La Hermandad del Museo cerraba, a partir de las nueve menos veinte de la noche, un Lunes Santo con siete cofradías en la calle. Ha sido, por tanto, la jornada en la que han salido más hermandades, pese a faltar dos de ellas a la cita. Viendo el panorama general de la Semana Santa de este año, la cosa no estuvo mal.
Pero hay que volver a hablar de las predicciones meteorológicas, dado que en su camino de regreso la corporación decana de este día fue más rápido de lo normal para librarse de una probable lluvia que podía hacer acto de presencia en los compases finales de la jornada. Aunque lo cierto es que esa lluvia no apareció y al final la cofradía pudo relajarse en su entrada.
Alfonso Morillo volvió a encargarse de comandar el paso del Santísimo Cristo de la Expiración, que este año estaba adornado con un monte de clavellinas rojas entre algunos verdes ornamentales. El crucificado, cuya postura en la cruz y su mirada al cielo impactan a quien lo contempla, avanza en silencio, aunque éste es un debate que de tanto en tanto renace. ¿Le pegaría una banda detrás? ¿De cornetas y tambores? ¿De plantilla completa? El caso es que su caminar tranquilo, de lado a lado, es realmente impresionante. Aunque los que buscan izquierdazos, costeros y pasitos atrás probablemente nunca lo entenderán así.
Por Gravina venía el Cristo de la Expiración reinando en toda la calle, dominando el espacio; incluso después de que en una parada se diera la instrucción de bajar al Cristo en el cajillo para discurrir por Pedro del Toro sorteando los cables. El sonido del sistema de bajada de la imagen llamó la atención en el silencio que rodeaba al paso.
Finalmente, en un par de chicotás, el Cristo del Museo recorrió Pedro del Toro antes de girar a Bailén y de que recuperase la imagen su altura normal en el paso.
Más atrás, siguiendo a los nazarenos que, a diferencia de los del Cristo, añaden una capa blanca a sus túnicas y antifaces negros, venía con paso decidido María Santísima de las Aguas bajo un primoroso palio de imponentes bordados y orfebrería. Y qué decir de la dolorosa, obra de Cristóbal Ramos tallada hace ahora 252 años. Su salida extraordinaria de octubre de 2022 con motivo de sus dos siglos y medio nos permitió recuperar una estampa desgraciadamente perdida: la de sus manos entrelazadas originales. Lástima que fuera algo excepcional y la hermandad no se plantee recuperar una visión tan personal de su Virgen.
El paso de palio avanzó con rapidez por Gravina, cruzando decididamente la calle Canalejas para seguir por el segundo tramo de aquélla. Lisianthus de color blanco adornaban el paso, tras el que iba un año más la Sociedad Filarmónica de Nuestra Señora de la Oliva, de Salteras, un acompañamiento ininterrumpido desde el Lunes Santo de 2006.
En Gravina sonó tras la Virgen de las Aguas la marcha "Danos la Paz", seguida posteriormente por "Macarena", de Emilio Cebrián, al tomar Pedro del Toro, donde después la banda interpretó "Soleá, dame la mano". Luego llegaría la siempre recomendable revirá de Bailén a Miguel de Carvajal.
La cofradía había acelerado en su regreso, aunque finalmente la entrada del paso de palio se produjo con una puntualidad casi estricta, pasados sólo unos minutos de las tres y cuarto de la madrugada. La meteorología parecía estar dando una tregua a las cofradías, algo que iba a durar todavía prácticamente una jornada más.
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