La Hermandad del Buen Fin ha presentado este miércoles, una semana antes de su estreno en las calles, el nuevo conjunto escultórico que acompañará al crucificado en lo que volverá a ser un paso de misterio. Darío Fernández Parra es el autor de un trabajo absolutamente magistral que ya esta tarde en la iglesia del Convento de San Antonio de Padua ha recibido multitud de elogios de quienes han llenado el templo para contemplarlo de cerca.
El paso estaba situado en la nave central para que pudiera ser rodeado y captar todos los detalles de la escena en la que se representa la entrega, por parte de un soldado romano a José de Arimatea, del permiso para descender el cuerpo del Señor y trasladarlo al sepulcro. Es el misterio que hasta 1997 representó la corporación con unas tallas secundarias de Luis Álvarez Duarte de los años 70. La hermandad, sin embargo, decidió retirarlas y dejar al Cristo solo en el paso, como salió entre 1998 y 2023.
Fernández Parra, sin embargo, ha ideado un misterio distinto, con mucho movimiento, pero con las tallas secundarias colocadas estratégicamente para que el Cristo del Buen Fin sea visible desde todos los puntos de vista y ninguna moleste su visión.
En la delantera, agachado, se encuentra Nicodemo con una de las escaleras que van a servir para subir a la cruz para quitar los clavos de las manos del Señor y proceder a bajar el cuerpo. Detrás, el soldado romano al que José de Arimatea, que sujeta otra escalera, entrega el permiso de Pilatos para proceder al descendimiento. Y remata el conjunto escultórico una expresiva talla de la Magdalena que se arrodilla y abraza la cruz con las manos a muy pocos centímetros de los pies del crucificado. Además, no faltan en el monte de piedra simulada la presencia de una calavera y del tarro de las esencias que la Magdalena va a utilizar en el momento de amortajar el cuerpo de Jesús.
El concienzudo estudio de la escena incluye un sistema para que cuando se baje el Cristo en el paso para salir o entrar en el templo, las manos de la Magdalena se aparten de la cruz y no sean un obstáculo para realizar esta maniobra.
Sin duda, estamos ante la mejor obra escultórica estrenada en la Semana Santa de Sevilla desde hace unos cuantos años que evidencia dos cosas: por un lado, la maestría de Darío Fernández Parra, al que seguramente le lloverán encargos muy importantes, más de los que ya ha afrontado, aunque hasta ahora inexplicablemente no en Sevilla, y por otro, que la valentía de las hermandades a la hora de tomar determinadas decisiones puede dar lugar a un gran éxito, como ha sido el caso.
El Cristo del Buen Fin vuelve a estar acompañado en su paso, como lo estuvo en distintas épocas de la historia de la hermandad, en las que se pudo ver al crucificado presidiendo escenas muy diversas; desde la típica escena de calvario hasta una tan poco apropiada para un crucificado muerto como la que rememora la quinta palabra de Cristo en la cruz, "tengo sed", que es la que ahora representa, también el Miércoles Santo, la hermandad del barrio de Nervión.
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