Desde que la Hermandad de Padre Pío cambiara el Viernes de Dolores por el Sábado de Pasión, esta jornada empieza muy temprano, ya que tiene fijada su salida a las tres y diez de la tarde del segundo día con cofradías en la calle.
Así ocurrió también este año, cuando las puertas de la Parroquia del Buen Pastor y San Juan de la Cruz se abrían para dejar paso a los nazarenos de túnica y capa blancas, antifaz rojo y emblema carmelita en el pecho. Es una corporación humilde, como el barrio que, en cualquier caso, se vuelca con su cofradía, como ocurrió este Sábado de Pasión alrededor de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Clemencia, y de la Santísima Virgen Madre de la Divina Gracia.
Dos tramos de nazarenos, el segundo encabezado por el guión sacramental, daban paso al Señor, que vestía este año una túnica lisa de color morado y lucía las potencias de Villarreal estrenadas en 2022. Su paso, iluminado con los candelabros de guardabrisas que por primera vez pudimos ver el año pasado, estaba adornado con claveles color buganvilla, salpicados de pequeñas rosas de la misma tonalidad y de otras flores de colores diversos.
Diego Borrego, hermano mayor y capataz, mandó pronto la salida del paso del Nazareno tallado por Fernando Murciano. El tamaño de la puerta obliga a retirar parte de los zancos y a que varios costaleros ayuden desde fuera. Poco a poco, el paso abandonó el templo y, una vez fuera, se volvieron a poner los zancos antes de detenerse con parte del paso sobre el tramo más alto de la rampa metálica que lo iba a conducir a la calle.
"Por todas las mujeres que están aquí sentadas viendo al Señor", dijo el capataz como dedicatoria de la primera levantá del paso, provocando con ello el aplauso de las señoras que asistían a la salida en sillas especialmente colocadas para ello. El Señor de la Salud y Clemencia comenzó entonces a bajar la rampa y la Agrupación Musical Lágrimas de Dolores de San Fernando, que se estrenaba con Padre Pío y que ya había tocado el Himno de España, empezó a interpretar la marcha "Bajo tu mirada".
Ya en la calle, tras dejar atrás el atrio, el paso volvió a detenerse para que un hermano se subiera y colocara los dos trozos de la cruz que también hay que retirar para permitir la salida. A continuación, volvió a sonar el llamador y la agrupación enlazó entonces dos marchas, "La esencia de un barrio" y "Oh, bendita estrella".
El barrio, entregado a su cofradía de penitencia, aplaudía todo aquello que le emocionaba ante el Señor de la Salud y Clemencia, que tomó la calle Doctora Oeste a los sones de "Alma de Dios", a la que luego siguió "En ti creemos" cuando el Señor avanzó para cruzar por el puente la SE-30 en su camino al Cerro del Águila.
El Señor se alejaba del templo parroquial y se preparaba la salida del paso de palio de la Virgen de la Divina Gracia. Los cofrades de la Hermandad de la Pastora de Padre Pío, que asistían a la salida de la cofradía desde un lado de la puerta, continuaban allí para ver la salida de la dolorosa a las órdenes del capataz Rafael Torres.
Las campanas de la parroquia repicaban en el momento de la salida del palio, más complicada si cabe que la del Señor. Claveles rosas adornaban el paso, además de algunas otras especies en pequeños centros sobre los respiraderos. En cuanto a la vestimenta de la Virgen, contaba con una larga mantilla como toca de sobremanto y en el pecherín estrenaba un broche con el emblema carmelita y la inscripción "El amor ni cansa ni se cansa", palabras de San Juan de la Cruz, titular de la parroquia y de la propia hermandad.
Tras el Himno de España, la Banda de Música Virgen de las Angustias de Sanlúcar la Mayor interpretó la marcha "Madre de la Divina Gracia", con la que el paso de palio bajó la rampa hasta la calle. Luego, en este inicio de la estación de penitencia, sonarían también las marchas "Virgen de la Estrella" y "La Virgen de los Desamparados", tras la que, en una parada, un hermano subió para retirar el rosario que la dolorosa llevaba en su mano izquierda y con el que al parecer hubo algún problema.
La cofradía hizo estación de penitencia en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores del Cerro de Águila y después emprendió el regreso a casa, no sin antes recorrer algunas de las calles de su barrio. La entrada del palio se produjo finalmente a las dos menos veinte de la madrugada del que ya era Domingo de Ramos.
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