La Virgen del Carmen de Calatrava presentó en el triduo y función principal celebrados esta semana el estreno de un manto blanco de tisú de plata bordado en oro, confeccionado por Inmaculada Rodríguez Llorente, según el diseño de Francisco Javier Sánchez de los Reyes.
Esta prenda la llevó la Virgen también durante la veneración que tuvo lugar durante los días 15 y 16, en la víspera, cuando debería haberse celebrado la procesión fluvial, y en el día de su festividad. La imagen estaba en el presbiterio de su capilla de la calle Calatrava, cuyo retablo estaba cubierto por un cortinaje de damasco blanco. Y entre la Virgen del Carmen y dicho cortinaje había una especie de dosel también de damasco, pero de un color más crudo, y con una crestería de madera dorada.
La imagen se presentó sobre la peana de su paso y sujetando los atributos de orfebrería con los que suele salir a las calles: las coronas (tanto la suya como la del Niño), la ráfaga, la media luna y el cetro. Asimismo, sujetaba los escapularios de mano, lucía unos llamativos pendientes y tenía sobre la cabeza una toca.
Flanqueando a la Virgen del Carmen veíamos cuatro blandones de madera pintada de color blanco con zonas doradas. En ellos había cirios blancos de gas. Y entre cada pareja de blandones había unas jarras plateadas con diversas especies florales de tonalidades blanca y rosa. Las jarras se elevaban sobre sendas columnas oscuras de fuste salomónico.
A los pies de la Virgen se colocó un gran centro floral con lisiantum y orquídeas que quedaban en el centro de la parte delantera de la alfombra sobre la que se encontraba la imagen. El altar de esta veneración se completaba con diversas flores colocadas en las lámparas de tipo sagrario que colgaban en los laterales, y con el estandarte corporativo a la derecha.
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