y el segundo: de los azules del Cautivo a los de color tiniebla del Cristo del Amor. También cambia de uno a otro el tipo de acompañamiento musical, ya que el segundo paso tiene una banda de cornetas y tambores, que en este caso es la de la Coronación de Espinas de Córdoba.
Junto al Cristo del Amor, obra de Ramón Chaveli de 1941, vemos a una de las más interesantes dolorosas de Jerez, la Virgen de los Remedios, obra anónima del siglo XVII atribuida a Francisco Camacho de Mendoza, que esperemos que dentro de unos años vuelva a contar con un paso de palio. Completan el paso San Juan, una Magdalena de Eslava, María Salomé, María Cleofás y dos soldados romanos. Todo ello va sobre un paso diseñado por Dubé de Luque que en 1994 sustituyó al anterior, el antiguo paso de la Soledad de San Buenaventura de Sevilla.
Detrás de la Marcha Real, la primera composición que sonó tras este paso fue, como es habitual, "Cristo del Amor", enlazada después con "Jerusalén".





















El color blanco predomina en las túnicas de los nazarenos del Martes Santo en Jerez. Después de la Humildad y Paciencia, y el Amor, la tercera hermandad de blanco de la jornada es la Clemencia, la primera hermandad de penitencia que permitió fundar el que fuera primer obispo de Asidonia-Jerez, Rafael Bellido, dieciocho años después de la creación de la diócesis. En concreto, tras surgir como asociación parroquial en 1993, en el 98 se aprueba como hermandad y, después de varios años saliendo por las calles de la feligresía de San Benito en la jornada del Sábado de Pasión, pasó al Martes Santo en 2005.
En el primer paso, magnífico conjunto escultórico de los hermanos Ortega Alonso, vemos a Nuestro Padre Jesús de la Clemencia en la escena de la traición de Judas, con una palpable tensión entre ambas imágenes perfectamente reflejada por los escultores. El discípulo traidor se acerca al Señor para señalarlo con un beso en presencia de San Juan, San Pedro, Santiago, un miembro del Sanedrín y un guardia judío. Y todo ello, junto a un olivo que identifica el escenario.
Por la calle Santo Domingo se acercaba a la carrera oficial el paso, que venía con los faldones levantados para que los costaleros vieran atenuado el calor que había debajo. Sin embargo, los faldones se colocaron en su sitio poco antes de alcanzar la Plaza Aladro, a la que el misterio llegó con la marcha "La Piedad" por parte de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Clemencia.


























Detrás, el paso de palio de María Santísima de la Salud y Esperanza, dolorosa de Salvador Madroñal que procesionó por primera vez el Martes Santo del año pasado. Para su segunda salida, el paso de palio ha presentado algunas novedades en el frontal de los respiraderos y poco a poco, año a año, se irá completando tanto en los respiraderos como en los bordados de las caídas. Todo apunta ya, en cualquier caso, que Jerez ha ganado un gran paso de palio con éste que viene desde la Parroquia de San Benito.
Con gran velocidad, el palio venía andando por la calle Santo Domingo a tambor. Por fin, se detuvo y se produjo un relevo de costaleros. Uno de ellos reprochó al capataz, Eduardo Biedma, la velocidad con la que iban andando y la longitud de la chicotá que acaban de hacer. "No somos animales", llegó a decir en un momento de cierta incomodidad.
Realizado el relevo y caminando ahora con un ritmo más apropiado para un paso que no está buscando refugio por la lluvia, el paso de palio de la Virgen de la Salud y Esperanza se acercó a la Plaza Aladro mientras la Banda de Música Maestro Dueñas, de El Puerto de Santa María, tocaba la marcha "La Pastora de Cantillana".























