Pasados los dos años de la pandemia, el Convento del Pozo Santo volvió a celebrar la festividad de la Asunción de la Virgen exponiendo en solemne veneración a Nuestra Señora del Tránsito ante el retablo mayor de su capilla. Sobre una cama con un cabecero de madera dorada y policromada con la escena de la Asunción, la Virgen del Tránsito, obra anónima del siglo XVII, se mostró a los devotos vestida con manto de terciopelo rojo, saya blanca de tisú y toca color salmón, todo ello con bordados en oro, luciendo además su corona y pecherín enjoyados. Y en sus manos entrelazadas contaba con dos rosarios.
La Virgen, que evoca el paso de la tierra al cielo de la Madre de Dios sin pasar por el trance de la muerte, estaba rodeada por las cuatro tallas del Niño Jesús de autor desconocido y realizadas en madera y plomo, presentados como ángeles con vestiduras de color blanco y rojo. Cada uno sujetaba enseres de orfebrería plateada relacionados con las letanías del Santo Rosario.
Asimismo, junto a la cama se dispusieron otros elementos de orfebrería como seis candeleros con cera blanca, un crucifijo, una sacra, dos jarras con flores naturales, otras cuatro más pequeñas con flores de talco y dos parejas de candelabros. Finalmente, del retablo mayor colgaba un pabellón con un cortinaje de color blanco sujeto por dos ángeles y abierto en su centro para dejar ver al Varón de Dolores en el camarín central y a otro Niño Jesús vestido de rojo en la parte superior.
La Virgen del Tránsito de la comunidad de Terciarias Franciscanas del Pozo Santo estuvo expuesta en la capilla durante toda la mañana del Día de la Virgen y a las nueve de la noche se celebró la función solemne en su honor.
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