La Hermandad de Santa Lucía celebraba este viernes la jornada de la festividad de su titular con su besamanos y con la función principal de instituto de la corporación. Se trata del segundo besamanos a la santa de Siracusa desde la reapertura el pasado año de la Iglesia de Santa Catalina.
En esta ocasión, la imagen fue situada en el presbiterio alto del templo, a los pies del retablo mayor, que se encontraba parcialmente cubierto por los diferentes elementos utilizados en el montaje de este culto. Sobre una peana plateada, la imagen de Santa Lucía llevaba la corona con la que salió este año a las calles el último domingo de septiembre (ver), además de una aureola plateada, una espada, la palma alusiva a su martirio y la tradicional bandeja con los dos ojos.
Flanqueaban a la talla seis candeleros plateados con cera blanca y dos jarras con claveles blancos y otras especies. Detrás, veíamos una estructura a dos alturas con un tejido de color rojo y que en su parte inferior tenía el respiradero del costero izquierdo de su paso procesional con más flores en sus extremos. Sobre éste, en los laterales, se dispusieron otras dos jarras y cuatro candeleros, mientras que en la parte superior, entre dos faroles de plata y dos ángeles con pequeños incensarios, había una imagen del Niño Jesús sujetando las filacterias verdes con letras doradas que en los últimos años ha llevado Santa Lucía en su paso. En ellas se leía "Hazte donante" y "Dona vida" para fomentar la donación de órganos.
Remataba el montaje un dosel con fondo y gotera de color rojo, el emblema de la hermandad y de Santa Catalina en el centro y dos borlones dorados.
Durante el besamanos también se podía besar la reliquia de Santa Lucía que posee la hermandad, así como colaborar económicamente en la restauración de la imagen, labor que ha sido encomendada a Enrique Gutiérrez Carrasquilla, quien trabajará en ella a partir de la próxima primavera.
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