Después del paréntesis de la Virgen del Traspaso, siguió avanzando por Porvera la fila de palios que debían aún incorporarse a la procesión Magna desde esta zona. La siguiente era Nuestra Señora de las Lágrimas, dolorosa de Antonio Eslava titular de la Hermandad de la Vera-Cruz.
Aunque en un primer momento, si el tiempo no hubiera hecho de las suyas y la procesión se hubiera podido celebrar el 12 de octubre, estaba previsto que este paso de palio saliera desde el colegio marianista de El Pilar, centro educativo históricamente vinculado a la hermandad, finalmente la cofradía salió desde su sede canónica, la Iglesia de San Juan de los Caballeros.
Desde ella se puso en las calles esta dolorosa del Jueves Santo, que estuvo acompañada por la Banda de Música María Santísima de la Esperanza de Córdoba, que por esta zona interpretó la marcha "Virgen de la Paz". Dicha formación cordobesa sustituía a la Banda de Mairena del Alcor, que debido al cambio de fecha de la Magna no pudo estar presente por tener otro compromiso previo con la Hermandad de las Aguas de Sevilla.
El paso de palio de la Virgen de las Lágrimas presentó una imagen diferente a la de cada Jueves Santo gracias a las velas rizadas que llevaba en la delantera de la candelería y que no forman parte de este conjunto en su anual estación de penitencia. Y las flores escogidas eran todas de color blanco, fundamentalmente claveles, rosas y nardos, entre otras especies.
La Hermandad de la Vera-Cruz supo, por tanto, adaptarse al carácter extraordinario de la procesión a la hora de presentarse en la calle durante esta salida tan especial, aunque sin llegar a perder su esencia como una cofradía señera de la Semana Santa jerezana.
Destacable de este palio el diseño de los bordados, con un dibujo que a raíz de un antiguo manto de camarín del siglo XVIII, ampliado a manto de salida en 2006, se repite en las caídas, en el techo y en la obra más reciente, que son los faldones, confeccionados en 2021 (ver).
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