martes, 3 de abril de 2018
VIERNES DE DOLORES 2018: LA SEMANA SANTA LLEGÓ A SEVILLA DESDE EL SUR
Si la barriada de Bellavista no hubiera dejado nunca de formar parte del término municipal de Dos Hermanas, Sevilla se habría quedado este pasado Viernes de Dolores compuesta y sin cofradías en la calle. Pero desde la zona más meridional de la ciudad le vino este año a la capital hispalense el estreno de su Semana Santa, al menos en lo que a las vísperas se refiere.
Vayamos por partes. La primera en salir a la calle debía ser, a las seis menos cuarto, la Hermandad de Pino Montano. Sin embargo, después de una mañana de cierta tranquilidad meteorológica (y no climatológica, que no es lo mismo), la tarde se presentaba con lluvia. Con toda lógica, las seis menos cuarto pasaron y la cofradía no había salido. Tocaba esperar una decisión, algo que no ocurría desde el Martes Santo de 2016, dado que la de 2017 fue una Semana Santa completa y absolutamente tranquila en cuestiones del tiempo.
Por su parte, en Heliópolis la Hermandad de la Misión, con hora prevista de salida a las seis y media, también pedía una demora, en este caso de una hora, hasta analizar los partes que ya hablaban de la llegada de cierta mejoría.
La mejoría, en cualquier caso, se hizo esperar. Tanto que el hermano mayor de Pino Montano, José Ordoño, tuvo finalmente que anunciar cerca de las siete de la tarde que no se podía esperar más, que había que asumirlo y que incluso de una decepción como la suspensión de la salida se podía sacar algo bueno, como una enseñanza importante para los hermanos más jóvenes. En la vida hay que aprender también a renunciar.
Poco después, la Hermandad de la Misión, que presentaba como estreno la nueva cruz de salida del Cristo, también anunciaba que no iba a alargar innecesariamente la espera. La mejoría no acababa de llegar y tampoco es que fuera a reducir hasta el mínimo las probabilidades de agua.
Así las cosas, las miradas se dirigían a Bellavista, cuya hermandad decidía también esperar hasta tomar una decisión. Tenía que haber salido a las siete de la tarde, sin embargo, no fue hasta cerca de las ocho cuando se anunció que sí, que habría estación de penitencia, aunque recortando considerablemente el itinerario, no sólo para compensar la hora de retraso, sino especialmente para sortear la lluvia que de nuevo se esperaba para la noche. No olvidemos que en condiciones normales la Hermandad de Bellavista no regresa a la Parroquia del Dulce Nombre hasta las dos de la madrugada, algo que este año no se podía permitir.
El sí de Bellavista hizo albergar cierto optimismo respecto a lo que podrían hacer las dos hermandades que quedaban, Pasión y Muerte, y la Corona, con sus salidas previstas respectivamente para las ocho y para las ocho y diez de la tarde. Si Bellavista salía, parecía fácil pensar que estas dos cofradías, con recorridos más cortos y en silencio, se animarían a hacer sus estaciones de penitencia, especialmente la de la Parroquia del Sagrario, con diversas opciones de refugio en pleno centro de la ciudad.
Pero fue precisamente ésta, la Hermandad de la Corona, la primera de las dos en suspender la salida al considerar la previsión de lluvia demasiado arriesgada. Puede que fuera una decisión algo precipitada, pero es la que la junta de gobierno que preside Alejandro Mateos tomó sin dejar demasiado margen al suspense. De esta forma, nos quedamos este año sin contemplar por las calles al Cristo de la Corona, una de las imágenes más antiguas de la Semana Santa sevillana, con la corona de espinas que ya había estrenado en su besapié de la pasada Cuaresma, obra de Manuel Ballesteros y Alejandro Cascajares. Como se recordará, hasta este año el Cristo había salida con una corona de espinas colocada a sus pies y no en la cabeza.
Con Bellavista saliendo ya de su templo a las calles de su barrio y la Corona habiendo anunciado la suspensión de su estación de penitencia, la duda era máxima en Triana, en la calle Virgen de Fátima, donde, pasada ya la hora de salida de la Hermandad de Pasión y Muerte, aún ni se abrían las puertas de la Parroquia del Buen Aire ni se detectaban señales de que se fueran a abrir de un momento a otro.
