La Hermandad del Rosario de los Humeros ha celebrado, con motivo de las festividades de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, el acto de veneración al Santo Cristo de la Paz, que se encontraba en el presbiterio alto de la capilla de la corporación en la calle Torneo, sobre la peana procesional de la Virgen del Rosario. A los pies del crucificado se colocaron numerosos cardos secos, así como un cáliz derramado sobre la calavera de Adán.
En los laterales, sobre sendas columnas cilíndricas con decoración pictórica, había unos candelabros plateados con cinco velas blancas cada uno. Y junto a la peana, dos pequeños faroles de metal y cristal. En el presbiterio bajo se situaron cuatro blandones dorados, dos a cada lado, mientras que detrás, cubriendo el camarín de la Virgen del Rosario, había un cortinaje rojo ante el que estaba el dosel de cultos de la hermandad.
Pero lo más llamativo siempre en este culto al Cristo de la Paz es el significativo montaje ubicado junto al dosel, donde, repartidos en dos mesas de madera dorada, una a cada lado, se colocaron diferentes enseres alusivos, al modo Valdés Leal en sus obras para el Hospital de la Caridad, a la fugacidad de la vida, a las riquezas, al poder... en definitiva, a la vanidad, siempre inútil ante la vida tras la muerte, que nos iguala a todos. Y frente a todo ello, la espiritualidad, la oración y la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario