María Santísima de la Amargura regresó ayer, lunes, a la Iglesia de San Juan de la Palma después de cerca de dos meses de ausencia motivada por las labores de restauración llevadas a cabo por Enrique Gutiérrez Carrasquilla.
Estas labores han consistido fundamentalmente en la limpieza superficial del rostro y las manos, que acumulaban una excesiva suciedad desde hace demasiados años. Asimismo, se han reintegrado las pérdidas de policromía de las zonas del cuello y las sienes producidas por alfilerazos durante las tareas de vestir a la imagen, también parcialmente las de las manos, aunque dejando el desgaste de los besos de los fieles, se ha eliminado el exceso de pegamento que había en los párpados y se han sustituido las pestañas por unas nuevas algo más cortas.
El resultado es la vuelta a San Juan de la Palma de una Virgen de la Amargura más limpia, más cuidada y con una policromía más clara. Además, su regreso ha supuesto el reencuentro con la talla de San Juan Evangelista, que también fue objeto de una actuación similar por parte de Carrasquilla entre los pasados 3 de noviembre y 23 de enero. En este caso, además de labores muy parecidas a las llevadas a cabo sobre la imagen de la dolorosa, también hubo que retirar restos de cera presentes fundamentalmente en la zona de los pies.
Hasta la subida de la Virgen de la Amargura a su altar del septenario la semana que viene, ambas imágenes estarán en la capilla sacramental del templo, en el altar de la Inmaculada de Juan de Astorga.
La Virgen de la Amargura, antes y después de su restauración
Hoy mismo será retirada del culto la imagen de Nuestro Padre Jesús del Silencio, que también será intervenida por Enrique Gutiérrez Carrasquilla durante unos diez días. En este caso, se trata de eliminar en distintas partes del cuerpo exudaciones de resina de la madera adheridas a la capa superficial de policromía, reintegrar el soporte de un mechón de cabello que cae sobre la espalda coincidente con un ensamble, eliminar manchas de las manos y reintegrar en ellas pérdidas de policromía, y reintegrar desgastes en los pies producidos por el roce de las túnicas.
Por otra parte, el regreso de la Amargura prácticamente ha coincidido en el tiempo con la finalización de los trabajos de restauración llevados a cabo en su retablo cerámico por parte de la empresa Alféizar. En los últimos meses se había notado que algunos de los azulejos que lo conforman se estaban soltando, por lo que la junta de gobierno decidió llevar a cabo su restauración integral.
Este retablo cerámico fue pintado en 1918 por Manuel de la Lastra y Liendo, Marqués de Benamejí, fue realizado en el taller La Bética y cuenta con unas medidas aproximadas de 2,25x1,95 metros. Se encuentra ubicado en la calle San Juan de la Palma, casi en la esquina con Feria y en la confluencia con Regina.
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