La Hermandad de Loreto de Jerez cerró el Año Santo Lauretano, proclamado por el Papa Francisco por el centenario del patronazgo de la Virgen de Loreto sobre la aviación, con la celebración de un triduo extraordinario en la Basílica de la Merced.
Para ello, el pasado día de la Inmaculada Concepción tuvo lugar el traslado de Nuestra Señora de Loreto en su Soledad desde su sede, la Parroquia de San Pedro, hasta el templo donde reside la Patrona de Jerez, cuyo paso fue precisamente el utilizado para esta salida, dado que la Virgen de Loreto estrenará el próximo Viernes Santo un nuevo paso que está en proceso de ensamblaje. El antiguo, que era íntegramente de metal plateado, fue vendido a la Hermandad de los Estudiantes de Oviedo.
Pasada la una de la tarde, una vez que en la Catedral había terminado el Solemne Pontifical de la Inmaculada, que ha sido este año presidido por la Virgen de la Esperanza de la Yedra (ver), se inició el traslado con un cortejo encabezado por la propia cruz de guía de la hermandad. Tras ella iba un primer tramo de hermanos con hachetas; el segundo lo encabezaba el banderín de la Santa Casa de Loreto. Finalmente iba el estandarte corporativo.
Antes del cuerpo de acólitos con sus cuatro ciriales, salió el que iba a ser el acompañamiento musical del traslado de ida a la Merced: el realejo, órgano portátil que se estrenó en la estación de penitencia de 2019 y al que acompañaban las voces del Coro de San Pedro Nolasco interpretando clásicas piezas religiosas.
La Virgen de Loreto salió pronto de San Pedro sobre el paso de la Virgen de la Merced, al que se le adaptaron unos faldones de damasco rojo. También se colocaron diversos candeleros con cera blanca y cuatro pequeños faroles en las esquinas.
En cuanto a la dolorosa, atribuida a Juan de Astorga, iba vestida con el manto de salida de la Virgen de la Confortación, de la Hermandad de la Oración en el Huerto, así como con una saya color crema. En el pecherín tenía tres broches, uno de ellos el escudo de la Orden Mercedaria, y en las manos sujetaba un rosario, un pañuelo y la miniatura en plata del avión Constellation Santa María, regalado por la compañía Iberia. En la cabeza tenía una corona dorada que hubo que retirar para la salida y que se le puso después, ya en la calle Bizcocheros.
El capataz, Ezequiel Simancas, se acordó también, como había pasado horas antes con la Esperanza de la Yedra, de Valentina, la pequeña de año y medio de edad que sufre fibrodisplasia. A ella se le dedicó la primera levantá en la calle de la Virgen de Loreto, que como hacía cuando la carrera oficial comenzaba en la Rotonda de los Casinos, recorrió la calle Bizcocheros hasta llegar a la calle Larga.
Pero una vez en ella, giró a la derecha para pasar por delante de Santo Domingo, donde reside la hermandad propietaria del manto que llevaba, y girar luego en Puerta de Sevilla.
Cada levantá se hacía al cielo en el inicio de este traslado. Pero, siendo un paso tan pequeño, el resultado era una levantá demasiado violenta que, por ejemplo, en la Puerta de Sevilla hizo que se partiera uno de los cirios de los candeleros. Además, la ráfaga de la corona se movía excesivamente. Por ese motivo, en un momento dado se decidió que la levantá pasase a ser a pulso 'aliviao', y posteriormente sencillamente a pulso.
La Virgen de Loreto recorrió la plaza de Rafael Rivero, discurriendo después por San Marcos, sede de la Hermandad de la Cena. A continuación, por Padre Rego alcanzó la plaza de la Compañía, donde se fundó la otra hermandad de penitencia jerezana que tiene como titular únicamente a una dolorosa, la de Amor y Sacrificio.
El paso con la Virgen de Loreto, adornado con anthurium blanco y pequeñas rosas del mismo color, tomó entonces la calle Francos y después la plaza de San Juan, saliendo a la plaza de Santiago por la calle Oliva. Seguidamente, enfiló la calle Merced.
Finalmente, cuando eran aproximadamente las tres y veinte de la tarde, la Virgen de Loreto alcanzaba la Basílica de la Merced, entraba en ella y llegaba hasta el presbiterio, donde se quedó detenida mirando hacia la Patrona de Jerez.
En ese momento, tomó la palabra del comendador de la Basílica, Felipe Ortuno, quien dio la bienvenida a la Hermandad de Loreto indicando que estaba en su casa porque la casa de la Patrona es la de todos los jerezanos. Por su parte, la Hermandad del Transporte recibió con su estandarte a la Virgen de Loreto e incluso cedió su casa hermandad para que guardaran en ella todos los enseres que no fueran a utilizar hasta la procesión de vuelta a San Pedro.
Finalmente, tras las palabras de bienvenida del comendador de la Basílica, la Virgen de Loreto subió al presbiterio alto y el paso fue dado la vuelta para mirar hacia la nave central.
Esa misma tarde comenzó el triduo extraordinario, que finalizó el viernes, festividad de la Virgen de Loreto y jornada de clausura del Año Santo Lauretano. Al día siguiente fue la procesión de regreso, que tuvo un recorrido más largo y contó con el acompañamiento de la Banda de Música Maestro Enrique Galán, de Rota.
De nuevo, una banda sonó tras la Virgen de Loreto después muchos años desde que la hermandad cambiase su modo de presentarse en las calles, quitando la música, cambiando el modo de vestir a la imagen, modificando su característico exorno floral y hasta quitando la capa a la túnica de los nazarenos. Y eso que a esta dolorosa le pega una banda, pero tela. Bueno, le pega una banda... y todo lo demás que le quitaron.
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