La Hermandad de la Soledad de San Buenaventura dedicó este primer sábado de Cuaresma al Santísimo Cristo de la Salvación, que estuvo durante la mañana y la tarde expuesto en devota veneración ante el retablo de la Virgen de Guadalupe, y por la noche salió para presidir el rezo del vía crucis por las calles de la feligresía.
Para el acto de veneración, el crucificado de Manuel Cerquera estuvo situado en posición vertical entre seis candeleros con cirios morados y dos de las jarras del paso de Nuestra Señora de la Soledad con rosas de color rosa colocadas sobre sendos pies de madera policromada, con el escudo de la hermandad en la parte frontal. En la parte baja de la cruz había un cíngulo dorado y una tela de damasco negro que caía y se extendía sobre la alfombra ubicada bajo la imagen.
Detrás, ante el retablo de la Virgen de Guadalupe, estaban el sagrario, los dos faroles de acompañamiento de la cruz de guía, ocho pequeños candeleros con velas moradas y dos centros florales también con rosas. Además, en los laterales se colocaron dos piezas de damasco negro a modo de cortinas que delimitaban la estancia.
Por la noche, a eso de las nueve y cuarto, comenzó el vía crucis con el Cristo de la Salvación, que para su salida fue colocado sobre unas andas que serían portadas por diferentes hermanos de la corporación. La cruz de guía abría el cortejo formado por hermanos con cirios. Después iban el estandarte corporativo y un trío de capilla de la Banda Municipal de Música de Mairena del Alcor.
Tras el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales iba el Cristo de la Salvación, en cuya cruz se colocaron algunas rosas como las que habían adornado el altar de veneración. Al salir del Convento de San Buenaventura, el Cristo se dirigió a la Plaza Nueva para después buscar algunas de las calles del barrio del Arenal y salir luego por Doña Guiomar a Zaragoza y finalmente a Carlos Cañal.
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