La Hermandad de Nuestra Señora de la Luz, que debería haber realizado este sábado su salida procesional, pero que hace más de dos meses decidió, independientemente de cuál fuera la situación sanitaria, que no saldría (y al final sí que hubiera podido), celebra este lunes su tradicional besamanos, aunque aún sin que se pueda besar directamente la mano.
En la capilla sacramental de la Iglesia de San Esteban, en cuya reja hay un cordón que impide acercarse a la imagen, se encuentra la Virgen de la Luz, vestida con manto celeste y saya blanca, ambas prendas de brocado, así como toca de sobremanto de malla bordada en oro. Luce la Virgen sus habituales enseres de orfebrería dorada con los que sale en su paso (corona, ráfaga, media luna y cetro). Entre Ella y el Niño, que está vestido de blanco, sujetan un rosario de cuentas doradas, mientras que la Virgen tiene además uno de cuentas azules en su mano derecha, donde también lleva una medalla. Además, luce unos grandes pendientes, un collar y varios broches en el pecherín.
La Virgen de la Luz se encuentra sobre la peana de plata de su altar, que va a ser restaurada por Orfebrería Ramos, y a su vez sobre otra sencilla de madera dorada. A los pies de la imagen hay seis pequeñas jarras con rosas blancas y un pequeño centro con las mismas flores salpicadas de nardos, como también se ven en los laterales, junto a seis candeleros dorados con cera blanca, tres a cada lado.
Flanquean a la Virgen de la Luz dos ángeles mancebos portando faroles que habitualmente se sitúan en los laterales del retablo de la hermandad, situado en la cabecera de la nave del Evangelio. Y completa el montaje del besamanos la presencia del estandarte corporativo en el lado izquierdo.
Hay que recordar que la Virgen de la Luz de San Esteban acumula ya cuatro años seguidos sin salir. La lluvia impidió la salida en 2018; la amenaza de lluvia en 2019 (aunque aquel día sí salió la procesión eucarística de San Bernardo); y la pandemia del coronavirus en 2020 y 2021.
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