Los pasados jueves, día de la Inmaculada, y viernes estuvo expuesta en solemne veneración la imagen de María Santísima de la Concepción, de la Hermandad del Silencio, en la Iglesia de San Antonio Abad, donde presidió un montaje lleno de enseres y de detalles entre los que emergía en el centro la talla de la dolorosa sobre una ancha peana plateada.
Estaba vestida con el manto que el taller de Santa Bárbara confeccionó en 2003, bordado en oro y plata sobre terciopelo azul y malla. Además, llevaba la saya de salida, diseñada por Herminia Álvarez Udell en 1917 y bordada en oro sobre terciopelo morado por el taller de Hijos de Olmo entre 1918 y 1919. Asimismo, lucía la corona procesional y entre el pecherín y el vientre tenía varios broches, uno de ellos con el escudo de la hermandad, y un camafeo. En las manos sujetaba un pañuelo y un rosario.
El retablo mayor del templo, lugar de culto habitual de Nuestro Padre Jesús Nazareno, estaba ocupado por el simpecado, y ante él se situaban el llamado guión romano, reproducción del taller de Santa Bárbara (2003-2004) del original de Patrocinio López (1871), y la bandera votiva. Y junto a estas insignias, dos de los nazarenos pintados al óleo sobre tabla en 1827.
Sobre el banco del retablo veíamos igualmente el cirio y la espada, elementos muy característicos del cortejo procesional de la cofradía, algunos candeleros con cera blanca y varias jarritas del paso de palio con gladiolos a un lado y otro del sagrario.
En el resto del espacio del presbiterio alto se podían ver más jarras del palio con gladiolos, aunque sobre la peana de la Virgen y en un gran centro delante de todo el conjunto eran unas grandes rosas blancas las que conformaban el exorno floral.
Además, se colocaron en distintos puntos los faroles del paso del Nazareno, los ángeles mancebos con faroles que lo acompañan, cuatro pequeños ángeles con filacterias, dos candelabros plateados con velas blancas, y en la parte delantera la crestería de las caídas frontal y trasera del emblemático palio de la Virgen de la Concepción. Asimismo, hay que mencionar que las paredes laterales estaban cubiertas por unos cortinajes de damasco celeste con el escudo de la hermandad, la cruz de Jerusalén, en el centro.
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