Frente a las prohibiciones y a la apatía de otras diócesis, Jerez sigue dando pasos hacia la recuperación total del culto público. Anoche fue el turno de la Hermandad de Santa Marta, que trasladó a su santa titular hasta la Basílica de la Merced, donde este lunes comienza el triduo en su honor.
Sobre las andas cedidas por la Hermandad de la Sed, iluminadas por los candelabros del propio paso de misterio del Traslado al Sepulcro, la patrona de la hostelería salió a la calle para un traslado breve, de poco más de una hora de duración, desde su capilla hasta quedarse a las plantas de la Virgen de la Merced.
Si el año pasado, los cultos se celebraron en el Santuario de San Lucas (ver), este año junto a la Patrona de Jerez, de cuya Coronación Canónica se han cumplido sesenta años; si el año pasado los traslados se realizaron de forma privada, este año de forma pública, en andas y con acompañamiento musical. Porque sí, porque la situación sanitaria afortunadamente es muy distinta y no tiene ningún sentido repetir el esquema de 2020 en 2021, como se va a hacer por ejemplo en Sevilla con la Virgen de los Reyes el próximo 15 de agosto.
Así, la Hermandad de Santa Marta realizó un traslado como es debido, ante los cofrades que decidieron ir a la Plaza de San Mateo para ser testigos directos de la salida de la santa. A las nueve de la noche se abrían las puertas y la cruz de guía daba paso a un cortejo con dos tramos de hermanos con cirios. El segundo lo iniciaba el estandarte corporativo. Un padre mercedario acompañó en la presidencia a la hermana mayor de la corporación del Miércoles Santo, Marta Marín.
El cuerpo de acólitos con cuatro ciriales, los que van delante del misterio del Traslado al Sepulcro el Miércoles Santo, antecedían a Santa Marta, vestida con manto verde liso y con la saya de una de las Marías del conjunto escultórico. Asimismo, lucía una de las aureolas de su ajuar, un broche con su nombre en el pecherín, el emblema mercedario a la altura del vientre, y en las manos el acetre y el hisopo.
Un quinteto de metales de la Banda de Música Maestro Dueñas acompañó con reducidas versiones de marchas procesionales durante este traslado, comenzando directamente con "La Estrella Sublime" en el momento de la salida. Santa Marta, llevada a hombros por sus hermanos, salió de la capilla y atravesó la Plaza de San Mateo buscando la calle Nuestro Padre y Señor de las Penas.
Dejando atrás la Iglesia de San Mateo (hoy uno de los cuatro templos que conforman la Parroquia de los Cuatro Evangelistas), donde la propia Hermandad de Santa Marta tuvo su sede, la santa siguió con "Pasan los Campanilleros" hasta la amplitud de la Ronda del Caracol, a la que llegó con "Reina de la Porvera".
Rosas, lisiantum, lilium y astromelias, entre otras especies, componían el generoso exorno floral de las andas, sobre las que Santa Marta estaba elevada en una sencilla peana de madera de color oscuro. "Virgen de los Reyes" y "Virgen del Rosario Coronada" fueron otras dos composiciones que sonaron en este tramo del traslado.
El llamador que se colocó en las andas de la Sed era el propio del misterio de la Hermandad de Santa Marta. Cuando el capataz lo hizo sonar prácticamente en la esquina de la Ronda del Caracol con la calle Muro, varios hermanos con cirios estaban esperando en los laterales para relevar a quienes venían cargando con Santa Marta. Éstos cogieron los cirios y ocuparon su lugar en el cortejo.
Con los sones de "Stella, Signum Fidei", dedicada a la Virgen de la Estrella, de la Hermandad de la Borriquita, Santa Marta se adentró en la calle Muro y alcanzó después la Plaza de la Merced con "Reina de Jédula", dedicada a la Virgen de la Salud de dicha pedanía de Arcos de la Frontera.
Mirando ya hacia la puerta de la Basílica de la Merced, Santa Marta siguió avanzando, ahora con la marcha "Concepción de las Viñas Coronada", hasta detenerse casi en la confluencia con la calle Merced. En este punto, un grupo de hermanas de la cofradía se dispusieron llevar sobre sus hombros a la santa en el tramo final del recorrido.
Efectivamente, el capataz llamó y las andas se acercaron a la puerta del templo mercedario mientras sonaba nuevamente "La Estrella Sublime". A continuación, en silencio, las hermanas hicieron un giro de ciento ochenta grados para que Santa Marta entrara mirando hacia la calle, y el quinteto de metales interpretó "Mi Esperanza", con la que las andas entraron en la Basílica.
Ya dentro, el vestidor de la hermandad, César Díaz, fue invitado a tocar el llamador, tras lo que Santa Marta avanzó hacia el presbiterio mientras el quinteto de la Banda Maestro Dueñas cerraba su intervención en el traslado con la marcha "Madre de los jerezanos".
No hubo más relevos bajo las andas, por lo que las hermanas fueron las encargadas de conducir a Santa Marta hasta la Patrona de Jerez, girando ya en el presbiterio alto para dejarla en el lado derecho. Sólo en el último momento algunos hermanos ayudaron a completar esta última maniobra.
Uno de los mercedarios se encargó de dar la bienvenida a la Hermandad de Santa Marta, a la que también recibió con su estandarte corporativo la Hermandad del Transporte. Finalmente, se rezaron las últimas oraciones cerca de las diez y media de la noche.
Hoy, lunes, comienza el triduo, mientras que el jueves, día de la festividad de Santa Marta, será la función solemne y el regreso a su capilla por un itinerario distinto, algo más largo, ya que durará dos horas. No será como en las jornadas del 29 de julio anteriores a la pandemia, pero lo importante es que será.
Jerez vivió ayer grandes momentos con Santa Marta, como los vivió una semana antes con la Virgen del Carmen (ver) y dos semanas atrás con el traslado de la Hermandad de la Borriquita (ver). Así (ojo, porque lo permiten el Obispado y las autoridades civiles, claro está) se hacen las cosas. Poco a poco, si hay que ir poco a poco, pero sin quedarse parados; sin resignarse a la nada. Porque, según dicen algunos cofrades místicos, los de la "Semana Santa íntima" y otras expresiones tan alejadas de la religiosidad popular, es preferible no hacer nada a hacer las cosas de forma distinta a lo acostumbrado. "O como siempre o nada", dicen. Pues, hijos míos, no sabéis la de cosas que os estáis perdiendo...
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