Nuestra Señora de los Dolores, de la Hermandad del Cerro, estuvo expuesta en besamanos desde la tarde del sábado y hasta ayer, lunes, cerrando así los cultos en su honor de cada mes de septiembre. Para ello, la dolorosa se situó en el presbiterio alto de su parroquia, elevada sobre una pequeña peana plateada.
Para este culto, la Virgen se ha presentado vestida con su manto de salida y la saya de tisú de oro bordada en el mismo metal, piezas ambas de Francisco Carrera (2002). Además, llevaba un fajín y una cotilla. En la cabeza tenía su anterior corona de salida, realizada por Villarreal en plata sobredorada (1969).
En el pecherín veíamos el corazón de oro traspasado por siete puñales de oro blanco, con brillantes, zafiros y rubíes de la Joyería Ignacio (1990), un puñal, un broche y una medalla de la Hermandad de la Hiniesta, muy vinculada al Cerro desde las recordadas Misiones Generales de 1965. Y a la altura del vientre estaba la Medalla de la Ciudad. Por otra parte, sujetaba con la mano izquierda un rosario también de la Hiniesta, que está celebrando un Año Jubilar por el L aniversario de la Coronación Canónica de la Hiniesta Gloriosa, y ofrecía la derecha a los devotos.
La dolorosa de Sebastián Santos se encontraba en el centro de una alfombra con el escudo de la hermandad y flanqueada por dos de los candelabros de guardabrisas del paso de la Virgen del Juncal. Además, había cuatro sencillos jarrones dorados con claveles blancos. Estas flores también estaban en dos frisos laterales en el presbiterio, en otros dos sobre el banco del retablo y dos más bajo las pinturas de San Juan Evangelista y San Juan Bautista, así como en otros dos jarrones también en el retablo. Con estos últimos se dispusieron también dos de los faroles de los costeros del paso del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono, y cuatro candeleros del paso de palio con cera blanca.
Finalmente, hay que mencionar que en la embocadura del camarín de la Virgen de los Dolores había una reproducción fotográfica de la pintura de la Virgen del Rosario de Ramón Bayeu, cuñado de Francisco de Goya, que se conserva en la Catedral de Segovia. Una guirnalda de flores dibujaba el arco de medio punto del camarín alrededor de dicha reproducción.
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