La Parroquia del Sagrario acogió durante la tarde de ayer y la mañana de hoy el segundo besamanos anual a la Virgen de los Reyes. Ya el año pasado, las obras de restauración de la urna de plata que cobija los restos de San Fernando obligaron a celebrar ambos besamanos en el Sagrario de la Catedral; este año, ésta ha sido de nuevo la ubicación del segundo besamanos, ya que en ella también se ha estado celebrando la Octava de la Virgen, mientras que el primero fue en la Capilla Real.
Para este besamanos, la Virgen de los Reyes ha estado vestida con el mismo manto con el que salió a las calles el pasado 15 de agosto (ver): el blanco bordado en oro que regaló a la imagen la reina Isabel II en 1853. Igualmente, el Niño Jesús, ubicado en el lado izquierdo del altar del besamanos, vestía también el trajecito a juego.
Llevaba además toca de sobremanto, un pecherín con un buen número de joyas, entre ellas la Medalla de la Ciudad de Sevilla, y la corona de besamanos, labrada en oro con perlas y piedras preciosas a finales del siglo XIX, y que fue restaurada por Fernando Marmolejo en 2015. La Virgen se presentaba además sentada en su trono de besamanos y estaba sobre una peana de plata.
Diversos blandones plateados y dorados con cera blanca se disponían en el presbiterio bajo del Sagrario, así como varias jarras con flores con especies de color blanco, como lilium, astromelias, margaritas e incluso algunos nardos. Finalmente, en el lado izquierdo del presbiterio alto, detrás del Niño Jesús, estaba la réplica del Pendón de Castilla que San Fernando hizo colocar en la Giralda a su llegada a Sevilla.
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