De esta forma, el cortejo salió en dirección a la calle Evangelista, donde fue recibido por dicha corporación rociera, la más antigua de las que hay en Sevilla.
La Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas abría el cortejo, una formación musical que arrastra a las masas. Habría que apuntar que casi lo hace del modo más literal, dado que curiosamente muchas personas, fundamentalmente jóvenes, seguían a la banda durante todo el camino con su móviles en la mano para grabar la interpretación de cada marcha, obviando por completo que la protagonista de la procesión era la Virgen del Rosario, que venía detrás, acompañada musicalmente por la impecable Banda de Tejera.
Y de nuevo hay que volver a comentar la manía de poner una banda delante en un cortejo breve, provocando en determinadas ocasiones que las cornetas de las Tres Caídas fueran perfectamente audibles desde el propio paso. Dos cosas, por tanto, que se entienden un poco mal: dos bandas en un cortejo muy corto, y jóvenes empeñados en registrar en la memoria de sus móviles las caras de los músicos soplando sus cornetas o golpeando sus tambores, y siguiéndoles como si del flautista de Hamelín se tratara sin imagen alguna a la que acompañar. “Hay gente pa’ tó”, como decía aquél.
La cruz parroquial y dos faroles iban tras la Banda de las Tres Caídas, en un cortejo en que figuraban el Simpecado, el Libro de Reglas, representaciones de las hermandades de la Pastora de Cantillana, Cigarreras, Pastora de Triana y Esperanza de Triana, y el propio estandarte corporativo de Madre de Dios del Rosario antes de la presidencia y el cuerpo de acólitos.
Cumplimentada la visita al Rocío de Triana, Madre de Dios del Rosario abandonó la calle Evangelista a los sones de “Esperanza Macarena”. Precisamente, la Hermandad de la Macarena recibirá en su Basílica a la corporación trianera el próximo día 25 con motivo del Año Jubilar Macareno.
Del paso de Madre de Dios del Rosario llaman siempre la atención los escudos de las hermandades de penitencia de la ciudad repartidos por los respiraderos (aunque faltan muchos), lo que invita a los más expertos cofrades a intentar identificar a cuál corresponde cada uno.
Más adelante, el paso salió de Ruiseñor por donde nadie pensaría que cabe un paso, hasta la amplitud de San Jacinto. Sonaba en estos momentos “Virgen de Montserrat”.
Precisamente el paso llegó hasta la capilla con la marcha “Virgen de la Estrella”, con la que llegó a situarse frente a la puerta, en la que el estandarte de la Hermandad de la Estrella sobresalía de las cabezas de su junta de gobierno. Cuando el paso se detuvo, los presentes cantaron la Salve.
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