miércoles, 6 de abril de 2022

LA SOLEMNE VENERACIÓN AL CRISTO DEL BUEN FIN Y A LA VIRGEN DE LA PALMA


Después del montaje del año pasado, en que el Cristo del Buen Fin y la Virgen de la Palma estuvieron en lugares opuestos del templo (ver), este año la Hermandad del Buen Fin ha vuelto a situar para la solemne veneración a sus dos imágenes titulares en el mismo espacio, a los pies de la nave central, bajo el coro.
Al fondo estaba el crucificado, ante un dosel de madera policromada con una escena pintada detrás del Cristo asemejando el paisaje de Jerusalén. La imagen tenía las potencias regaladas por la Hermandad de la Macarena, obra de Jesús Domínguez, con las que salió el pasado viernes en su vía crucis (ver). Y a los pies de la cruz había una nueva roca tallada por Alejandro López, en la que se colocó una calavera en alusión a la de Adán, algunas hojas y varias calas blancas.
Desde el Cristo del Buen Fin y hacia los laterales se extendían un total de cuatro jarras del paso de palio de la Virgen de la Palma con lirios morados, cuatro blandones dorados y cuatro candeleros con cirios blancos y, ante dos parejas de columnas, varios ángeles con distintos elementos de la Pasión de Cristo. Y todo ello, ante un cortinaje de damasco rojo.
Delante estaba la Virgen de la Palma con su corona de oro y vestida con el manto de terciopelo verde bordado en oro en 2017 por el taller de la hermandad, según el diseño de José Ramón Paleteiro, y la saya del mismo color con bordados del siglo XIX y pasada a su soporte actual también por Paleteiro.
En el pecherín, contaba con varios broches, uno de ellos con el escudo de la hermandad, otro con su advocación y el otro era una palma de orfebrería. También tenía la Medalla de la Ciudad. Además, a la altura del vientre tenía una cruz pectoral, y en las manos sujetaba un pañuelo, un rosario y una rosa de pasión. La Virgen de la Palma, que estaba sobre una peana de plata, estaba flanqueada por dos jarras de su palio con flores blancas y por dos candelabros con velas blancas sobre sendas columnas de madera dorada.
Y en las paredes de damasco de los laterales veíamos dos columnas con ángeles y jarras, y pequeños doseles con artísticos espejos, bandejas de plata, candelabros, relicarios y jarras con flores de talco entre candeleros. Asimismo, se dispusieron dos pinturas de santos procedentes del patrimonio del propio convento franciscano.
Finalmente, hay que mencionar que en la parte frontal de todo el conjunto había una balaustrada con los guardabrisones que el viernes iban en las andas del Cristo del Buen Fin en su vía crucis por las calles de la feligresía de San Lorenzo.








































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