El Santísimo Cristo del Buen Fin presidió este viernes el rezo del vía crucis de su hermandad recorriendo la feligresía de San Lorenzo, en la que visitó distintos conventos y templos, llegando a entrar en ellos durante su itinerario.
A las siete y media de la tarde comenzó el vía crucis, saliendo del Convento de San Antonio de Padua un cortejo encabezado por una artística cruz con espejos y manguilla entre ciriales. Después iban varias parejas de hermanos con cirios rojos, el estandarte corporativo y el coro y la capilla musical.
El Cristo del Buen Fin fue llevado en andas entre guardabrisones con velas rojas. Además, lucía sus nuevas potencias, realizadas por Jesús Domínguez y regaladas por la Hermandad de la Macarena el año pasado con motivo del trigésimo aniversario del acompañamiento musical del paso del crucificado por parte de la Centuria Romana Macarena. Las potencias tienen una decoración inspirada en el camarín de la Virgen de la Esperanza y en las cartelas hay fragmentos de la sentencia de Cristo.
Al salir, el Cristo del Buen Fin tomó las calles San Vicente, Guadalquivir y Santa Clara en dirección al Convento de San Clemente, en el que entró hasta el presbiterio. Las religiosas cistercienses rezaron la estación correspondiente del vía crucis.
Después, salió nuevamente a la calle Santa Clara y, sin detenerse en ningún momento, avanzó con decisión hasta que se detuvo ante el Convento de María Reparadora para la siguiente estación.
A continuación, el Cristo del Buen Fin se encaminó hacia la calle Santa Ana para entrar en el convento carmelita del mismo nombre. Y al salir, se encargó de portar las andas un grupo de mujeres hermanas de la cofradía.
El siguiente destino del crucificado estaba en la Parroquia de San Lorenzo, en cuyo interior se rezaron tres estaciones: la primera ante la capilla de la Soledad, ya que entró en el templo por la puerta de la calle Hernán Cortés, la segunda ante los pasos ya montados de la Hermandad de la Bofetá, y la tercera en el presbiterio.
Y de San Lorenzo, a la Basílica del Gran Poder, donde también entró el Cristo del Buen Fin para el rezo de una nueva estación. Fue la última visita incluida en el recorrido del vía crucis, ya que después emprendió el regreso a San Antonio.
Por las calles Eslava, Alcoy, Marqués de la Mina, plaza de San Antonio y San Vicente, el Cristo del Buen Fin alcanzó de nuevo su templo, donde la Hermandad de la Divina Pastora se encargó de la lectura de la penúltima estación del vía crucis, mientras que los propios cofrades del Buen Fin leyeron la última. Unas tres horas después de la salida, finalizaba este culto que da paso durante este fin de semana a la veneración conjunta al crucificado y a Nuestra Señora de la Palma.
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