martes, 23 de marzo de 2021

EL CRISTO DEL BUEN FIN Y LA VIRGEN DE LA PALMA, FRENTE A FRENTE EN SAN ANTONIO


El pasado fin de semana la Hermandad del Buen Fin llevó a cabo el acto de veneración que sustituyó a los tradicionales besapié y besamanos al Santísimo Cristo del Buen Fin y a Nuestra Señora de la Palma, respectivamente. En esta ocasión, los dos titulares se ubicaron en lugares diferentes del templo conventual de San Antonio de Padua; el crucificado en el presbiterio, donde presidió el vía crucis la tarde del viernes, y la dolorosa en el extremo opuesto de la nave central, bajo el coro.
En lo que respecta al Cristo del Buen Fin, se encontraba ante un cortinaje de damasco rojo en posición vertical con unas potencias doradas y sobre una pequeña peana también de damasco. Ante la peana estaba la cartela frontal del respiradero del costero izquierdo de su paso entre dos ángeles. 
Junto al Cristo había dos jarras de su paso con diversas flores que también se veían al pie de la cruz. Las jarras estaban sobre sendos pies de madera policromada. Más hacia los extremos había seis grandes blandones dorados, las otras cuatro jarras del paso y las tallas de San Francisco y San Diego de Alcalá que acompañan a la Inmaculada Concepción en su retablo. Ambas tallas fueron situadas bajo pequeños templetes y con candeleros con cirios blancos junto a ellos. Por último, el estandarte corporativo estaba a la derecha.


















Por su parte, la Virgen de la Palma, vestida con su manto de salida, saya blanca bordada en oro y la saya también de salida, estaba en el centro de uno de los habituales montajes de sus besamanos. Se elevaba sobre una peana y lucía la antigua corona de salida, la que solía llevar cada Miércoles Santo antes de su Coronación Canónica en 2005.
Dos barandillas de madera en los laterales, con jarras de flores blancas y guardabrisas, delimitaban el espacio en la parte delantera. Junto a la dolorosa, además, estaban dos de las jarras de su paso de palio entre candeleros y más hacia los extremos había dos candelabros.
Al fondo, veíamos el dosel de cultos de la hermandad, donde, al no estar el Cristo del Buen Fin, se colocó un trono de reina sobre la peana procesional entre jarras con flores de talco, un resplandor y dos candelabros sobre columnas de madera dorada. Y en los lados se ubicaron dos pequeños doseles con crestería entre los ciriales que anteceden al paso de palio. Ante cada dosel había unos espejos, unos relicarios, pequeñas jarritas también con flores de talco y otros enseres.



















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