Salió sin costaleros. Salió sin música (por una dudosa intromisión municipal). Pero salió. Porque era 16 de julio, era su día y, adaptándose a las circunstancias, se hizo posible lo que en otras diócesis es, hoy por hoy, una quimera, dado que están prohibidas hasta las procesiones de impedidos. Ya me dirá usted...
Fue en Jerez, por supuesto; ciudad que tiene en la Virgen del Carmen una de sus principales devociones. Tanto es así que se trata de una imagen que lleva ya cerca de un siglo coronada canónicamente. Ahí es nada. Y aunque en Jerez ya hemos visto unas cuantas imágenes en las calles desde que el pasado mes de octubre se celebrara el rosario de la aurora de la Candelaria (ver), la de este viernes tuvo un regusto especial. Por ser la imagen que era y por lo esperanzador que resultó verla en las calles cuando las reglas de su hermandad dicen que debe estarlo. Y fue una semana después del traslado de los titulares de la Hermandad de la Borriquita a San Marcos (ver) y mes y medio después de la procesión de la Sacramental de Santiago (ver), por poner sólo algunos ejemplos.
Movidos más por la envidia que por cualquier otra cosa algunos, y por darle más importancia a lo secundario que a lo principal otros, los hay que han criticado esta procesión por ir la Virgen en un paso con ruedas (era el de la Custodia del Corpus de la Catedral) y sin banda de música. Que no era una procesión, dicen unos; que era un experimento e incluso un esperpento, vomitan otros; o que no emocionó, apuntaron los guardianes de las esencias que no entienden nada de religiosidad popular y mucho, muchísimo al parecer, de misticismo y ortodoxia cofradiera... Pamplinas.
Porque lo del viernes no tendría costaleros, no tendría música (que la tuvo); pero tuvo una grandísima emoción y, lo que es más importante, lo que es lo fundamental, tuvo a la Virgen del Carmen en las calles. Porque tocaba, porque era su día y porque los cofrades tenemos derecho también a ocupar las calles, a celebrar nuestras manifestaciones, que lo son de fe. El que piense que no hubo emoción por la ausencia de costaleros y de banda, que se haga mirar su actitud de cofrade, que me da que tiene los pilares algo inestables.
La salida desde la Basílica del Carmen estaba prevista para las ocho y media de la tarde. Casi se podría decir que era una forma de despistar y tratar de reducir la cantidad de público que se iba a concentrar ante el templo, ya que sin previo aviso las puertas se abrieron un cuarto de hora antes, los agentes de la Policía Local habían ya cortado el acceso a las inmediaciones desde un rato antes y recordaban a los presentes que guardasen en la medida de lo posible la distancia entre sí. Lo de la mascarilla no hubo que decírselo a nadie porque a nadie le faltaba la suya.
Las insignias basilicales, el tintinábulo y el conopeo, abrían el cortejo de la cofradía, del que formaron parte bastantes hermanos con el cirio en la mano y el escapulario en el cuello. Entre las insignias, además de las propias de la Hermandad del Carmen, vimos el estandarte corporativo de la Lanzada, que tiene su sede también en la Basílica, y el guión de la Virgen del Carmen que posee esta misma hermandad del Jueves Santo. Y no faltaron tampoco las representaciones de la Marina y de la propia comunidad carmelita jerezana. Finalmente, la cruz alzada con manguilla y seis ciriales.
Con el capataz Raúl Vázquez Mellado al frente del paso y varios hombres en su interior, la Virgen del Carmen fue acercándose a la puerta desde el presbiterio. Cerca de la calle se oyó la dedicatoria de la salida a todos los jerezanos que ya no están y a todos los hermanos del Carmen. Un altavoz que apuntaba hacia la calle desde una ventana de la fachada lanzó al aire el sonido del órgano con el Himno de España, al que siguió la marcha "Reina del Carmelo", del jerezano Germán Álvarez Beigbeder.
Fue comenzar a sonar el himno y se inició un aplauso de todos los presentes que sobrepasó los dos minutos de duración, arropando a la Virgen mientras bajaba lentamente la rampa que sortea los escalones de la puerta y giraba a su derecha buscando la calle Carmen. Ahí estaba la emoción. La Virgen estaba en la calle, sin más aditamentos que Ella y sus devotos. A todos nos gusta cómo se mueve un paso con costaleros y cómo suena una banda, especialmente si ésta es la del Maestro Tejera. Pero lo que Jerez está enseñando a los ortodoxos y a los místicos, a los de "o todo o nada", "o salimos como siempre o mejor quedarse en casa", es que si se puede, se debe. Y que lo que el viernes salió a las calles de Jerez fue lo importante; lo demás, siendo bellísimo e irrenunciable cuando la situación lo permita (que quizá ya lo podría permitir), es secundario. A ver si nos vamos enterando.
"Gloria a Ti, Emperatriz del Carmelo", rezaba una colgadura con la bandera de España que atravesaba la calle de acera a acera. A lo largo del recorrido, veríamos otras y también reposteros adornando los balcones. La ocasión lo merecía.
No le faltaba nada a la Virgen del Carmen, que iba vestida como debía, como corresponde a sus salidas procesionales, destacando su característica bandera de España, de la que pendían numerosas cruces y broches, así como la Medalla de la Ciudad de Jerez. Al llegar la noche sería iluminada con los candelabros de su paso procesional, perfectamente adaptados al de la Custodia del Corpus en las esquinas. Y también de su paso era la peana. Impresionante el perfil inconfundible de la Virgen, especialmente con tan llamativa corona sobre su cabeza. Su vestimenta, marrón y blanco, contrastaba con el verde del traje del Niño. Y en cuanto al exorno floral, claveles en el friso, y gladiolos y nardos en las esquinas.