Los temores se cumplieron y la decisión final fue que la única hermandad de negro del barrio de Triana se quedara en casa y no saliera a las calles. Quizá para entender la decisión haya que tener en cuenta la dificultad para salir y entrar en el templo del paso, en el que el crucificado de Navarro Arteaga tiene que ser colocado en posición horizontal para poder atravesar el dintel de la parroquia, que se encuentra en los bajos de un edificio de viviendas. No es una maniobra que se pueda hacer con rapidez en caso de que la hermandad hubiera tenido que volverse o acelerar el ritmo a la vuelta en caso de lluvia.
Por todo lo anterior, y con la suspensión también de las salidas de las agrupaciones parroquiales de Bendición y Esperanza, y Paz y Misericordia de Rochelambert, la única Semana Santa de este Viernes de Dolores estaba en Bellavista, donde la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Remedios y la Virgen del Dulce Nombre iban recorriendo con cierta celeridad un itinerario reducido.
El paso de misterio, que se está completando muy lentamente porque la hermandad concentra sus esfuerzos económicos en el necesario comedor social que mantiene en el barrio, no presentaba este año ningún estreno en la talla y barnizado del paso. En cuanto al conjunto escultórico, ya quedó concluido el año pasado con la incorporación de las tallas de San Juan Evangelista y Judas Iscariote, obra de Juan Manuel Montaño.
El Señor que tallara Antonio Castillo Lastrucci, y que realizó para un proyecto de cofradía jerezana que nunca llegó a buen puerto, vestía una túnica lisa de color morado, a juego con el exorno floral del paso, conformado a base de rosas, anthurium y otras especies. Pese al retraso en la salida y la velocidad del cortejo, la conjunción entre la cuadrilla de costaleros, dirigida por Juanma Martín, y la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención dio lugar, como es costumbre, a grandes momentos con un andar muy cuidado y una selección de marchas que combinaban las composiciones más modernas con las de toda la vida, como fue el caso de "Santa María de la Esperanza" ante la Parroquia del Sagrado Corazón, templo ante el que el paso se volvió y se detuvo.
Posteriormente, el paso de misterio, en el que Jesús es prendido en el Huerto de los Olivos mientras San Pedro saca el puñal con el que pretende cortarle una oreja al sayón Malco, continuó su camino desde Asensio y Toledo hacia las calles Soria y Altares.
Y detrás, tras la segunda parte del cortejo de nazarenos de túnica blanca y capirote morado, llegó hasta la Parroquia del Sagrado Corazón el paso de palio de María Santísima del Dulce Nombre a los sones de la marcha "Mi Amargura", a cargo de la Banda de Música Santa Ana, de Dos Hermanas. Antes de quedar frente a la puerta del templo, el palio dio una vuelta completa para mirar hacia los vecinos de una vivienda situada en este punto de la calle.
Por tercer año, era el capataz Ernesto Sanguino el encargado de conducir el palio que presidía la dolorosa de Álvarez Duarte, vestida con saya blanca y toca bordada en oro sobre el manto, de terciopelo azul liso al igual que el palio. Una variedad floral de tonalidades blanca y rosa adornaba este paso que se alejó del Sagrado Corazón con la marcha "Coronación".
Los encargados de mantener encendida la candelería del palio se empleaban a fondo para conseguirlo, incluso con el paso caminando, pese al aire que corría y que presagiaba más lluvia. Por eso, avanzaba sin demasiadas paradas el paso de palio, que desde la calle Soria giró a la izquierda en Altares mientras la banda de Santa Ana tocaba la marcha "Azul y plata".
Fue breve, casi fugaz, pero al menos la Hermandad de Bellavista salvó un Viernes de Dolores que, de no haber sido por ella, se habría escapado sin un solo paso en las calles. Desde 2012, año en que sólo se atrevieron a salir Pino Montano y también Bellavista, aunque tuvieron que volverse poco después, la lluvia no nos dejaba un Viernes de Dolores con cofradías sin poder realizar sus estaciones de penitencia (ver).
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