La Virgen de la Cabeza estaba sobre su peana de ángeles, luciendo el manto verde de salida, saya blanca y la ráfaga y la media luna que habitualmente también lleva en las calles cada primer sábado de octubre. Asimismo, contaba con un fajín rojo de cuatro entorchados, un rosario y varias medallas y broches, entre ellos uno bastante grande con su advocación prendido del fajín y una ramita de olivo de plata que colgaba del manto.
La imagen titular de esta hermandad filial se encontraba entre dos jarras de su paso con una variedad floral que también se podía ver en un enorme centro en el suelo, con gladiolos, azucenas y rosas, entre otras. Además, tras cada jarra había dos blandones dorados con cera blanca.
Finalmente, formaban también parte del montaje de este besamanos el estandarte corporativo, el simpecado, la cruz alzada y los ciriales que anteceden al paso en su salida procesional.
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