Muy cerca de allí, y esperando para entrar en la carrera oficial después de la Clemencia, estaba la Hermandad de la Defensión, que desde el Convento de Capuchinos había salido a las seis y media de la tarde para encaminarse hacia la Plaza Aladro por las calles Sevilla y Eguiluz.
La cruz de guía arbórea iniciaba el cortejo de nazarenos de túnica morada que precedía al paso del Santísimo Cristo de la Defensión, un imponente crucificado del valenciano José Esteve Bonet, quien lo talló en 1794. Su advocación le viene de la Virgen de la Defensión, imagen mariana que el propio Esteve talló para la Cartuja jerezana del mismo nombre. Ambas imágenes llegaron juntas en barco desde Valencia hasta Jerez, surcando el Guadalete para llegar hasta la ciudad. Desde el monasterio cartujano se encargó de su traslado al Convento de Capuchinos un grupo de soldados, razón por la que el Ejército y la hermandad mantienen una estrecha relación.
El paso sobre el que procesiona es una de las grandes creaciones del tallista Antonio Martín y se ilumina por cuatro grandes hachones. El exorno floral lo conformaba un monte de lirios morados, mientras que en las jarras de los costeros había rosas de un color rojo muy oscuro.
En cuanto al acompañamiento musical, corresponde desde hace años a la Centuria Macarena, que va interpretando diversas marchas, la mayoría de corte clásico, tras el Cristo de la Defensión, del que, como curiosidad, hay que señalar que tiene los pies apoyados en lo que se denomina "suppedaneum", una pieza de madera que, según algunos historiadores, se les ponía a los crucificados para evitar que sus cuerpos cayeran al suelo desde la cruz. Y sorprende también la carne desgarrada de la espalda, que deja ver algunas costillas.
Antes de entrar en la carrera oficial, el crucificado del convento capuchino recibió la interpretación de una saeta desde la acera en la calle Eguiluz.




















Y en el paso de palio de la hermandad, la Virgen de la O, una de las primeras dolorosas salidas de la gubia de Luis Álvarez Duarte, quien la talló en 1971. Va en un palio diseñado por Antonio J. Dubé de Luque de color morado con bordados en oro y una crestería de plata. Lleva faroles en lugar de candelabros de cola y un manto de terciopelo negro liso.
Si Martín Gómez se ocupa de conducir el paso del Cristo, Manuel Jesús Elena hace lo propio con el palio de la O, al que acompaña la Banda Música Nuestra Señora de la Soledad, de Cantillana, que desde la calle Sevilla hasta la zona del Mamelón interpretó la marcha "Mater mea".
Rosas blancas colocadas de forma cónica en las jarras conformaban el exorno floral de este paso de palio que no pudo salir a las calles hasta 1992, una vez que lo permitió la arquitectura del convento donde tiene su sede la hermandad.






















La quinta y última hermandad del Martes Santo es la del Desconsuelo, conocida popularmente por muchos jerezanos como la de los Judíos de San Mateo, una de las que más nazarenos tiene; cofrades que visten túnica y capa negras con capirote y fajín de color rojo, encabezados por una cruz de guía dorada y con espejitos que ha sido restaurada este año.


Por la calle Porvera venía la hermandad, en cuyo primer paso vemos a Nuestro Padre y Señor de las Penas en el momento en que espera ser crucificado, mientras que detrás un grupo de soldados se sortea su túnica, y delante hay dos sayones preparando la cruz que son quienes dan el nombre popular al paso y a la cofradía. Son conocidos como el Bizco y el Verruga... por razones evidentes. Ramón Chaveli, autor de las tallas secundarias, recurrió en este caso al feísmo para evidenciar la maldad de estos personajes. En cuando al Señor, es obra atribuida a Ignacio López, de principios del siglo XVIII.
El paso, obra de Manuel Guzmán Bejarano, fue restaurado el año pasado, lo que explica el impecable brillo del dorado, que hace más llamativo el que es uno de los grandes pasos de la Semana Santa jerezana, y que tiene una forma muy cuidada de andar a las órdenes de Alejandro Soto y con el acompañamiento de la Agrupación Musical de la Sentencia, de Jerez.
En su dicurrir por la Porvera, el paso se detuvo en la confluencia con la calle Chancillería, donde tiene su casa la Hermandad del Rocío. Su hermano mayor tocó el llamador después de dedicar la levantá a los hermanos del Rocío y del Desconsuelo. A continuación, el Señor de las Penas, imagen de gran calidad artística, continuó su camino hacia la carrera oficial.
























Y tan impresionante como el paso de misterio es el paso de palio de la Virgen del Desconsuelo, a la que acompaña San Juan Evangelista, imágenes atribuidas también a Ignacio López. El conjunto de palio y manto es de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, de 1902 y 1905, respectivamente, y perteneció a la Amargura sevillana. Se trata de un palio histórico, dado que fue el primero de los que se llaman de figura, un paso importante en la estética de los pasos de palio, que hasta entonces, en lo que se refiere a los palios bordados, eran siempre de cajón. El manto fue restaurado en 2010 por José Ramón Paleteiro.
La Hermandad de la Soledad recibió a la del Desconsuelo en la puerta de la Iglesia de la Victoria que da a la Porvera, asomando a ella su paso de palio. La Virgen del Desconsuelo pasó por delante de la cofradía del Viernes Santo con la marcha "Soleá, dame la mano", a la que siguió después "Encarnación Coronada". Sonaba esta última marcha cuando el palio se detuvo ante los cofrades del Rocío y se volvió a interpretar cuando se levantó y siguió adelante, dejando a la contemplación de los cofrades las flores bordadas que sobresalen de la superficie del genial manto de Ojeda.
























Completada la nómina del día, volvemos a encontrarnos con el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia ya en su recorrido de vuelta por la Alameda Vieja, junto al Alcázar. Lentamente, el paso avanzaba de camino al barrio de San Miguel, algunas de cuyas calles recorre antes de salir por Molineros a la Plaza de las Angustias para finalizar su estación de penitencia antes de las once de la noche.













Por Tornería y Rafael Rivero regresaban a sus templos, una detrás de otra, tres de las cofradías de este Martes Santo. La primera de ellas, la Clemencia, que desde la Puerta de Sevilla se dirigió hacia la Alameda Cristina, pero por el lado contrario al de la carrera oficial, pasando por delante de la Capilla de San Juan de Letrán, que se encontraba abierta y con una representación de los cofrades de la Hermandad del Nazareno ante la puerta.
El capataz dedicó la levantá del paso de misterio a la cofradía de la Madrugada, deseándole que tuviera una buena estación de penitencia. Después, con celeridad, el paso del Señor de la Clemencia continuó hacia la Plaza del Mamelón en su camino de vuelta a San Benito, para el que se produjo un cambio en el acompañamiento musical, al haber cogido la Agrupación de Jesús Despojado de Jaén el relevo a la del Cristo de la Clemencia.















Y si el palio de la Virgen de la Salud y Esperanza corría por la calle Santo Domingo para llegar a la Plaza Aladro, no menos corría por la Alameda Cristina, ya de vuelta, llegando deprisa a San Juan de Letrán, parando ante ella fugazmente y corriendo de nuevo hacia el Mamelón mientras la Banda de Música Maestro Dueñas tocaba "Nuestro Padre Jesús", marcha que fue interrumpida cuando el palio, por tanto correr, tuvo que pararse al no poder avanzar más, a no ser que se pusiera a adelantar a los nazarenos. El recorrido de la Clemencia es largo por la distancia que separa la Parroquia de San Benito del centro histórico, pero pretender que un paso vaya más deprisa que los nazarenos sólo sirve para tener que pararse con demasiada frecuencia. Habría que cuidar un poco más ese detalle.













Con menos prisas avanzaba la Hermandad de la Defensión, que desde la Puerta de Sevilla tomaba la calle Porvera, separándose así de la Clemencia al salir al Mamelón desde la calle Gaitán. La Centuria Macarena interpretaba algunas marchas de corte clásico y hasta marcial que casan a la perfección con el crucificado de José Esteve.
La Virgen de la O, por su parte, accedió con la marcha "Valle de Sevilla" a la calle Porvera, donde una cantidad razonable de público permitía disfrutar sin apreturas del regreso de esta hermandad de corte muy sobrio y elegante.




























