Nuestra Señora de la Encarnación, de la Hermandad de San Benito, estuvo el pasado viernes expuesta a la veneración en el altar mayor de la parroquia con motivo de XXVII aniversario de su Coronación Canónica. La dolorosa, que hace dos años, poco antes del inicio de la pandemia, realizaba una salida extraordinaria por los 25 años (ver), fue ubicada sobre su peana procesional y bajo el palio con sus doce varales, los antiguos respiraderos laterales y las jarras, que portaban rosas y calas blancas, flores que estaban también en otros puntos del montaje.
La Virgen de la Encarnación estaba vestida con su manto procesional de terciopelo rojo bordado en oro, la toca de sobremanto que también suele llevar en sus estaciones de penitencia el Martes Santo, la saya blanca de tisú bordada en oro y sedas en 2015 por Manuel Solano, y fajín rojo con borlones dorados. Sobre la cabeza tenía su corona de salida, en el pecherín llevaba un puñal, una cruz pectoral, un broche y la Medalla de la Ciudad, y en las manos un pañuelo y un rosario.
Junto al palio había cuatro blandones dorados con cera blanca y dos ángeles mancebos sujetando sendos faroles. Al fondo, veíamos un cortinaje de terciopelo rojo a modo de gran dosel con goteras de crestería de madera dorada. Y en los laterales había dos reposteros con jarras de azucenas, elemento que forma parte del escudo de la corporación. El montaje de este acto de veneración se completaba con la presencia en el lado izquierdo del guión de la Coronación Canónica, y en el lado derecho estaba el estandarte corporativo.
Al día siguiente, a las cinco de la tarde, se celebró el rezo del rosario con la visita de la Virgen de la Encarnación a la residencia de las Hermanitas de los Pobres.
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