La Virgen del Rosario de los Humeros vivió su día grande este 12 de octubre con su salida procesional por las calles del barrio de San Vicente. Es una de las pocas cofradías de gloria que realizan su salida por la mañana, lo que es ya toda una tradición en la mañana sevillana de la Hispanidad, como se demuestra en la cantidad de personas que la acompañan a lo largo de su recorrido.
Todo comenzó temprano en la Capilla del Rosario, en el principio de la calle Torneo, cuando a las siete de la mañana se inició el rosario de la aurora (aquí sí que es literalmente de la aurora) durante el traslado de la Virgen en su paso hasta el Convento de Santa Rosalía, donde posteriormente tendría lugar la celebración de la misa.
Finalizada ésta, empezó la procesión de regreso a la capilla, ya con el acompañamiento musical de la Banda María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras. Pasadas las once y cuarto de la mañana arrancó la procesión, que al salir a la calle Cardenal Spínola se encaminó hacia la Gavidia para tomar la calle Baños. A ella llegó la Virgen del Rosario a los sones de "Esperanza Macarena", siguiendo un cortejo formado por la cruz de guía, el simpecado y el estandarte corporativo.
Las frondosas esquinas de nardos caracterizan este pequeño paso, que en el friso contaba con otras especies florales de tonalidades blanca y rosa, entre ellas grandes rosas y rosas de pitiminí. Un hombre llamado José Luis iba por esta zona agarrado al respiradero delantero o a una manigueta. Lo acompañaba su madre, que sujetaba su bastón, dado que José Luis es ciego.
En la primera parada del paso en Baños uno de los capataces, Manuel Gallego, que iba con su hermano Alberto, se acercó a José Luis y le dedicó la levantá. "Por José Luis, que desgraciadamente no ve con los ojos, pero sí con el corazón". José Luis tenía ganas de tocar el llamador y lo hizo sonar antes de que el capataz dijera "¡A ésta es!", pero no pasó nada. Los costaleros ni se inmutaron. Acto seguido, ya con la frase clave, ambos tocaron el llamador y entonces sí, el paso se levantó a pulso, como se hace cada levantá a la Virgen del Rosario de los Humeros.
Con la marcha "María Santísima del Dulce Nombre", el paso continuó avanzando por Baños, donde tuvo que esquivar las ramas de un pequeño árbol para poder seguir transitando, acompañado de bastante gente.
Alberto Gallego llamó al paso poco antes de la esquina con Jesús de la Vera-Cruz y a continuación siguió por Baños con la marcha "Virgen de los Reyes". Después, tras pasar ante los reformados Baños de la Reina Mora que dan nombre a la calle, el paso se detuvo. Algunos costaleros se acercaron para realizar el relevo, aunque uno de los capataces les indicó que tendría lugar tras la siguiente chicotá, ya en Miguel Cid.
Por ella se metió la Virgen del Rosario mientras la Banda de Las Cigarreras interpretaba la marcha "Procesión de Semana Santa en Sevilla". Efectivamente, en la primera parada en Miguel Cid se hizo el relevo de costaleros anunciado.
La Virgen del Rosario ganó a tambor algunos metros de la calle Miguel Cid y posteriormente alcanzó la plaza Teresa Enríquez a los sones de "Virgen de los Negritos", con la que el paso llegó casi hasta la altura de la cruz que recuerda la epidemia de peste que sufrió Sevilla en 1582.
Como cada año, la Virgen del Rosario visitó la que es su Parroquia de San Vicente, el templo que es cabecera de la feligresía a la que pertenece la capilla de los Humeros. El paso entró en ella por la puerta que da a la plaza de Teresa Enríquez mientras la Banda de Las Cigarreras interpretaba "Jesús de las Penas".
Y precisamente esa hermandad, la de las Penas, y también la de las Siete Palabras recibieron a la Virgen del Rosario en el altar mayor, donde los acompañaba el párroco, Carlos Coloma. Con el paso parado ante el altar, se rezó el Ángelus y después el párroco pidió a la imagen por el barrio, por la parroquia y por la evangelización especialmente de los niños y los jóvenes. Luego todos los presentes cantaron la Salve.
A continuación, el cortejo comenzó a salir de San Vicente, pero no lo hizo ni por la puerta por la que había entrado, ni por la que lo hacen las cofradías que tienen su sede en la parroquia, la de Cardenal Cisneros, sino por la puerta ojival, la que en tiempos fue la puerta principal de una iglesia en su origen mudéjar como es ésta.
Así, la Virgen del Rosario salió directamente a la calle San Vicente, momento en que la banda interpretó "El Cachorro. Saeta sevillana". El paso avanzó con ella hasta detenerse a la altura de la plaza de Rull.
"Virgen de las Aguas" fue la marcha escogida para el giro de la Virgen del Rosario a la plaza de Rull, llegando con ella al inicio de la calle García Ramos. Después, Manuel Gallego quiso dedicar la siguiente levantá a las familias de todos, de los capataces y de los costaleros. "Por los nuestros, por nuestras familias", dijo.
Posteriormente, la Virgen del Rosario de los Humeros continuó por García Ramos a los sones de "Coronación de la Macarena", a la que siguió luego "Aquella Virgen" al tomar la calle Alfaqueque.
La Virgen del Rosario iba poco a poco acercándose a su capilla por un recorrido que la llevó hasta las callejuelas más cercanas y estrechas de su pequeño templo, las del antiguo arrabal de los Humeros, y que tanto contrastan con la amplitud y el intenso tráfico de Torneo. Unas y otra dándose la mano, y una enorme diferencia entre ellas. Poco antes de las tres de la tarde entraría en su capilla la Virgen del Rosario, cerrándose así la siempre hermosa mañana del 12 de octubre en Sevilla.
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