Desde la calle Carmen, la Virgen discurrió sin música, que no en silencio, dado que fue muy llamativo que cada pocos metros los jerezanos le brindaban un aplauso que sonaba también a un gracias a la hermandad por esta salida, que nos acerca al esperanzador momento en que la vida cofradiera vuelva a la normalidad. "Las imágenes están todo el año en sus iglesias", dicen algunos cofrades. Sí, ahí están. Pero los cofrades, el pueblo creyente, también necesitan verlas en las calles, y mucho más con el año y medio que llevamos a las espaldas.
Por Sedería, la Virgen del Carmen pasó por un extremo de la Plaza Plateros y tomó la calle Tornería, una de las más cofradieras de Jerez y que tanto tiempo llevaba sin ver un paso entre sus muros. Precisamente, al tratarse de una calle estrecha, los agentes limitaron el acceso de personas para tratar de mantener unas mínimas medidas de seguridad.
El recorrido, más breve que el habitual de cada año, hizo que desde Tornería la Virgen tomase Eguilaz en dirección a la Plaza del Banco, y de ahí a la calle Larga, donde no sólo continuaron los aplausos espontáneos de los devotos y varios vivas a la Virgen, a Jerez e incluso a España, sino que un hombre cantó un Ave María.
El paso no se detenía prácticamente desde la salida, pero en la calle Larga lo hizo, momento que se aprovechó para encender los candelabros del paso.
La Virgen del Carmen siguió por el Gallo Azul y alcanzó la Plaza del Arenal tras pasar por Lancería. En esta zona, de mayor amplitud, se pudo ver a bastante gente pendiente de la procesión. Después tomó la calle Consistorio rumbo al punto álgido de esta salida tan especial, situado en la Plaza de la Asunción.
Tras Consistorio y la Plaza de la Yerba, la Virgen del Carmen alcanzó el Angostillo de San Dionisio antes de salir a la Plaza de la Asunción. Desde la Parroquia de San Dionisio volvió la música a la procesión, dado que en la llegada de la Virgen a la plaza volvió a sonar "Reina del Carmelo" mientras las campanas del templo repicaban y los devotos aplaudían.
El paso fue detenido mirando hacia el centro de la plaza, coronada por la escultura de la Virgen de la Asunción que realizó Juan Luis Vassallo Parodi. Ahí se quedó mientras desde la puerta de San Dionisio el prior de la provincia Bética de los Carmelitas, David del Carpio Horcajo, pronunciaba el fervorín a la Virgen del Carmen, que finalizó con el canto de la Salve por parte de toda la plaza.
Otra marcha al órgano, en este caso "La Estrella Sublime", sirvió para que la Virgen del Carmen reanudara su camino cuando la noche prácticamente había caído sobre Jerez. Como hacen las cofradías de penitencia en Semana Santa, el paso rodeó la fuente y bajó la rampa que de nuevo se instaló por este motivo en la esquina con Letrados. Poco después se vislumbró por José Luis Díez la torre de la Catedral, que miraba quizá con cierta envidia por la cantidad de tiempo que hace que un paso no discurre junto a ella. En concreto, desde la salida extraordinaria de la Virgen de la Concepción de la Hermandad de las Viñas el 8 de diciembre de 2019 (ver).
En el tramo final de la procesión, la Virgen del Carmen se adentró en Chapinería, donde varios agentes, ahora de la Policía Nacional, esperaban para tomar posiciones de cara a la entrada de la Virgen de nuevo en la Basílica. Mientras, como en la salida, la Policía Local controló el aforo a partir de la calle Carmen.
Chapinería, Sedería (donde el dueño de un establecimiento recogió un toldo para facilitar el paso de la Virgen) y Carmen fueron las últimas calles del itinerario. Con la Virgen aún en la calle que lleva su nombre, desde la misma ventana de la fachada de la Basílica que a la salida comenzó a sonar "Amarguras", marcha con la que el paso llegó hasta la plaza para realizar la entrada.
Acabó la marcha de Font de Anta y la Virgen estaba aún girando para encarar la puerta del templo cuando empezó a sonar nuevamente, y con la cadencia propia de los órganos, el Himno de España. Y otra vez aplausos para la Virgen del Carmen y más vivas mientras subía la rampa para atravesar el dintel y encaminarse hasta el presbiterio. Se dio así por finalizada la procesión a eso de las diez y media de la noche.
Se hizo lo que se pudo, lo que se permitió, pero sobre todo, teniendo en cuenta lo anterior, se hizo lo que se debía hacer. Porque la principal razón de ser de las hermandades es el culto público. Porque es su obligación y porque, ante la situación existente, hay que buscar alternativas y no conformarse, no acomodarse.
El Obispado de Asidonia-Jerez permite el culto externo y la última palabra la tienen las autoridades civiles. Y éstas, a veces lo ponen fácil y a veces difícil. Sobró aquel comunicado que sonaba a peloteo al Ayuntamiento. Sí. Pero lo importante es que la Virgen del Carmen volvió a las calles y los que tuvimos la suerte de estar ahí con Ella lo vivimos, lo disfrutamos y nos emocionamos. ¿Sin costaleros y sin banda? Pues mire usted, sin costaleros y sin banda. Que vuelvan pronto, por supuesto; pero que las imágenes no se queden en la intimidad de los templos si pueden salir, que los cofrades también nos queremos manifestar, queremos hacer protestación pública de fe, como desde hace siglos venimos haciendo.
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