Por su parte, la Hermandad del Amor, como los días anteriores habían hecho la Borriquita y la Cena, al dejar atrás Tornería giró por Rafael Rivero en dirección a San Marcos, donde la cofradía pareció quedar partida en dos, dado que el paso del Cautivo seguía avanzando mientras que, tras la Agrupación Musical San Juan, había un importante corte hasta el inicio del cortejo de nazarenos del paso de misterio. Del paso del Señor que talló Antonio Eslava hay que destacar el exquisito gusto del exorno floral, compuesto de diversas especies de tonalidades moradas. Gran paso el que ha ganado la Semana Santa jerezana con la incorporación del Cautivo, que además incorporó una iconografía hasta entonces inédita, con el Señor amarrado y abandonado por los suyos.












En cuanto al paso del Cristo del Amor, adornado con diversas especies florales de color rojo, dejó atrás Rafael Rivero y accedió a la calle San Marcos con "Cantemos al amor de los amores", interpretado por la Banda de Cornetas y Tambores Coronación de Espinas de Córdoba. Más adelante, la marcha escogida fue "El Prendimiento". A partir de ahí, sólo le quedaba a la hermandad las calles Padre Rego, Compañía, Francos y San Juan, para poner ahí el punto final a su estación de penitencia.












Finalmente, el barrio de San Mateo vibraba con el regreso de la Hermandad del Desconsuelo, que tras pasar por la Iglesia de San Lucas, lugar donde se concentran diversos saeteros, salía a la Plaza del Mercado por la estrechez de la calle Cabezas. Bastante gente se concentraba en este punto, pero mucha más en la Plaza de San Mateo, esperando ver la recogida de la hermandad. Y frente a su iglesia, la Capilla de Santa Marta estaba abierta dejando ver los pasos que en la jornada del Miércoles Santo iban a salir también para hacer su estación de penitencia.
La cuadrilla y la Agrupación Musical de la Sentencia aprovechaban los últimos metros del recorrido para dar muestras no sólo de su buen hacer por separado, sino también de su perfecta conjunción, como cada Martes Santo. El de este año ha tenido, además, la particularidad de que la cofradía ha visitado en su recorrido de ida la Basílica de la Merced, desviándose así de su itinerario tradicional, con motivo del octavo centenario de la orden mercedaria.
Antes de entrar en San Mateo, para poder salvar la estrechez, hubo que quitar algunos de los ángeles del canasto y un guardabrisa de cada candelabro, algo imprescindible para que el paso pueda pasar, aún así muy justo, por la doble puerta del templo.
























De nuevo, como en el Transporte el Domingo de Ramos, la recogida del misterio hizo a mucho cofrade cornetero marcharse sin esperar a la Virgen del Desconsuelo, por lo que con menos estrecheces se pudo disfrutar al máximo con la vuelta a casa del impresionante paso de palio en el que la Madre del Señor de las Penas recibe el consuelo de San Juan.
Fue una vuelta a casa llena de esperanza, ya desde la Plaza del Mercado el palio llegó a la Plaza de San Mateo con la marcha "Esperanza de Triana Coronada", seguida después por "Siempre la Esperanza" y "La Macarena" mientras giraba ya ante la puerta, dando para ello una vuelta completa.
Los pocos metros que separan el centro de la plaza de la puerta los recorrió lentamente la Virgen del Desconsuelo con el final de la marcha "Rocío" y, tras una suave levantá, entró definitivamente en San Mateo con el Himno de España cuando apenas faltaban cinco minutos para las dos de la madrugada.
























Unas doce horas, medio día, restaban para el inicio cofradiero del Miércoles Santo, para que la primera hermandad, la del Soberano Poder, se pusiera en las calles. Pero, por encima de cualquier otra cosa, de cualquier otro de los muchos rincones destacados del Miércoles Santo, el punto más emotivo desde el punto de vista personal de esta jornada en la Semana Santa del reencuentro estaba en una esquina, la de la calle Naranjas. Llegaba otro día inmensamente grande.

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